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Somos tontos, no pesados

La serie de TVN tiene de cabeza al Sernam, a los agricultores y motivó una queja del ministro Viera Gallo. Canal 13 tampoco se salvó de las críticas en la curia por mostrar un hombre embarazado. ¿Será que la televisión puede lavar cerebros? Un grupo de académicos que entienden de comunicación despejan el mito de que le tele, sobre todo en el género ficción, sea algo más que mera entretención.


"No se dan cuenta que escenas como esas pueden motivar a algunos a cometer delitos para sentirse poderosos como El Señor de la Querencia". Ese es un extracto de la carta de una respetable señora en el diario La Tercera, y que da cuenta de una discusión que dejó de ser privativa de organizaciones feministas y llegó hasta el centro del poder político. El miércoles, el ministro José Antonio Viera Gallo se plegó a los cuestionamientos que hizo el Servicio Nacional de la Mujer a la serie de TVN, donde un equipo especializado de la repartición la analizará detenidamente, estudiando posibles reclamos contra el canal, que se revuelca de alegría con su producto imbatible en el rating del horario prime, con 23 puntos promedio desde que se estrenó el 11 de mayo.



El lavado de cerebro



"No se trata de que no se emita la teleserie, pero se trata de que se clarifique qué es ficción… eso sería muy positivo», dijo Viera Gallo, complementando reacciones más agresivas como la del abogado Sergio García Valdés, que estudia una querella por "injurias" contra el mundo agricultor. Valdés ya logró un fallo contra TVN en 2004 por una parodia contra Raúl Hasbún en De Pé a Pá.



A nivel de historiográfico, la discusión está medianamente zanjada. El historiador Gabriel Salazar calificó de "absurda" la discusión en torno a la serie. La opinión no es muy distinta a la que tienen algunos especialistas en comunicación. Bernardo Amigo, del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, es taxativo: "Es una discusión bastante añeja, según los estudios empíricos que existen, la audiencia ve televisión de manera crítica, con distancia. Se sabe que lo que aparece en pantalla no existe. Si no habría gente tirándose de los edificios tratando de volar y hasta los niños saben que eso no se hace", dice.



Lo que sí es real, es que la televisión estimula la conversación alrededor de ciertos temas y en el mejor de los casos los instala, pero según el académico jamás podría incidir en el cambio de una conducta. "La ficción es potente porque logra identificación pero no el lavado de cerebro. De ninguna manera, no hay ninguna prueba Lo que sí es efectivo es que la ficción logra poner temas de discusión, como el clasismo, la violencia intrafamiliar", aclara Amigo.



El investigador de la Universidad Católica, Valerio Fuenzalida, parece no perderse los capítulos de la serie protagonizada por el actor Julio Milostich. Fuenzalida ilustra su análisis con una secuencia que ocurrió hace tres capítulos, cuando el personaje protagónico estuvo a punto de encender una hoguera para quemar a "Herminia" la prostituta que lo acuchilló. "Las situaciones de maltrato, de violencia sexual son perfectamente verosímiles, pero hay otras que no, como el intento de quemar una persona. Hay que mirar la historia desde el punto de vista de la verosimilitud. Es legítimo discutir, no en términos de que la gente en Chile se va a poner a quemar mujeres, eso sería ridículo, pero sí en términos de que le representación es incoherente", dice Fuenzalida.



El premio de Lola



Esta semana, Canal 13 tampoco se salvó de los cuestionamientos hacia uno de sus productos más exitosos en el área de ficción durante el último año: Lola. El martes, Fernando Chomalí obispo auxiliar de Santiago y gran inquisidor en temas de moral sexual, pidió a la estación católica que sacara los afiches del actor Jorge Alberti que aparece embarazado, e incluso que corrigiera la historia. "Se hace un gran daño a la sociedad, a la familia, a los jóvenes y a la Iglesia, dado que produce confusión y rompe, a través del potente medio comunicacional de la imagen, con el corazón mismo de lo que la naturaleza nos dice con su maravilloso lenguaje: sólo las mujeres se embarazan».



Una reacción totalmente opuesta a la forma como se recibió la teleserie en Argentina, donde se creó la historia con el nombre de Lalo-Lola. El lunes 7 de junio la Fundación Televisión Educativa (FundTV) premió a la serie por la lección que da al hacer que un hombre que trata mal a las mujeres, se convierta en una de ellas y lo sienta en carne propia.



"Me llama la atención estas opiniones tan dispares: que por un lado se condene una publicidad y por otro lado una fundación que me merece todo mi respeto porque los conozco y porque sé que discuten mucho, les de este premio. Creo que es interesante dar cuenta de estos puntos de vista tan dispares", dice Valerio Fuenzalida.



Para el rector de la UDP y columnista Carlos Peña, esta polémica recién encendida ilustra una condición más profunda dentro de la opinión pública: la distancia abismante entre las masas y las élites. "Las opiniones del Ministro Viera Gallo, como las del Obispo, cada una en su estilo, muestran una mala comprensión de la cultura y los medios de masas, por una parte, y un cierto deseo de control, por la otra. Ellos parecen creer que las audiencias carecen de todo espíritu crítico y que comulgan con ruedas de carreta, que no saben distinguir la ficción de la realidad, y que por eso se ven expuestas a que les inoculen cualquier cosa. El revés de ese punto de vista es, claro, la necesidad que un puñado de personas, a pretexto del buen gusto o lo que sea, acabe vigilando y controlando lo que los demás consumen. Se trata entonces de opiniones que es difícil conciliar con los supuestos de una sociedad abierta donde los mensajes y su contenido deben, en principio, estar entregados nada más que al juicio de las audiencias", dice Peña.

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