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Pesadilla en Estados Unidos

Aprender inglés y trabajar en el país del norte era el objetivo de los casi 5 mil jóvenes chilenos que obtuvieron una visa de trabajo bajo la modalidad Work and Travel. Lo que no sabían era que muchos terminarían sin empleo y sin respuestas de las agencias que les vendieron la experiencia. Nueva York, Nueva Jersey, Louisina y Pensacola, donde dos compatriotas fueron asesinados, son algunos de los lugares donde estos estudiantes vieron diluirse sus ilusiones. Y su dinero.


Un grito de sorpresa atravesó el departamento 5N del 364 de Lexington Avenue la madrugada del 27 de febrero pasado. Los 10 estudiantes chilenos del programa Work and Travel que ya estaban a punto de finalizar su estadía en Nueva York no podían creer lo que aparecía en la prensa: dos jóvenes chilenos que cursaban la misma experiencia que ellos, habían sido asesinados a balazos en Pensacola, Florida.

La suerte de Racine Balbontín y Nicolás Corp los impactó. También a sus familiares y amigos, que temprano en la mañana empezaron a enviarles mail preguntándoles si estaban bien. Porque luego de todas las preocupaciones y traspiés que habían vivido, la trágica historia era el peor remate de un viaje de por sí bastante accidentado.

Ese día Claudio Matute  y sus compañeros de departamento no pudieron dejar de recordar los sinsabores de su periplo para aprender inglés y trabajar en Estados Unidos. Otras decenas de jóvenes chilenos repartidos por ese país, también, según los testimonios recogidos 

La empresa de mudanzas

Faltaban pocos días para Navidad y Matute tenía las maletas listas para partir a Nueva York. Las expectativas del estudiante de Derecho de la Universidad de Chile eran enormes, ya que ser uno de los más de 4.700 jóvenes chilenos que en 2008 recibieron visas de trabajo de Estados Unidos para participar en el programa work and travel (trabajo y viaje) le parecía una experiencia impagable.

Los dos millones de pesos que canceló a la agencia Work and Travel Chile le parecían justificados: se iba con una oferta de trabajo firmada en una empresa de mudanzas y con la convicción de que los dólares le alcanzarían para vivir, e incluso eventualmente para costear los gastos del viaje.

Para ello había pagado por un «full program» que garantizaba una oferta laboral gestionada por un esponsor nortemericano, que además se encargaba de todos los papeleos correspondientes. En este caso CETUSA, que según le explicaron estaba visada por el gobierno estadounidense.

Pero cuando aterrizó el viernes 19 de diciembre en la ciudad favorita del escritor Paul Auster, se dio cuenta de que las cosas eran muy distintas a como se las habían pintado. Al llegar al hosteling que la agencia le recomendó, se encontró con una veintena de compatriotas que empezaron a contarle una historia de terror: la empresa de mudanzas no los necesitaba. Y las pocas veces que los llamaban no les pagaban por hora, como les habían dicho, sino por comisión.

En promedio, ganaban 150 dólares a la semana. Una cifra que nada tenía que ver con los 500 dólares que la agencia chilena anunciaba en su publicidad. «Trabajábamos con puros ilegales, nos mandaron a lo peor. Era súper peligroso, cero elementos de seguridad para hacer las mudanzas. Sin comida ni agua», explica Matute.

La agencia fantasma

Entre quince estudiantes arrendaron un departamento y decidieron hacer un frente común para solucionar el asunto. Matute se hizo cargo de las gestiones del grupo y se contactó con Work and Travel Chile a través de varios mail. Al segundo correo recibió respuesta de la compañía, donde aseguraban que harían lo posible para solucionar el problema.

También se contactaron con el consulado chileno. Entre el tira y afloja la compañía les pagó una agencia de empleo, pero cuando fueron, lo único que les ofrecían era lavar platos por 6 dólares la hora. «Lo que pedíamos era un empleo bajo las mínimas condiciones que nos prometieron».

