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El nene mimado

Aunque esté convertido en un ícono en reposo de la contracultura local, el director espiritual de The Clinic logra convocar a una lista groseramente transversal de influyentes, entre empresarios, políticos y rostros de la cultura. Editado por el sello con más estatus en la literatura, su posición inmejorable despierta mucha envidia subterránea. Sinceramente ¿a quién no le gustaría ser Pato Fernández?


"Si un terrorista suicida se hiciera detonar aquí, acabaría con la cultura y la política en Chile". La broma es de un periodista que prefiere reservar su nombre. Sabe que cualquier gesto hacia Patricio Fernández Chadwick, distinto a la palmadita bonachona en la espalda puede llevarlo a la ignominia de todos los que llegaron puntuales al lanzamiento de "Los Nenes", la novela que el director espiritual de The Clinic lanzó en el Liguria de Tobalaba el jueves.



Enemistarse con "Patito", como cariñosamente lo conocen en su familia (una de las más poderosas de Chile, que aparte de ministros, empresarios y un obispo, está ahora más cerca que nunca de ostentar un Presidente de la República), significa en algunos círculos perder la oportunidad de ser alguien. Pero sobre todo significa negar lo que sinceramente a todos nos gustaría ser. Fernández ha creado un personaje sofisticado y con pretensiones callejeras que genera admiración.



"El pije rebelde siempre genera simpatía, es atractivo para la gente", dice un columnista de la plaza.



Fernández encabezó el grupo que formó The Clinic en 1998, su máximo acto público de rebeldía. Tan admirado, que de un refrescante pasquín medio under, sacado por los más despeinados del laboratorio laguista, se convirtió en un semanario que ocupa el espacio de la "irreverencia" en los kioscos, pero también quiere, en algunas de sus páginas, hacer periodismo en serio. Tal vez por eso, ya no sorprende tanto.



El Mapu-Fernández



Cuenta la leyenda que Fernández se ganó un puñetazo de un lavinista, que en un matrimonio donde se encontraron no pudo contener la furia que le causaban las portadas de la publicación. Es muy probable que eso no vuelva a pasar. Fernández está retirado a una posición de "director espiritual", de gurú contestatario en reposo. "Pato Fernández puede trabajar sin problemas en la radio de Álvaro Saieh sin que a nadie se le ocurra la palabra vendido", dice un escritor de su generación.



Al contrario, Fernández logra repletar el subterráneo del bar. Entre los que se quedaron fuera del evento estuvo el ex ministro Nicolás Eyzaguirre, protagonista de un premiado retrato publicado en The Clinic donde posaba sin camisa tomando vino con melón.



Estuvieron de carne y hueso, con copas en la mano y medios tambaleantes hacia el final, algunos próceres de la cultura nacional de los últimos veinticinco años. Tales como los pintores Matías Pinto D’Aguiar, Bororo y Samy Bermayor. El equipo casi entero de Plan Z y 31 minutos (Peirano, Díaz, Gumucio, Carcavilla), y Álvaro Henríquez. También el historiador más desenfadado de la transición, Alfredo Jocelyn Holt. Podemos continuar con el ex ministro Solari, el príncipe del CEP Arturo Fontaine, el rostro del NO Patricio Bañados, la expansiva Karen Poniachik, los bellos Pablo Mackenna y Javiera Díaz de Valdés, el "ventrílocuo" de Piñera, Jaime de Aguirre (según dicen en La Moneda), el nuevo auto flagelante Felipe Lamarca, el asesor del ministro de Hacienda Nicolás Vergara, el fundador del "Mapu cuneta" Dióscoro Rojas, la pelolais Alexandra Edwards y la súper ventas Carla Guenfelbein. Entre otros, por cierto.



La lista de influyentes, rostros y políticos presentes es interminable y largamente transversal. Teniendo en cuenta el nivel de carisma y adhesión que despierta Fernández, bien podría comandar una nueva facción del Mapu con su apellido. Claro que el acto fundacional debería ser en el Liguria de Manuel Montt.

Carisma tiene suficiente. "Los Nenes" fue editado por el prestigioso y ondero sello Anagrama, a diferencia de su primera novela, "Ferrantes", que salió por Mondadori, lo que es parecido a saltar de un equipo de la mitad de la tabla en Chile, al Manchester United, un elemento que por lo demás sirve como agente corrosivo entre los escritores locales. Con copa en la mano, el ministro José Antonio Viera-Gallo reconoció que la opera prima de "Patito" era horrible.



Patricio Fernández, a diferencia de Alejandro Zambra, el otro chileno Anagrama, conoció a Jorge Herralde, el patrón del fundo literario, en un cóctel. Fueron presentados por Jorge Edwards, que viene siendo lo mismo que caer parado.

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