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El guaripola del gobierno

Un debilitado vocero asistirá hoy al Senado a defender los nombres que está proponiendo el Ejecutivo para el directorio de TVN. Estará expectante, querrá ver cómo será recibido por su bancada y por su partido, el PPD. Los tiempos para Pancho, como le dicen sus amigos, no están para silbar melodías militares ni marchar con guaripola en mano, como lo hace en la intimidad cuando está de celebración. La guerra ahora es de verdad.


Por Pablo Basadre

Del Leopard, como lo bautizó Las Últimas Noticias, no queda nada. Francisco Vidal Salinas pasa por su peor momento político desde que llegó al gobierno de Bachelet. Las relaciones con su partido, especialmente con los parlamentarios PPD, están en un punto muerto. Las últimas semanas fueron complicadas para Vidal. Se ha quedado solo. La maniobra de Pérez Yoma para articular lazos con su par de Hacienda y la neutralización que logró luego de que la Asociación Nacional de la Prensa invitara a Pérez para hablar sobre su agenda de Modernización del Estado, y no a Vidal -como ocurre todos los años con quienes ocupan el cargo de vocero de gobierno-, fue un duro golpe.

En Interior coinciden en que el artículo publicado por La Tercera la semana pasada sobre las críticas de Pérez Yoma al estilo de Vidal -al punto de que se afirmara en la nota que éste quería que el vocero sólo leyera comunicados en sus encuentros con la prensa-, son leídas en La Moneda como la declaración de guerra del jefe de gabinete hacia el ministro PPD. «La relación de Pérez Yoma con la superestructura de los medios es muy poderosa», afirma un funcionario de gobierno.

Por eso, la forma en que se enfrenta su vocería es hoy el gran problema. «Vidal está a un tris de transformar sus intervenciones en un problema de Estado», es la lectura que hace un antiguo asesor de La Moneda. En el gobierno creen que debe dejar de ser comentario para quienes trabajan a diario en Palacio así como para los que lo han hecho públicamente, argumentando que «Vidal pasa hoy por un momento personal complicado».

Consciente de aquello, el vocero está tratando de dar un giro drástico. El viernes 27 de junio, en La Segunda, «pidió agüita» hablando de un cambio de estilo. Dijo que sus opiniones sobre lo que piensa de los medios de comunicación ya las entregó, y afirmó que con Pérez Yoma no tiene problemas. Pero su carácter ansioso, acelerado, como «caballo de bomba», le juega siempre malas pasadas.

Cercanos al titular de la Segegob, consultados por El Mostrador, a condición de anonimato, ven con preocupación este cambio. Dicen que la imagen «sudorosa, con sobre peso e irritable», no le hace bien a él ni al gobierno. Además de las públicas salidas de madre que ha tenido en los últimos meses. Sin embargo, algunos asesores de Palacio explican que la forma en que Vidal ha ejercido su cargo es funcional a lo que en la Presidencia esperan de un vocero. Piensan que su tono enfático se evalúa como la demostración de autoridad que el Ejecutivo necesita. Otros creen que la manera autoritaria de comunicar que ha desarrollado se contradice con el discurso del gobierno «ciudadano» de la Presidenta.

Hay dos caminos para entender la «hiperventilación» que ha sufrido el vocero en el último tiempo. El primero tiene que ver con quien es hoy su contraparte, Rodrigo Peñailillo, jefe de gabinete de la Presidenta y parte de los jóvenes conocidos como los G-90, promovidos al alero de Vidal en el PPD. Peñailillo, aseguran, no tiene la fuerza suficiente ni las competencias políticas para contrarrestar el fuerte carácter de Vidal.

La otra hipótesis la explica un ex colaborador de Lagos: «La culpa no la tiene Pancho», y recuerda que en el gobierno anterior, por ejemplo, Vidal entendía como nadie las ideas del Presidente. «Él era un gran ‘reiterador’. Era uno de los pocos ministros capaces de aprenderse las ‘epopeyas’ de Lagos en las reuniones de gabinete, sus largos monólogos, donde planteaba su visión de futuro frente a los temas y lo que quería lograr en su mandato. Y Vidal era capaz de explicar exactamente lo que Lagos expresaba, con la misma entonación y palabras».

