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Gobierno brasileño intenta transmitir calma en pleno derrumbe de bolsa

«La crisis financiera global se encuentra en su momento más agudo y es una situación pasajera que deberá disiparse, aunque nadie puede predecir cuánto durará», sostuvo el jefe de las arcas fiscales de Brasil.



El ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, reiteró hoy que, pese al impacto de la crisis financiera, el país «esta sólido, sus bancos están solidos y sus empresas están sólidas», pero dijo que «nada» puede impedir que las bolsas caigan.



Según declaró Mantega, la crisis financiera global se encuentra en «su momento más agudo» y es «una situación pasajera» que «deberá disiparse», aunque «nadie» puede predecir cuánto durará.



Mantega hizo un pronunciamiento junto con el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, en medio del mayor desplome que se haya registrado en la Bolsa de Sao Paulo, que una hora antes del cierre perdía hoy cerca del 15 por ciento y dos veces había interrumpido sus operaciones para evitar daños mayores.



El discurso de Mantega y Meirelles pareció encontrar cierto eco en el mercado y la bolsa paulista reaccionó de inmediato, aunque las pérdidas una hora antes del cierre seguían siendo cercanas al 10 por ciento.



La moneda brasileña acompañaba el desplome y se depreciaba más de un 7 por ciento, con el dólar en 2,20 reales.



Meirelles insistió en que Brasil tiene reservas internacionales superiores a los 200.000 millones de dólares y garantizó que el Banco Central intervendrá en el mercado cambiario cuando sea necesario.



No obstante, el presidente del Banco Central admitió que ante las dimensiones de la crisis mundial y su fuerte impacto en los mercados globales, los países exportadores de materias primas, como Brasil, no tienen cómo impedir una depreciación de sus monedas.



Mantega dijo, sin mayores precisiones, que el Gobierno se prepara para «usar de forma inteligente» las reservas internacionales, que «en parte» serán utilizadas para financiar las operaciones de comercio exterior de las empresas brasileñas, que empiezan a sufrir con las restricciones al crédito.



De esa manera, el ministro previó que podrán ser atajados los «problemas de liquidez», aunque insistió en que Brasil «no tiene problemas de solvencia».



EFE

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