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Los frustrados intentos de Enrique Correa por acercarse a Frei

El dueño de Imaginacción comenzó hace semanas a mover las piezas para ponerse a disposición de la candidatura de Eduardo Frei.  El ex ministro lo hace con el antecedente de no haber construido una relación con el ex mandatario en todos estos años y con el escenario adverso de haberse jugado las fichas por el resto de los candidatos a La Moneda: Alvear, Lagos e Insulza. Nunca por Frei. Correa deberá ahora desplegar todo su talento como lobbysta para reinstalarse como actor relevante en las próximas elecciones y no quedarse bajo el puente. Un lugar al que, por cierto, no está acostumbrado.


El pasado 16 de enero, cercanos a Eduardo Frei se sorprendieron por una información que traía el vespertino La Segunda. En su clásica sección de Top Secret se daba cuenta de una supuesta llamada telefónica que había realizado el ahora candidato concertacionista al ex ministro de Aylwin y lobbysta, Enrique Correa Ríos. Según consignaba la nota, el gesto era una clara señal de «descongelamiento» de las relaciones entre ambos.

Cuando le comentaron a Frei la publicación, se extrañó aún más y comentó: «yo no lo he llamado».

A los pocos días, al otro lado de la línea telefónica, Correa se comunicaba con el ex Presidente para pedirle excusas por la «filtración»: «Se trató de un mal entendido», aseguran que le dijo.

Lo cierto de la historia es que originalmente fue el propio Correa quien telefoneó a Frei, luego del anuncio de la bajada de José Miguel Insulza, para felicitarlo y ponerse a su disposición en todo lo que pudiera ayudar en su campaña, incluida la oferta de hacerle llegar de forma adelantada las encuestas de su empresa Imaginacción.

En el freismo no hubo molestia por el hecho y lo consideraron anecdótico. Después de la renuncia de Insulza, Correa se había transformado en unos de los grandes perdedores en la contienda presidencial: primero por su jugado apoyo hacia Soledad Alvear, luego a Ricardo Lagos y por último por haberse transformado en el «lugarteniente» del secretario general de la OEA.

La nula relación entre ambos políticos es histórica. No sólo porque Correa siempre ha sido cercano a Patricio Aylwin y a Gutemberg Martínez, sino que también porque, según un cercano a Frei, nunca ha mostrado un interés real por la carrera política del senador. «Eduardo no va a rechazar a quienes quieran colaborar con su candidatura. Pero decir que hay un descongelamiento de las relaciones es incorrecto. Lo único cierto es que nunca han tenido vínculo alguno», comenta.

El Mostrador.cl contactó a Correa, a través de uno de sus asesores, pero declinó referirse al tema.

La cafetería del Carrera

El nuevo escenario presidencial que se abrió luego de la proclamación oficial de Frei, obligará a Correa a eliminar cualquier traba para acercarse a la candidatura del senador. A pesar de que el ex Mandatario ha dicho que quiere rostros nuevos en su campaña, no descarta sumar a quienes lo deseen.

En su calidad de «experto en manejo de crisis y habilidad para leer los escenarios de conflicto», como se le ha descrito en los medios de comunicación, Correa calzaría perfecto en el engranaje de la máquina de Frei y en su grupo programático Océanos Azules. Pero la historia esta vez podría jugarle en contra.

En el freismo aún no olvidan la descarnada disputa política que lideró para instalar a Aylwin como el candidato presidencial de la Concertación en diciembre de 1989 y los heridos que dejó en el camino: Adolfo Zaldívar y el freismo, principalmente.

En el entorno del senador comentan que Correa no ha sido un enemigo de Frei, pero sí alguien que siempre generó tensiones. El episodio que se recuerda con mayor nitidez corresponde al periodo de Aylwin, cuando en octubre de 1993 se realizó la reunión de jefes de Estado y de Gobierno, miembros del Grupo de Río, donde nuestro país era el anfitrión.