Por esa razón, un ex ministro de esa administración, lo exculpa. «El Pancho no se destacaba por su rol de ideólogo, no jugaba de 10. Sin embargo, eso no se notaba porque los libretos en esa administración estaban claros. Existía una instrucción». Y añade: «Si comparamos al Vidal de la era Lagos, ahora perdió la capacidad de ser didáctico en sus interlocuciones. Lo lamentable es que había construido un peso político, pero en el último tiempo lo ha perdido».

La guaripola de Vidal

Esta es la escena: es pasada la medianoche, Vidal está contento. Sus dos hijas y su hijo le han organizado una fiesta para celebrar «el centenario de los papás». Ese mismo año él y su esposa cumplen 50 años. La celebración es en casa de un amigo de Vidal y alto funcionario estatal. Dentro de los invitados están la mayoría de los ministros del gabinete del ex presidente Lagos.

Avanzada la velada, Vidal sorprenderá a todos los asistentes con una performance: se ausenta unos minutos y luego aparece flanqueado por dos amigos, con un palo de escoba entre sus manos simulando una guaripola. De súbito comienza a marchar, tal como lo hace el Tambor Mayor de la Escuela Militar en la Parada. La historia la narra el propio hermano del vocero, Gonzalo Vidal, testigo de la anécdota.

Otro de los asistentes, que no recuerda esa imagen, sí relata una más reciente: cuando el Subsecretario del Interior, Felipe Harboe, le obsequió a Vidal una guaripola verdadera para su cumpleaños. Tiempo después, en el aniversario de su matrimonio, Vidal repetiría la misma escena: le pusieron una marcha militar como música de fondo, desfiló y rindió honores a las autoridades presentes. Según su hermano, esa era una de sus máximas expresiones de alegría, en la que demostraba su profunda fascinación por los ritos castrenses. De público conocimiento es el hecho de que en cada oficina a la que llega se preocupa de instalar su gran colección de «soldaditos» ordenados de acuerdo a la jerarquía con que se forman en la explanada del Parque O’Higgins. En Palacio, varios testigos lo han escuchado silbar marchas militares mientras sube y baja las escaleras. Por eso, algunos ex colaboradores le llaman a la Segegob el regimiento. Es que Vidal tiene buen humor, pero las desobediencias las castiga drásticamente. Trabaja bien en equipo, cuentan. Pero no permite que nadie se salga de la fila.

Cuestión de fe

Sus escapadas de libreto son el hecho político más llamativo del último tiempo. Algunos de sus amigos creen que todo se debe al fallecimiento de su madre, Cecilia Salinas, el 06 de febrero de 2008. «Decía que estaba preparado para su muerte, pero con el tiempo se ha dado cuenta de que no era así», dice un cercano. Vidal acostumbraba arrancarse del trabajo para ir a verla.

El momento de mayor relajo, en esos tiempos, llegaba cuando se sentaba en un sillón y ella le rascaba la cabeza. Esos breves minutos le servían para escapar de la rutina y de un cuadro de estrés que se desencadenó con problemas intestinales, el que lo tuvo gravemente enfermo antes de asumir como ministro. «Sin duda que el punto de inflexión de Pancho se debe a ese episodio. Su cambio, el estilo exacerbado que muestra ahora, coincide con la muerte de su madre», cuenta un amigo.

Desde pequeño Vidal ha sido inquieto, ansioso. Una marca que dejó en el Liceo Alemán y luego en el Liceo Las Condes, donde estudió. El ritmo de trabajo lo aguanta a punta de cigarrillos (hasta tres cajetillas diarias) y litros de café y Coca Cola light. Aunque ahora ha reconocido que luego del susto que pasó, las cuotas de todos esos productos han bajado: al estrés se sumó una hipertensión, lo que lo obliga a consumir diariamente una serie de fármacos, tal como lo señaló a la prensa.

