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«Me alejé de la Concertación por mi lealtad con los ciudadanos»

La renunciada autoridad regional y ex miembro del PPD rompe el silencio que mantuvo desde que se alejó de las filas concertacionistas luego del terremoto de Tocopilla. La actual candidata a alcalde de Antofagasta, hace un crítico recuento del bypass político que vivió con la designación de una ministra en visita luego del sismo y las razones que la llevaron a alejarse del gobierno.


El terremoto que asoló a Tocopilla en noviembre pasado no sólo tuvo efectos en la población y sus viviendas. También marcó un antes y un después en la percepción que la entonces intendenta de Antofagasta, Marcela Hernando, mantenía sobre la Concertación y su ex partido, el PPD.



En conversación con El Mostrador.cl, la médico rompió su silencio, que según explica mantuvo por respeto a la Presidenta Michelle Bachelet. Pero hoy, como candidata independiente a la alcaldía de Antofagasta, considera que su ostracismo ha sido aprovechado para instalar una versión en los niveles directivos del Gobierno y en la opinión pública, que asegura no se corresponden a lo sucedido.



Por ello, decidió detallar los motivos que la llevaron a renunciar a su cargo, así como a su colectividad. Y apunta directamente a la forma de intervenir del Gobierno durante la emergencia y al bypass político que vivió mientras era intendenta.



Todo empezó el 14 de noviembre del año pasado, cuando un sismo de 7,7 grados en la escala de Richter azotó la zona. Ese día, el entonces ministro del Interior, Belisario Velasco, viajó junto a un grupo de ministros. Pero no venía con la directora de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), Carmen Fernández, que llegó al otro día con Bachelet.



La primera señal, según Hernando, que le mostró que la Onemi y el ministerio de Interior tenían dos maneras de manejar la emergencia.



¿Cómo leyó la llegada de Velasco y los otros ministros sin la encargada de la Onemi?



-No fue fortuito que Velasco llegara sin la encargada de la Onemi, aunque la presidenta le había dicho que la trajera. Al final ella la llevó al día siguiente, pero anduvo por un lado y Velasco por otro.
La diferencia era que el entonces ministro y el actual subsecretario Felipe Harboe, tenían una visión muy militarizada: cuando Harboe iba a llegar a la región, el general de Ejército me dijo que éste le había pedido que trajera mil militares más, pero él consideraba que si lo hacía la ciudad iba a parecer en estado de sitio, visión que el general y yo compartíamos. Pero al final los llevaron.



¿Le parecía negativa una militarización de la zona?



-No encuentro malo que trabajen junto a los vecinos, pero necesitaban indicaciones y los primeros días nadie entendía si las daba la ministra en campaña, -la subsecretaria de Carabineros Javiera Blanco- o la intendenta.
Yo tengo formación en manejo de emergencias, en Israel y en la Academia de Guerra del Ejército, por eso me parecía que no correspondía lo que se estaba haciendo. Y sobre todo era complicado estar como el jamón del sándwich entre lo que pensaba la Onemi y las indicaciones del Ministerio del Interior.



Y a la larga se enteró de que la que mandaba era BlancoÂ…



-Conocí el decreto que le daba poderes plenipotenciarios a la ministra en campaña cinco días después de emitido. Y tuve que pedirlo. Yo no sabia a qué venía, de hecho me enteré por las noticias y veía que las cosas que se estaban haciendo iban a traer consecuencias. Me parecía que la que iba a pagar el pato luego iba a ser yo.



¿A qué achaca esta situación?



-El tema grave era el comunicacional, pues mostraba que había disturbios. Pero según mi apreciación y la de los generales de Carabineros, Ejército y Aviación no hubo problemas en realidad, sino que el manejo comunicacional fue lamentable desde ese punto de vista.
Por eso, el día que me enteré que habían designado a Blanco, hablé con la presidenta para aclarar si era un tema de confianza de cómo manejar la catástrofe. Me dijo que no se trataba de eso, que era para ayudar, que ella se iba a encargar de que tuviéramos la ayuda necesaria.



¿Y qué pasó?



-Conversamos, hicimos muy buenas migas. Dijo que venía a ayudar y nos pusimos de acuerdo en cómo trabajar: yo me iba a encargar del tema regional, de coordinar a seremis y directores. Y ella se iba a entender con los ministros.
Asistimos a varias reuniones con comités de emergencia de María Elena y Tocopilla. Pero aunque se suponía que estaba recabando información, empezó a dar órdenes a directores y seremis. Ya el miércoles 21 estaba muy molesta porque habíamos quedado de reunirnos las dos y cuando empecé a buscarla ella estaba reunida con la gente de Salud, de Vivienda, y con los generales. Yo estaba en Tocopilla y ni siquiera estaba enterada.
Ese día llamé a la presidenta y le solicité nuevamente que aceptara mi partida.



¿Cuáles fueron las medidas propuestas por el Gobierno regional y que finalmente se adoptaron?



-Desde el aluvión del ’91 en Antofagasta, yo tenía experiencia en organizar la atención de albergues y campamentos de emergencia. El establecimiento de albergues te permite organiza a la gente y que no se transforme en algo permanente como una mediagua.
La idea era establecer centros de servicios básicos y en torno a ellos construir viviendas de emergencia en seis sectores habilitados por nosotros. Paralelamente, solicité a Sernageomin que evaluara las condiciones de seguridad de los suelos en los lugares donde instalaríamos.
Pero esto no se llevó a cabo, sino que se optó por construir mediaguas.
Incluso, si una señora lloraba por su casa, iban y le instalaban la mediagua en la vereda, sin tomar en cuenta las condiciones del terreno ni que luego había que reconstruir allí mismo.
El peor error fue circunscribir el tratamiento de emergencia a la instalación de 2.500 mediaguas y la reconstrucción sin mayor análisis la cantidad de mediaguas que se instalaron. No fue fino, había mucha gente con casas reparables, pero eso no se vio.



¿Y cuál es la situación en Tocopilla hoy?



-Las personas se quejan muchísimo. Hay mediaguas que albergan a 10 habitantes. Están sometidos a inclemencia del clima, humedad, enfermedades. Hay casas que están a 3 cuadras del baño. Y existe mucho roce al interior de los campamentos entre los vecinos.
Las condiciones son muy inseguras. Y si hay un incendio allí sería terribleÂ…de hecho el director de la Onemi andaba repartiendo extintores y haciendo cursos para apagar incendios en campamentos.





El fin del gobierno ciudadano





Entonces toda esta situación impulsó su alejamiento de las filas de la Concertación e incluso de su partidoÂ…



-Sí. Y además me permitió ver otras cosas: con el segundo tiempo de este gobierno se habían acabado los tecnócratas y empezaba un tiempo más político. En la primera etapa de Bachelet yo me creí lo del gobierno ciudadano y lo de escuchar a la gente. De hecho, si había conflicto me reunía, por ejemplo, con los estudiantes y así sabias como iba a venir la mano con las protestas. Pero hoy existe un bloqueo absoluto.



Siento que no hay ánimo de escuchar sino de imponer la lógica de que los conflictos no escalen. Entonces ya no se conversa con personas conflictivas. A nivel regional, y me lo han dicho funcionarios de gobierno, hay invitaciones a diálogos participativos, pero son invitaciones intransferibles. Y así evitan que lleguen los que puedan causar conflicto.



El tema de fondo, es que las elites políticas y la forma en que se están gobernando los partidos políticos le han hecho mal a la Concertación. Y como mis valores siguen siendo los mismos y mi primera lealtad es con los ciudadanos, opté por alejarme.

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