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Fallece obispo emérito de Talca Carlos González Cruchaga

«Usted ha amado mucho y por eso es justo que los demás le expresemos nuestro afecto y cariño», le señaló en su carta la Presidenta Michelle Bachelet.


A las 22 horas de ayer falleció en Lircay producto de un cáncer hepático terminal, el obispo emérito de Talca Carlos González Cruchaga, quien destacó en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar.



Presidente en dos ocasiones de la Conferencia Episcopal de Chile y primo del santo jesuita Alberto Hurtado, el obispo González se comprometió en los años de la dictadura (1973-1990) con la política de defensa de los derechos humanos que asumió la Iglesia Católica, liderada entonces por el hoy fallecido cardenal Raúl Silva Henríquez.



Sacerdote durante 67 años, el obispo González fue asesor nacional de la Juventud Obrera Católica, obispo de Talca entre los años 1967 y 1996, y presidente de la Conferencia Episcopal por dos períodos consecutivos, entre 1988 y 1992.



Durante su agonía, el prelado recibió una carta de la presidenta Michelle Bachelet, la visita del ex mandatario Patricio Aylwin, de quien era amigo, y llamadas de los también ex presidentes Ricardo Lagos y Eduardo Frei Ruiz Tagle.



«Usted ha amado mucho y por eso es justo que los demás le expresemos nuestro afecto y cariño», le señaló en su carta la Presidenta Michelle Bachelet.



«En estos días de septiembre he pensado mucho en los hombres y mujeres que han señalado el rumbo que conecta con el alma de Chile y por eso he estado evocando su ejemplo y figura. Este es un buen momento para darle las gracias por todo el bien que le ha hecho usted a Chile y a su pueblo», añadía la carta, que fue entregada por el ministro de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo, y el subsecretario general de Gobierno, Edgardo Riveros.



«A don Carlos le tocó vivir un período difícil; demostró, dentro de su serenidad, una firmeza muy grande en la defensa de los derechos humanos. Me duele», comentó por su parte el ex presidente Patricio Aylwin.



En tanto, Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, recordó que cuando encabezó la Conferencia Episcopal, sus documentos eran muy esperados por los familiares, porque sabían que «esos informes significaban un aporte a la verdad y una denuncia de lo que estaba pasando en Chile».






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