El día del funeral de su madre, llegaron hasta la Parroquia del Colegio San Ignacio El Bosque varios sacerdotes. Algunos de los presentes se extrañaron. Vidal, desde su época universitaria, se había mostrado lejano y reacio al mundo eclesiástico. Pero desarrolló una cercanía con la Iglesia a partir de la amistad que nació entre él y el capellán de La Moneda en los tiempos de Lagos, Percival Cowley. También generó lazos con el mediático sacerdote Felipe Berríos y con el actual rector de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando Montes, quien fue su jefe cuando ocupó el cargo de Decano de la Escuela de Gobierno de dicha casa de estudios. A sus cercanos, Vidal les ha dicho que le gusta hablar con los «curas» porque puede conversar de tú a tú sobre historia, uno de los temas que más le apasiona.

La otra factura del PPD

Su debilitamiento político en el partido comenzó a gestarse luego de las críticas que surgieron del PPD, cuando Vidal concedió una entrevista al Cuerpo D de El Mercurio el 02 de marzo de 2008. Muchos en el partido lo leyeron como un grueso error político. Mientras otros diarios de la competencia lo habían levantado como el hombre fuerte de Bachelet, en esa entrevista habló de su vida personal y de sus enfermedades, lo que generó la proyección de estar frágil políticamente. Parlamentarios del PPD y de otros sectores se preguntaron qué le había sucedido. Todos entendían que la función del vocero era justamente hablar del gobierno. Pero Vidal entendía otra cosa. Antes de esa entrevista en El Mercurio, cuando era Presidente del directorio de TVN, había concedido otra a la revista Cosas, donde contaba detalles de su crisis de salud.

Pero la profundidad de su soledad en el PPD va mucho más allá de ese episodio. Según un viejo militante, la lejanía de Vidal se gesta desde que formó parte de gobierno de Lagos. Más recientemente, en el partido le pasan factura por el poco protagonismo y porque dejó a «su lote» botado. Según analizan algunos parlamentarios, esto ha permitido que Guido Girardi aumentara su cuota de poder partidario sin contrapesos.

La otra historia de Vidal tiene que ver con su deteriorada relación con los parlamentarios de la coalición, donde también se incluyen los de su partido. Su soledad partidaria se entiende, por ejemplo, en el poco apoyo de sus diputados y senadores cuando ha tenido conflictos con la DC y con otras bancadas. «Si te fijas, nadie ha salido a defenderlo y los golpes que le han dado en el último tiempo son duros, sobre todo la operación de Pérez Yoma y el supuesto aislamiento en el que está envuelto hoy en el comité político», agrega un diputado.

Vidal nunca fue un nombre del PPD para ser parte del gabinete de Bachelet, explican. Según una fuente oficialista, «él llegó al gobierno por la sintonía y cercanía que tiene con la Jefa de Estado, pero no por ser propuesto por el PPD».

Mientras algunos en su partido le critican su rol más de «funcionario de gobierno» que de «ministro militante», Vidal parece tener la convicción de que está ahí para servir a la Presidenta. En el PPD sienten que no los representa en el comité político como lo debería hacer un ministro, y están dispuestos a hacerle ver que deberá trabajar duro para recomponer las relaciones.

Una distancia parecida es la que hoy le achacan con el laguismo. Aunque conocedores del cerrado círculo del ex presidente aseguran que los de ese selecto grupo se cuentan con un mano: Ernesto Ottone, Guillermo Campero, Eugenio Lahera, y unos pocos más. Un cercano a Vidal asegura que hoy no se podría decir si está o no lejos de Lagos, pues ante todo «Vidal es un concertacionista. No sé si todos los laguistas están en esa categoría». Y agrega: «Por tanto, su acción política requiere y lo obliga a cierta neutralidad. Sería muy torpe pensar que Pancho va a operar y mostrar una imagen de coordinación estrecha con los núcleos del laguismo más duro o con Insulza en estos momentos».

Mientras recompone sus relaciones políticas, Vidal deberá «subordinarse» a Pérez Yoma, morigerar sus apariciones en la prensa y esperar que todo eso le permita ser el orador principal el próximo año en la cena anual de la ANP, sin que nadie tema un exabrupto. Algo que le dolió tanto que incluso la misma tarde que supo que no hablaría, se enfermó.

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