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‘Los cariñitos no sirven, las universidades públicas necesitan más aportes’

Un sombrío panorama de la educación superior estatal es el que pinta este académico, pese a lo rimbombante de los anuncios. Puestas entre la espada y la pared, las universidades públicas deben competir en el mercado sin herramientas vitales como la capacidad de endeudarse a largo plazo. Y si bien no concuerda con el camino seguido por la Utem, entiende que, al igual que muchas otras, fue empujada a su actual situación sólo para intentar "sobrevivir".


Luego de más de un año de la revolución pingüina, la Concertación y la Alianza lograron dar a luz la Ley General de Educación (LGE), que reemplazaría a la vilipendiada Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. Manos alzadas, celebraciones e incluso llantos hubo cuando al fin se presentó el proyecto estrella del Gobierno de Bachelet en noviembre de 2007.



Nadie podía augurar que un par de meses después la ministra de Educación que había estampado su firma en el celebrado documento, Yasna Provoste, sería destituida de su cargo. O que los pingüinos y universitarios volverían al ataque rechazando el proyecto de ley acordado. Y menos que su aprobación en el Congreso tendría dilaciones e indicaciones que incluso harían peligrar su tramitación, la que actualmente se encuentra en la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja.



En este escenario, el turno de la reforma de la educación superior, que se pensaba para este año, probablemente tendrá que esperar. Y casi con seguridad deberá pasar por una instancia similar a la vivida por la LGE, ya que las recomendaciones entregadas a la mandataria por el Consejo Asesor deben contar con el visto bueno de todo el espectro político para poder concretarse.



Para el rector de la Universidad de Santiago (Usach), Juan Manuel Zolezzi, la demora que esto implica juega en contra del sector universitario. Especialmente para las universidades estatales, que considera están bastante dejaditas de la mano de Dios por parte del Estado. Pero sabe que sin acuerdos no hay cambios, básicamente porque no hay una mayoría concertacionista en el Congreso.



-Hay muchos sectores críticos al acuerdo, incluidos parlamentarios del PS que presentaron una serie de indicaciones y el propio presidente del Consejo Asesor de Educación, Juan Eduardo García HuidobroÂ…



-Claro, porque obviamente la ley no refleja lo que fue el trabajo del Consejo Asesor Presidencial.



Pero uno tiene que aceptar lo que es aparentemente la mayoría, porque sino ¿qué viabilidad tiene otro proyecto distinto? Creo que si algo hay en la mejora de las subvenciones, hay que rescatarlo del proyecto. No se puede decir que no a todo. Y por eso es importante que haya algunas indicaciones de parlamentarios. E incluso pueden modificar algunos de los acuerdos adoptados entre el Gobierno y la oposición, porque el Parlamento tiene el derecho a hacerlo: no pueden pasarle una cosa ya armada y a fardo cerrado.



¿Cree que es viable que se puedan hacer modificaciones en profundidad al proyecto en el Parlamento?



-Depende de la fundamentación. Obviamente si hay posiciones más radicalizadas respecto a un tema determinado va a ser más difícil. Creo que es difícil mejorarlo si hay un acuerdo anterior. Pero puede haber cosas que sean absolutamente razonables. Me imagino que el tema del lucro puede ser discutido, si se aclara bien en términos de que si hay aportes del Estado, no haya lucro respecto a esos aportes.



Las felicitaciones sobran, la plata no



¿Y cómo ve el escenario de la reforma a la educación superior?



-Tenemos el temor de que el tema no sea presentado legislativamente, lo cual sería una complicación.



En el consejo asesor tampoco quedamos todos conformes con los resultados. Pero sí creo que se lograron cosas importantes. Por ejemplo, se reconoció que la educación estatal necesita el apoyo que tiene que darle el Estado. Es como el derecho natural: si tienes una institución de tu propiedad tienes el derecho a protegerla. Sobre todo si esas instituciones representan valores y en alguna medida pueden resolver problemas que el mercado no puede.



¿A su entender cuáles son los temas más complicados que serán discutidos?



-Otra vez el tema del lucro estará presente, sin lugar a dudas. Y que si el Estado tiene que respaldar a sus instituciones también saltará a la palestra, así como el tema del Consejo de Rectores.



De cómo en alguna medida, ciertas instituciones tienen la expectativa de obtener Aporte Fiscal Directo (AFD) para sus universidades. Creo que hay más acuerdo en el tema del subsidio a la demanda que en el del subsidio a la oferta.



Y obviamente hay un tema de recursos, que es delicado, porque se están agotando. La gente que tiene recursos para ir a la educación superior hoy lo está haciendo y lo va hacer. Pero cada día los alumnos que están llegando tienen más carencias económicas, y probablemente más carencias académicas.