Las sorpresas no pararon allí. Cuando se comunicaron con el esponsor CETUSA, se enteraron de que los tenían registrados como «independent», no como «full program»,  así que la búsqueda de trabajo dependía de ellos. «Nos dijeron que ellos no habían gestionado nada y que no tenían idea de ninguna empresa de mudanza».

El grupo de intercambio se enteró de que debido a la crisis y a la falta de empleo, CETUSA  había avisado a la agencia nacional que no mandara más estudiantes para gestionarles trabajo. «Y lo que hizo Work and Travel fue contratar una agencia externa de la que jamás tuvimos conocimiento, que fue la que nos consiguió la pega.  Ese es el principal engaño que sufrimos, ya que tu oferta laboral es garantizada por el esponsor, lo que no fue así. Y ahí ya se nos cayó la cara», relata Matute.

El asunto pintaba muy mal, así que a través del consulado y CETUSA consiguieron empleo para dos jóvenes en Boston y el resto en Alabama. Allí las cosas no fueron muy bien tampoco, ya que las condiciones laborales eran malas: doce horas de trabajo de pie en una línea de producción de DVD con apenas dos breaks de quince minutos. El sueldo: 6 dólares la hora y «el hospedaje valía mucho más de lo esperado», asegura Matute. Además, se encontraron con más chilenos afectados, que habían ido por la misma agencia. Por eso varios volvieron a Nueva York a probar mejor suerte.

«Te venden que aprenderás inglés, ganarás dinero, viajarás y te vas a llenar de cultura. Pero En Nueva York trabajábamos con dominicanos ilegales y en Alabama con guatemaltecos ilegales. Y entre todos los problemas que tuvimos que solucionar aprendí re poco inglés».

Juan Carlos Schmidt, socio corporativo de la agencia Work and Travel Chile, asegura que el caso de los chilenos de Nueva York es muy puntual. Y que de los 200 jóvenes que envían anualmente la mayoría tiene experiencias estupendas.

Además, explica que «no podemos vender un empleo. Vendemos un programa oficial del departamento de estado norteamericano que invita a los estudiantes, no a ganar dinero ni a financiar proyectos, sino a una experiencia de intercambio cultural. Que muchos quieran financiarse la experiencia es distinto, eso no lo podemos garantizar».

Rumbo a New Jersey

 Cuando Constanza Carmona, Paulina Cerenic, Felipe Roa, Francisca Carrasco y Nicole Ponce bajaron del avión en New Jersey (NJ), Estados Unidos, el 15 de diciembre, se encontraron con una desagradable sorpresa: no había nadie esperándolos por más que así se los prometieron. Así que arrendaron una van que los llevaría a iniciar la experiencia que les permitiría aprender inglés, trabajar y vivir un intercambio cultural en el país del norte.

Como estudiantes de la cuarta región, la oportunidad en la que habían invertido más de dos millones y medio de pesos cada uno, se presentaba como única. Sobre todo porque la oferta de la agencia chilena XPA  a través de la cual viajaron, incluía un puesto de trabajo que les permitiría vivir sin mayores problemas.

El empleo que les consiguieron fue en un local de Dunkin Donuts de New Jersey, además de dos cuartos de hotel a 120 dólares semanales. Constanza cuenta que antes de partir llamaron por teléfono al jefe de local del restaurante de comida rápida, que les dijo que no sabía que llegarían chilenos de intercambio a trabajar allí, pero que pensaba que era por falta de información de él con el empleador.

Confiados en que era así partieron a la aventura de 3 meses.

16 chilenos varados

Al llegar les dijeron que no había trabajo. Otra sorpresa fue que había cuatro chilenas de Santiago en la misma situación, que les contaron que tenían que esperar el trámite del número social, que se demoraba aproximadamente un mes para poder buscar una alternativa.

