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«En Chile ha aumentado la precarización del trabajo»

La experta analiza la realidad laboral chilena, que ya está mostrando los primeros síntomas alza del desempleo a raíz de la crisis mundial. Y aunque considera que el país destaca positivamente dentro del contexto regional y que se han logrado importantes avances en legislación laboral, reconoce falencias, como la reticencia a la negociación de parte del empresariado y la brecha salarial entre hombres y mujeres.


El tema laboral está de moda. Esto, en el marco de la crisis económica mundial, que ya dejó de ser sólo una amenaza  y se está instalando cada vez con más como vendaval en el país.

Según las últimas cifras del INE, entre octubre y diciembre de 2008 el desempleo llegó a 7,5 por ciento. Porcentaje que para la especialista de Género y Empleo  de la OIT para América Latina y el Caribe, María Elena Valenzuela, no es demasiado alarmante, pero sólo porque mide la época de temporada, cuando hay bastante trabajo agrícola y de turismo.

Según la experta “las cifras a partir de abril mostrarán con mayor fuerza el peso de la crisis”. Por lo que considera como “una buena señal” que exista preocupación desde todos los sectores, tomando en cuenta los llamados del Gobierno al  empresariado a arrimar el hombro y cooperar para evitar más despidos.

En ese contexto, el tema laboral tiene múltiples vectores. Desde los avances en la legislación, la desigualdad, la reticencia de ciertos sectores a la negociación, o la brecha salarial entre hombres y mujeres. En conversación con El Mostrador, Valenzuela da su mirada sobre estos temas y evalúa la situación del país en este ámbito.

-¿Cuál es la evaluación que hace la OIT sobre la realidad laboral en Chile?

-En el contexto de América Latina la situación de Chile resalta por lo positiva. Tiene una amplia proporción de mano de obra asalariada y una baja proporción de informalidad en comparación con  el resto de los países de la región. Además, ha habido avances importantes en legislación laboral.

-¿Cómo cuáles?

-Por ejemplo la reforma previsional. O los cambios en los derechos de las trabajadoras domésticas. También es emblemático el haber podido restablecer formas institucionalizadas de diálogo social, negociación y libertad sindical. Eso equipara la capacidad de negociación.

-A pesar de esto la OCDE está preparando un negativo reporte sobre la política laboral chilena, donde critica la poca flexibilidad laboral y la baja sindicalización.

-Para ingresar a la OCDE es necesario, además de cumplir con los requisitos de comportamiento macroeconómico, cumplir con ciertos estándares laborales. Y a nuestro entender el país tiene varias tareas pendientes. Por ejemplo, la desigualdad casi no ha cambiado. Hay problemas de baja cobertura de seguridad social y además ha aumentado la precarización del trabajo.

-¿En qué forma?

-Esto es una ola mundial. Y Chile no se escapa de eso, que se expresa en que hay mayor inseguridad en el trabajo. Por ejemplo, los contratos son diferentes a los tradicionales indefinidos. Son a plazo fijo, por faena, que tienen un período determinado. Se estima que las personas que entran al mercado de trabajo van a tener 7 u 8 más rotaciones en comparación con la generación de sus padres. Además se ha armado una zona gris de trabajos atípicos que son cada vez más típicos.

-¿Qué pasa con la evolución de los ingresos?

-Chile ha tenido una política de salario mínimo que ha permitido de manera importante subir los ingresos de la población de estratos socioeconómicos más bajos. Ha puesto un piso más alto.
Sin embargo la mantención de la desigualdad es fundamentalmente por ingresos laborales. El 80 por ciento del ingreso familiar proviene del trabajo. Y la desigualdad se produce allí, porque si analizas el conjunto de ingresos de la familia, sumando los subsidios por ejemplo, la desigualdad tiende a caer. Pero si analizas sólo los ingresos laborales, la desigualdad se mantiene e incluso puede que aumente un poco.
Lo que te demuestra que el mercado de trabajo está operando mal como un factor de integración social y de una distribución más equitativa del ingreso.

-¿Y cuál es la solución para manejar esto?

-Tener mecanismos más difundidos de negociación. Y que la negociación colectiva sea un instrumento más utilizado al nivel de las empresas.

-Pero en Chile en general el sector empresarial es bastante reticente a esto, es mal visto.

-Aunque me cuesta ponerlos a todos en un saco, efectivamente no hay una valoración de lo que significa negociar y acordar. Pero si negocias previenes paros y conflictos. En Chile se ha producido algo curioso porque el número de huelgas es bajo. Y lo que se producen son manifestaciones de otro tipo como tomas de camino, o lo que pasó el año pasado con Codelco. Y eso es una expresión de que el mecanismo que debiera usarse, que es la negociación, no está funcionando como debería.

La brecha salarial entre hombres y mujeres

Según explica Valenzuela, el promedio en Chile y la región de lo que ganan las mujeres mensualmente es un 72 por ciento de lo que reciben los hombres. Brecha que desde los 90’ ha ido disminuyendo, pero que aún existe.

-¿Cuáles son las consecuencias sociales que acarrea esta brecha?

-Implica un mal uso de los recursos humanos, porque se están desaprovechando por un tema estrictamente discriminatorio. Si comparas ingresos de hombres y mujeres por nivel de educación, calificación, número de horas, siempre te queda  una cifra residual que no tiene ninguna explicación. Y eso es simplemente discriminación, lo que es un comportamiento irracional desde el punto de vista económico.
Además, tiene un efecto importante en términos de crecimiento de la economía, de la competitividad del país.

-¿Influye también en la disposición de las mujeres para incorporarse al mercado laboral?

-Sí. Sobre todo las de nivel socioeconómico bajo, porque los ingresos potenciales son tan reducidos que no tiene mucho sentido.
Entonces tiene incidencia en la capacidad de la familia de superar la pobreza. Pero también tiene que ver con un derecho básico a no ser discriminada por ser mujer, y por lo tanto es un punto súper importante para plantearse la democracia de verdad.

-¿Cómo se puede cortar esta brecha?

-En este marco estamos en una campaña global denominada “la igualdad de género en el corazón del trabajo decente”, uno de cuyos puntos centrales en América Latina es la promoción de la igualdad de remuneración en función de lo que corresponde.

-Según un estudio de la OIT, además de esta brecha la crisis golpeará más fuerte a las mujeres.

-Sí. Hay sectores de la economía donde las mujeres son mayoría, que serán seriamente afectados, tales como ventas, comercio o servicios.  Además, en el caso de las familias en que trabaja el hombre, al quedar cesante las mujeres empezarán a buscar trabajo, y por lo que se ha visto en crisis anteriores buscan trabajo en cualquier cosa con tal de tener ingreso rápido.
También se  verán afectadas porque en la práctica son ellas las que están a cargo de los temas de la casa, y de los niños. Y en periodo de crisis tiende a haber mayor carga del trabajo doméstico porque se compran menos cosas afuera.

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