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Más de lo mismo, el camino de la derrota

El descuido para separar los intereses públicos y privados por ex ministros, incluso de izquierda, que entran a directorios de empresas privadas de sectores regulados o que tienen grandes proyectos en ejecución, aumenta la desconfianza en la política y los políticos.


A 20 años del plebiscito, la Concertación enfrenta la alternancia del gobierno con mayor peligro que en las anteriores elecciones. Las coaliciones de gobierno no son eternas, porque están formadas por partidos que tienen intereses distintos. También influyen los altos costos de ejercer el poder durante casi dos décadas.



Si la Concertación desea ganar las elecciones presidenciales, deberá ofrecer una alternativa construida a partir de una serena, pero franca evaluación de lo alcanzado, planteando su voluntad de enfrentar los errores y falencias. Hasta ahora no se ve esta actitud y predomina lo contrario, la tendencia a mostrar los logros económicos, cerrándose los ojos a ver debilidades que no puede ignorar. Dos millones de jóvenes no están inscritos en los registros electorales. El sistema binominal es aceptado como una realidad y fue calificado como un factor de la "gobernabilidad" por el ex ministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre y por el ministro Cortázar, ignorando el hecho que ha impuesto una competencia desigual de tres partidos (PS/PPD/PRSD) contra uno sólo (PDC), en vez de promover una lucha electoral contra la derecha.



Los apoyos a la democracia son bajos y no aumentan por la mala imagen de la política y los políticos. La confianza interpersonal y hacia las instituciones también es baja, lo cual daña las bases de la democracia y causa nuevos problemas, pues impide la asociatividad de los chilenos. Esto aumenta el poder de las personas e instituciones con mayor influencia en el sistema político, fortaleciendo un círculo vicioso de las "escandalosas" desigualdades políticas y económicas.



Las grandes empresas se encuentran frente a autoridades con débiles recursos para evaluar sus proyectos y defender los intereses de la comunidad o con personeros que carecen de la voluntad política para hacerlo mirando el bien común. El descuido para separar los intereses públicos y privados por ex ministros, incluso de izquierda, que entran a directorios de empresas privadas de sectores regulados o que tienen grandes proyectos en ejecución, aumenta la desconfianza en la política y los políticos.



La magnitud de esos desafíos es mayor precisamente por el éxito de la gestión de los gobiernos, así como también de sus errores. El fracaso del Transantiago refleja esa dicotomía de logros y fallas: era inevitable modernizar el transporte público, pero se hizo de una pésima manera, con la responsabilidad del elogiado ministerio de Hacienda.



La Concertación surgió en 1988 como una alianza estratégica para recuperar la democracia. Habiéndose alcanzado ese objetivo y desaparecido el general Pinochet después de su fallecimiento el 2006, faltan los motivos que justificaron la existencia de la Concertación. Entonces, la fuerza política dominante fue el PDC, asumiendo mayores responsabilidades y costos en los gobiernos de Aylwin y Frei. Ahora, esa situación ha cambiado a favor de los partidos de izquierda, que han tenido mayor participación en los gobiernos de Lagos y Bachelet, con evidentes costos. La división en el PPD con la renuncia del senador Flores abrió un camino seguido después por el senador Adolfo Zaldívar en el PDC. Las divisiones en el PS le han conducido a una indefinición programática, que su directiva busca esquivar anticipando la lucha presidencial.



Para que continúe siendo una alternativa de poder, los partidos de la Concertación deben definir una propuesta programática formulada a partir de una visión crítica de lo realizado, que se comprometa a enfrentar las falencias y debilidades del sistema político y el orden económico. Más de lo mismo, conduce a la derrota.



Fue la voluntad de cambio la causa de la victoria del No hace 20 años. Ese es el mensaje de los demócratas que derrotaron a Pinochet y a la derecha el 5 de octubre de 1988 y que ahora se debiera recoger si desea derrotar a la derecha, con un candidato más fuerte que los anteriores, porque no votó por el Si.



*Carlos Huneeus es director del CERC.

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