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El cómodo silencio de César Barros

Las fuertes críticas del presidente de SalmonChile a todo lo que huela a regulación estatal contrastan con su absoluto mutismo frente al salvataje gubernamental que permitirá que la industria se endeude hasta por US$ 450 millones. Actitud decidora, porque según el académico de la UAI Ignacio Briones «el sector salmonero ha ganado harta plata y a base de riesgos. Y un sano principio de mercado que se debe respetar es que quienes tomaron el riesgo, asuman parte de los costos».


El presidente de la Asociación de la Industria del Salmón de Chile (SalmonChile), César Barros, no le gusta que el Estado se inmiscuya en los asuntos de los privados. Muy en la línea con el libre mercado, es un férreo defensor de la mano invisible de Adam Smith y de la autorregulación. Columnista de Qué Pasa y La Tercera, el doctor en economía de la Universidad de Stanford tiene amplia tribuna para expresarse. Y desde ese espacio ha realizado profundas críticas al modelo del Estado «paternal». De hecho, el año pasado recomendó al ministro de Hacienda, Andrés Velasco, que siguiera su instinto de que «siempre es mejor más mercado que menos, más competencia que menos competencia y menos Estado que más Estado».

En esa misma línea hizo una fuerte crítica a la regulación del mercado energético relativo a la fijación de tarifas por la Comisión Nacional de Energía (CNE) en otra de sus columnas, asegurando «que los mercados regulados y dirigidos centralmente rara vez funcionan bien no es ninguna novedad…mientras más control y más planificación central, mayor resulta el descalabro. Pero a los chilenos nos gusta más confiar en el Estado que en las fuerzas de la competencia».

Pero el papel lo soporta todo, porque el 2008 ha estado marcado por el salvataje estatal hacia la industria salmonera. De hecho, en los inicios del negocio el Estado tuvo un rol fundamental: se dieron concesiones salmoneras prácticamente gratis por casi cien años, como una forma de dar el puntapié inicial al sector.

Puntapié que fue crucial en el enorme desarrollo de los salmoneros: según datos de la Asociación de Productores de Salmón y Trucha, desde principios de los 90′ la industria chilena creció 1.300 por ciento en sus exportaciones, colocando al país como el segundo exportador a nivel mundial.

 Papá Estado al rescate

El 27 de marzo de este año marcó un antes y un después para los salmoneros chilenos. Ese día, una publicación del prestigioso The New York Times detalló la propagación del virus ISA (anemia infecciosa del salmón) en los cultivos nacionales, cuestionando su fórmula productiva.

La respuesta del Gobierno fue inmediata: se inicio una cruzada a favor de la industria y se criticó negativamente el reportaje, cuestionando su credibilidad. Paralelamente, se iniciaron medidas para solucionar la situación de un rubro que en 2007 alcanzó exportaciones por más 2 mil millones de dólares.

Pero la medida que ha levantado más controversia fue la anunciada en la  última Enade por la presidenta Michelle Bachelet, que consiste en otorgar una garantía estatal de 60 por ciento de los créditos que se otorguen al sector, por un monto tope de US $ 450 millones. De esta forma, el Estado pretende desembolsar hasta US $120 millones de apoyo para los salmoneros.

El objetivo es que se entreguen créditos para mejorar las condiciones sanitarias y ambientales de los cultivos, ya que como indican fuentes del ministerio de Economía «la industria tuvo problemas de regulación sanitaria y ambiental, por lo que se supone se propagó el ISA. Y hay que regularlo».

Por ende, el apoyo apunta a lograr los cambios sanitarios necesarios para que la industria sobreviva. Pero esta apuesta no necesariamente garantizará la mantención de los casi 55 mil puestos de trabajo directos que mantiene el sector, donde ya hay más de 6 mil despidos, y se augura que para el primer semestre de 2009 esa cifra suba a 10 mil cesantes.

Para verificar que los recursos solicitados efectivamente se inviertan en las medidas que desde La Moneda pretenden reforzar, Sernapesca estará encargada de evaluar caso a caso el cumplimiento.

El seguro gratis

Por cierto, ninguna de estas medidas ha sido cuestionada por alguno de los mandamases de la industria, que no ha dicho «pío» sobre la manito gubernamental. Lo que más sorprende al economista y académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, Ignacio Briones, es que muchos expertos y connotados defensores del libre mercado «en los medios tienen un discurso muy crítico al accionar del Estado, pero en este caso no alzan la voz en ninguna parte».

En el caso de Barros, admite que es muy difícil que «se clave un cuchillo a sí mismo. Pero es un buen ejemplo para mirar hacia abajo y ver que gente que no tiene vinculación directa con los salmones y se maneja absolutamente como pro mercado, no ha dicho nada al respecto. Me parece escandaloso».

El profesor de la UAI  aclara ser un fuerte defensor del mercado, pero lo que critica es que «o somos pro mercado o somos pro empresa. Porque cuando el Estado ayuda a dos industrias -salmoneras e inmobiliarias en este caso- nos quedamos calladitos. Pero correspondería ser crítico en ambas circunstancias».

Sobre todo porque esta garantía estatal se traduce en un «seguro gratis: una obra con beneficio privado y financiada con plata de los chilenos». Y aunque está de acuerdo en que no hay que «dejar morir» a los salmoneros, lo esencial es que éstos deben asumir parte de los costos del salvavidas gubernamental: «El sector salmonero ha ganado harta plata y a base de riesgos. Y un sano principio de mercado que se debe respetar es que quienes tomaron el riesgo asuman parte de los costos».

En casa de herrero…

Aunque en SalmonChile están conscientes de que es necesario modificar la estructura espacial de los cultivos y realizar otros cambios, no reconocen falencias fuertes en la autorregulación y en la falta de controles más estrictos por parte del Gobierno. Al contrario, al leer las columnas de Barros queda la sensación de que el meollo del asunto proviene de una campaña de desprestigio por parte de los ambientalistas y de los competidores. Y que incluso conspiran en conjunto.

Una postura muy lejana a la que el ingeniero agrónomo exigía al ex Presidente Ricardo Lagos, cuando le criticaba no haber aceptado la culpa por errores como el Transantiago o EFE, e irse «por el camino aparentemente más fácil de echarle la culpa a los planificadores o a los implementadotes…en la vida empresarial es fácil sacarle el bulto a los errores. La contabilidad es inequívoca y cruel. Tampoco hay responsabilidades políticas. Hay responsabilidades y punto», expresaba el economista. Un mea culpa que hasta ahora la industria salmonera no ha asumido.

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