En ese entonces Frei era candidato y sus colaboradores habían agendado reuniones con los mandatarios que asistirían. La intención era potenciar la faceta internacional del candidato. Pero los problemas vinieron desde la Segegob y de los equipos que dirigía Correa. «Hubo muchos problemas logísticos para que Eduardo sostuviera esas reuniones. En el Hotel Carrera, en ese tiempo, se nos informó que sólo se podía utilizar la cafetería para las reuniones, lo que nos pareció un despropósito total», comenta un testigo de la época.

Finalmente, Frei logró reunirse con algunos de los presidentes gracias a su amigo, el actual embajador de Chile en Portugal, Francisco Pérez Walker, quien le facilitó una pequeña suite.

La descortesía que le atribuyen a Correa en el círculo del senador, fue leída entonces casi como una declaración de guerra. Sin embargo, no les extrañaba. Mucho antes, cuando aún no se había configurado el freismo, cuya creación se le adjudica a Genaro Arriagada, otrora miembro del círculo de hierro de Frei, Aylwin había enfrentado las acusaciones del entorno de Frei por el escándalo del «Carmengate».

El factor La Época

Otro de los desencuentros, lo relata el periodista Ascanio Cavallo en su libro La Historia Oculta de la Transición. Según el libro, en el gobierno de Aylwin, donde Correa jugaba un rol fundamental como articulador político, Frei «nunca fue invitado a gira alguna y sus visitas a La Moneda resultaron más escasas de lo que parecía normal tratándose del presidente del partido del Jefe de Estado».

Las diferencias entre ambos se acrecentaron cuando Correa impulsó con entusiasmo el proyecto que reducía el mandato presidencial. La Constitución lo establecía en ocho años y la idea de Aylwin era que fuera de cuatro. «Pero Carmen Frei y Arturo Frei se retiraron de la sesión en esa oportunidad y el proyecto se hundió», comenta un senador de la época. Finalmente, el periodo quedaría en seis años. Tal como lo había manifestado Frei en su minuto.

Dentro de esta historia de desencuentros, periodistas del desaparecido diario La Época, consultados por El Mostrador.cl, recuerdan la decisión del gobierno de Aylwin, principalmente de Correa y de Eugenio Tironi, en ese entonces a cargo de la Secretaría de Comunicación y Cultura, de descongelar las relaciones con El Mercurio, en desmedro del resto de los medios existentes. Esto provocó otra diferencia con Frei, quien había colaborado económicamente con La Época y había formado parte del directorio de radio Cooperativa, en uno de sus peores momentos a centímetros de la quiebra.

 El problema de las caras nuevas

A pesar de que en la Concertación son muchos los que no imaginan una elección presidencial sin el protagonismo que lo ha caracterizado en estas instancias, el camino hoy lo ven cuesta arriba para el ex ministro que siempre ha hecho «de su influencia política, la base de sus negocios», comentan.

En el último tiempo Correa ha debido acumular derrotas a las que no está acostumbrado, como haber sido generalísimo de la campaña de Soledad Alvear, en momentos en que se enfrentaba con Michelle Bachelet. De esa época, además, el recuerdo de su renuncia al PS debido a la influencia que marcó en el proceso de tramitación del polémico proyecto de ley que buscaba un royalty para la minería, sigue intacto en los militantes de la tienda y del freismo. Los primeros porque rompía con la opinión de las bases de todo el PS y los segundos, porque fue este el episodio que lo dejó en una cómoda posición para trabajar activamente como asesor de la senadora Alvear en su primer intento por ser candidata presidencial. Luego vinieron Lagos e Insulza y sus retiros de la carrera presidencial.

Su cercanía histórica con el aylwinismo, por tanto, con el gutismo, también se transforma hoy en un obstáculo. Y aunque le reconocen sus competencias políticas, en el oficialismo dicen que quizás sea la hora en que deberá centrar todas sus operaciones en el ámbito privado, si es que Frei logra vencer en la contienda presidencial a Piñera. Correa deberá continuar promoviendo la «colaboración público-privada» desde su consultora Imaginacción, con una cartera de clientes que van desde empresas de medios, de telecomunicaciones, financieras y eléctricas, entre otras.

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