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El quiebre de la millonaria dupla Paulmann-Golborne

La sorpresiva y simbólica renuncia del gerente general del holding liderado por Jumbo y Almacenes París, dada a conocer ayer, surge en medio de la crisis que obligó a Paulmann a suspender parte de la construcción de lo que era su proyecto estrella, Costanera Center, lo que provocó protestas de los trabajadores de la obra.


No habían sido una ni dos, sino cuatro las veces que Laurence Golborne le había presentado su renuncia a Horst Paulmann, el dueño de Cencosud, en los años que llevan trabajando juntos, debido a diferencias de estilo. Eso hasta las 17:53 horas de ayer cuando Paulmann informó a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), a través de un hecho esencial, que Golborne presentó su renuncia definitiva a seguir siendo el gerente general corporativo del grupo que tiene negocios en el sector retail en Chile, Argentina, Brasil, Colombia y Perú.

Reconocido por su carácter y espíritu fuertemente competitivo, los allegados a Golborne comentan que «no le gusta perder, ni siquiera con don Horst». Por lo mismo, el ahora ex gerente ostenta el récord de ser uno de los pocos que se ha enfrentado a su empleador y ha salido airoso. «Ha presentado su renuncia cuatro veces. Una vez, Paulmann no lo trató muy bien en un directorio en Argentina. Él se fue calladito y le dejó su renuncia en el escritorio y partió a su casa, hasta que Paulmann tuvo que rogarle que volviera. Laurence finalmente accedió, pero le puso como condición que la próxima vez que le hiciera pasar una vergüenza en público se iría. Ese fue su primer intento de renuncia», cuentan.

La noticia de su quinta y final renuncia, que tomó por sorpresa al mundo empresarial, sólo fue acompañada de un escueto comunicado donde se informó que Golborne, reconocido como el mejor ejecutivo de 2006 y 2007 según una encuesta de Qué Pasa, se retirará de Cencosud a fin de año «para emprender nuevos desafíos personales» y será reemplazado interinamente por el gerente de finanzas corporativas del holding, Daniel Rodríguez, a la vez que Manfred Paulmann (hijo de Horst Paulmann) se convierte en vice-presidente de Cencosud, una señal de renovación para que la segunda generación de la familia Paulmann lidere el grupo.

Además, en el comunicado Paulmann agradeció «el gran aporte» de Golborne «a la transformación de Cencosud durante estos últimos ocho años», cuestión que los llevó a ser destacados como una dupla millonaria y ávida por los negocios.

«Aprender a delegar»

Egresado del Instituto Nacional, Golborne estudió Ingeniería Civil Industrial en la Universidad Católica, donde fue ayudante de Juan Antonio Guzmán. A los 21 años entró a trabajar en Esso Chile donde fue gerente de sistemas y gerente de control y gestión. Luego se convirtió en gerente comercial de la empresa de software Orden S.A. de la cual fue «levantado» por Guzmán, quien lo llevó a Gener para hacerse cargo de la gerencia de sistemas. Golborne estuvo ocho años en la compañía y después hizo un posgrado en la Universidad de Stanford.

Llegó a Cencosud en 2000, luego de participar en un proceso de selección de la compañía del head hunting Spencer Stuart y cautivó a Paulmann por su estilo enérgico y directo. Capaz de decirle a Paulmann, un hombre de carácter fuerte, en sus primeras semanas de trabajo, que «lo primero que debía aprender era a delegar», según contó el propio Paulmann en un evento universitario en 2003, Entonces Golborne recibió carta blanca del empresario chileno-alemán para planear la expansión regional de la compañía liderada en Chile por Jumbo, Easy y Almacenes París. En medio de este proceso, el grupo se convirtió en un actor relevante del sector retail en Latinoamérica.

Costanera Center

Aunque ningún representante oficial de la empresa estuvo disponible para hablar de la renuncia del ejecutivo, uno de los temas de preocupación en Cencosud en los últimos meses había sido la crisis económica que obligó a Horst Paulmann a suspender la construcción de dos de las cuatro torres de su mega proyecto inmobiliario Costanera Center.

La decisión del empresario chileno-alemán, uno de los grandes promotores de no arrugar en tiempos de vacas flacas, contrajo los planes de expansión del grupo -que a pesar de ello, espera tener US$10 mil millones en ventas en Latinoamérica- y le obligó a reducir lo que era su proyecto estrella, con sello Bicentenario, como él llamaba al Costanera Center.

Lo más llamativo es que, en palabras de uno de sus colaboradores, Paulmann haya manifestado su arrepentimiento de haberle hecho caso a sus arquitectos en vez de seguir su instinto, cuando el sólo apostaba a construir un mall y no ampliar sus inversiones a mega edificios, cayendo incluso en una mediática disputa por quien construía el rascacielos mas alto de Chile con el arquitecto-empresario Abraham Senerman, quien finalmente le vendió a un fondo europeo en mas de 200 millones de dólares el Edificio Titanium.

Al parecer los ánimos de Paulmann no serían de los mejores debido al disgusto que le significó tener que reconocer públicamente que su gran proyecto debía ser parado, y se prevé que la decisión de Golborne, quien señaló hace dos años que «Costanera Center va a ser un hito, un ícono, que ojalá sea reconocido en el mundo como un elemento distintivo de nuestra capital», haya estado influenciada en parte por este tema.

El 5 de noviembre pasado el ejecutivo participó en un evento organizado por El Mercurio, la Universidad Católica y el Banco Santander en el Hotel Marriott donde habló con miras al 2009 de la necesidad de «dar mayor flexibilidad a los empleadores para rotar a las personas por distintos cargos sin que estos cambios puedan ser interpretados como una pérdida de derechos adquiridos; y dar mayor flexibilidad al mercado del trabajo para pactar condiciones transitorias con los colaboradores».

El martes pasado, una protesta de cerca de 350 de los cinco mil trabajadores de Salfa Construcción, que levantan el mega proyecto de Cencosud, precisamente tuvo que ver con este tema y se convirtió en el último dolor de cabeza de Paulmann. Los obreros se quejaron de la disminución en la cantidad de horas extras por sobre la jornada laboral normal, cuestión que correspondió a la decisión del grupo de «apretarse el cinturón» y apurar en turnos sucesivos la construcción durante las 24 horas del día de la primera parte de Costanera Center.

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