«Esa misma noche llegaron dos chilenos más por el mismo programa y al mismo lugar de trabajo. Terminó la semana y éramos 16 chilenos de la misma agencia allí en el mismo hotel y esperando la misma plaza de trabajo, pero sin ninguna respuesta», relata Carmona.

Según la estudiante de párvulo las llamadas eran en vano. «Nuestras familias desde Chile sufrían por no saber de nosotros ya que vivíamos en una ciudad de veraneo, no había Internet ni como comunicarnos frecuentemente, y las oficinas en Concepción y Santiago no contestaban o dejaban los teléfonos descolgados. Así es como pasamos un mes viviendo en el hotel en pésimas condiciones, conviviendo con traficantes y drogadictos,  siendo que el programa nos ofrecía seguridad».

Tres semanas después obtuvieron el número de seguro social, pero la plaza en Dunkin Donuts nunca se abrió. Tuvieron otra oferta, pero era sólo de 15 horas semanales, lo que no les alcanzaba para mantenerse. Por eso, Constanza, Felipe y Paulina decidieron regresar antes, y el 15 de enero volvieron a Chile, dos meses antes de lo esperado.

Ignacio Sandoval, de XPA, explica que la situación económica en Estados Unidos jugó en contra, ya que «la plaza de trabajo estaba disponible, lo que fue comprobado por el consulado chileno. El problema era que las horas de trabajo eran sólo 20 a la semana».

Además, señala que como agencia les dieron todo el apoyo durante la espera del seguro social, pagándoles incluso dos semanas de hospedaje. Y que a ese grupo se le dará la posibilidad de volver a viajar este año a precio costo, junto a otras regalías.

Sandoval asegura que en otros casos en que ha habido reclamos se les ha dado soluciones y respuestas, pero que «hoy el programa Work and Travel está en boca de todos. Se ha desvirtuado mucho y en base a eso es fácil opinar y agrandar las cosas».

El cliente tiene la razón

 Estos casos no son aislados. De hecho no hay una cifra oficial que permita saber cuántos son en realidad los jóvenes que fueron a Estados Unidos con el objeto de trabajar y aprender ingles y se encontraron desamparados. Sin embargo, una breve revisión en el sitio web Reclamos.cl basta para darse cuenta que existen decenas de quejas con empresas como XPA  y Experience.

También ha habido denuncias a través de la prensa y la televisión. Entre ellas las de un grupo de 15 jóvenes que viajó a Louisiana  a través de la mencionada agencia penquista Experience Corp. Varias de esas notas de TV están colgadas en You Tube (ver videos Experience Corp estafa a 15 jóvenes, TVN, y Jóvenes abandonados en USA regresaron a Concepción, Canal 9 regional)

No fueron las únicas denuncias contra esta empresa. Entre los casos ligados a esta agencia está el de Felipe Bucaray, que con dos amigos vivieron en carne propia la fallida experiencia y luego de dos semanas optaron por volver al país.

Bucaray se contactó con más afectados y presentaron sus quejas al Sernac. Pero como desde Experience Corp niegan responsabilidad, iniciarán acciones judiciales.

El mismo camino por el que optará Claudio Matute, que junto al grupo de chilenos que estuvo en Nueva York presentará acciones legales por publicidad engañosa. También acusa engaño por parte de la empresa la estudiante de Derecho de la Universidad San Sebastián, Marjorie Larenas, que viajó a través de la agencia Win USA, la misma que gestionó el viaje de Nicolás Corp y David Bilbao, dos de los afectados en el tiroteo de Pensacola. En su caso, dice que perdió los ahorros para pagar sus estudios universitarios de este año.

Como dato para los que deseen viajar, existe una asociación gremial chilena que agrupa a once empresas que representan instituciones educacionales y de intercambio al exterior, Arei Chile, y que según su presidente, Pablo Jorquera, garantiza respuestas a la hora de los problemas. «Hay empresas buenas, grandes, con mucha experiencia. El problema lo tienen los que no cuidan a la gente que mandan», afirma.

 

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