Como miembro del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch) ¿qué implicancias tendría si se lo reemplazara por otra entidad o desapareciera?



-No me he puesto en ese escenario. Es probable que muchas de las acciones que hace el consejo tuviera que hacerlas el Mineduc. Lo más probable es que se fortalecería el consorcio de Universidades del Estado. Creo que hay universidades que legítimamente se han ganado su derecho a estar en el Cruch, y que lo han hecho bien durante muchos años.



En el caso de la Utem ¿considera que merece ser parte del Cruch?



-En la medida que se acredite sí merece estar. Ha sido un caso especial. La Utem es responsabilidad de todos los chilenos también, es una universidad del Estado. Creo que desde el ’81, el Estado no ha tenido una política de educación superior clara, salvo ese año que optó por la división, lo que redundó en disminuir al mínimo a las universidades nacionales.



La situación de la Utem es muy compleja. Pero también hay que analizar por qué se llegó a esta situación. Muchas de estas universidades originales, incluso las que se dividieron, quedaron en alguna medida desmedradas del AFD.



Hay universidades regionales derivadas y también en Santiago que tienen presupuestos iniciales mínimos de AFD, entonces cómo le puede pedir además que surjan, que compitan en un mercado feroz.



Algunas de ellas tomaron opciones que obviamente se alejaron un poco de lo que era la esencia del sistema universitario. Pero hay que recordar que en cada una de ellas, por lo menos las estatales, el Estado tiene representantes en sus juntas directivas, por lo tanto ha sido observador directo del fenómeno y está consciente de las realidades que viven muchas de estas casas de estudio, regionales fundamentalmente, y que obviamente no tienen una correspondencia desde el punto de vista de su aportes. Entonces están entregadas a la crueldad del mercado, a competir en un mercado para el que nunca fueron competitivas. Y la Utem lo que hizo fue partir sólo para sobrevivir.



¿Y cuáles son las principales trabas que deben enfrentar las estatales?



-No podemos endeudarnos en el largo plazo. Cualquier institución privada, hasta cualquier particular, se puede endeudar a 20 o 30 años. En cambio las estatales, a lo sumo, se pueden endeudar en este momento en lo que le resta al período presidencial de Bachelet. Tampoco tienen las facultades legales de remover a su personal. Y para avanzar tendríamos que entrar en etapas de reestructuración.



No ha habido incentivo para que haya una renovación de cuadros académicos. Por lo tanto los cuadros académicos de la universidad pública se han ido deteriorando, envejeciendo. Por otra parte existe una grúa inmensa por parte de las privadas que se quieren acreditar o que en algún momento quieren abrir algún área y toman lo mejor. Se llevan el proyecto, los académicos. Y les costó cero pesos formarlos.



Creo que hay que darse con una piedra en el pecho que muchas estatales han logrado mantener un cierto nivel y equilibrio en este mercado que ha sido extremadamente despiadado. No se les ha dado nada.



¿El apoyo a las estatales por parte del Estado propuesto por el Consejo, apunta más que nada a aportes monetarios?



-Los cariñitos no sirven. Nos han dicho que bien lo que están haciendo, pero ¿quién nos da un peso a cambio? Entonces todos nos felicitan pero con felicitaciones y palabras no se logran resultados. Uno quisiera ver el compromiso del Estado con lo que se está tratando de hacer por promoción social, inclusión.



Y nadie dice que no pidan resultados. Los únicos que damos resultados somos nosotros. Las universidades privadas del Cruch transforman un peso fiscal en un peso privado. Y no tienen por que rendirle cuentas a nadie. Las universidades del Estado transforman un peso privado en un peso público y tienen que rendir cuenta por eso.



¿Cuáles son los aportes que reciben actualmente?



-En promedio y en el mejor de los casos están recibiendo no más allá de 25% de sus ingresos de parte del Estado. Y es una aberración. Debería aumentar al menos al 50%.



Y esta universidad necesita recursos como muchas otras. Y una cantidad importante. Sino lo más probable es que en poco tiempo más vamos a tener dificultades, al igual que todas las universidades del consejo de rectores. Vamos a tratar de manejar las cosas lo mejor posible, pero en el fondo vemos que se está alargando una situación que a menos que el Estado decida hacer algo, va a pasar algo parecido a lo que pasó en la educación primaria y media en Chile. En alguna época fue brillante, una de las más reconocidas en Latinoamérica, y sin embargo hoy tenemos una educación pública muy compleja, con una calidad discutible y muy privatizada.

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