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El irritante estilo de Mr. Simpson

Al principio se rieron de sus estrategias, después lo imitaron, pero ahora la molestia va desde los detractores internos hasta los avisadores, que ven como ha perdido valor la marca Canal 13. Con todo, el ejecutivo más lúdico de nuestra televisión sigue ajustando la parrilla a la velocidad que corren los puntos de sintonía. Para sus cercanos una muestra de su impúdico pragmatismo. Para la competencia «el principio del fin» o simplemente «pan para hoy y hambre para mañana».


En septiembre del año pasado Vasco Moulián tuvo su primera reunión como director de programación de Canal 13 con el resto de los ejecutivos y los equipos de producción. A la vista no tenía el laptop ni el blackberry de los que ahora no se despega. La audiencia que tenía al frente  en su mayoría lo conocía. Durante cuatro años, antes de ese momento, Moulián, que llegó como parte del equipo de Enrique García, había  sido director del área  infantil. En ese puesto demostró que tenía buenas ideas para la masa como «Pulentos» -la serie animada que se convirtió en franquicia al tiempo que llenaba teatros-  y también una profunda  obsesión por los puntos de rating. Quienes trabajaron con él en esa época recuerdan que siempre mencionaba por cuántos puntos había ganado Cubox (el bloque infantil del 13) sobre Tronia de TVN.

A pesar de su perfil lúdico ampliamente conocido, nadie esperaba lo que realmente sucedió en esa primera reunión oficial. «Ahora les voy a mostrar cual es mi plan de programación para los próximos dos años», dijo. Abrió la puerta y contra todos los pronósticos entra un mago. «Magia!, eso es lo que quiero hacer con la programación», dice, mientras el mago le pasa una carta a cada uno de los presentes, hace algunos trucos y como cierre saca un conejo del sombrero. Algunos de los que estaban ahí pensaron que era el camino al despeñadero y se tomaron  la cabeza. Mercedes Ducci, la directora ejecutiva, en cambio, estaba muy emocionada.

De la RDA a los fina sangre

Vasco Moulián es un tipo pragmático, «si hay algo que tiene claro es que quiere ganar y en eso no ha fallado, no se ha equivocado», afirma un ex colaborador y para reafirmarlo agrega: «¿Has visto algún director de teatro infantil que se haya hecho millonario?, él si». En efecto, la Compañía Kerubines facturó cerca de cinco millones de dólares y él, por cada obra, ganaba cerca de US$ 500  mil. Y fueron  al menos tres montajes a tablero vuelto. Desde el 2000 que tiene una amplia casa en Chicureo y 16 caballos fina sangre, uno de ellos Schackleton, en copropiedad con el economista Fernando Coloma, ex consejero del canal, y con el presidente del colegio de abogados, Enrique Barros.

Proveniente de una familia de intelectuales de izquierda, su tío es el sociólogo Tomás Moulián, su padre fue historiador de la Universidad de Chile y estuvo exiliado en la RDA, de donde «le quedó el terror a ser pobre», según un amigo ya distanciado. Quienes lo conocen parafrasean su clásico enunciado: «Sé que soy menos inteligente que tú, pero mi idea es esta», y después  lanza lo que tiene en la cabeza, que casi siempre le ha dado buenos resultados, al menos en lo que a números se refiere.

Cuando el canal perdía plata a raudales (cerca de 2 mil millones) por culpa de la pretenciosa teleserie Don Amor, con locaciones en Puerto Rico, y no había presupuesto para nada, él propuso poner al aire  Los Simpson, que cuestan 1,5 millón y le dejan 12 millones de ganancia al canal por capítulo. Gracias a su obsesión con el people meter se dio cuenta que la audiencia prendía el televisor cerca de las 22:40, entonces en vez de empezar el prime a las 22, como todos, él puso «El 13 y tu», nada más que un recocido de humoristas, que dejaban unos 10 millones por capítulo y sólo costaban $3 mil, que es el precio de las cintas.

Actor las 24 horas

Las dos cosas fueron motivo de sorna entre los «intelectuales» de la industria. Y Moulián, a quién un amigo describe como «un actor las 24 horas del día», siempre lo supo. Por eso en el último Festival de Viña se puso una enorme camiseta de Los Simpson y adornó su credencial con motivos de la serie, mientras no paraba de reír al ver que los otros canales rescataban en masa sus archivos de humor y sobre todo al darse cuenta que los números cuadraban tan bien que no necesitaría hacer despidos masivos. Y así lo hizo saber en su estilo lúdico, parado en el patio del canal, cuando hace algunas semanas reunió a gran parte de los funcionarios para explicarles, planilla en mano,  que «Gracias a los Simpson, en este canal no vamos a despedir a nadie». Aunque no lo pudo evitar del  todo, porque en abril Canal 13 cerró dos filiales en Antofagasta y Temuco.

Cuando se estrenó Machuca en 2004, Vasco Moulián después de verla llegó al canal diciendo «volví a  ser comunista mientras duraba la película», haciendo reír al resto del equipo con el que trabajaba. Parte de su pragmatismo incluye cambiarse de vereda en política: apareció en un afiche de la campaña de Ricardo Lagos en 1999 y ahora es amigo de Joaquín Lavín y cercano a su entorno de confianza en la Universidad del Desarrollo donde trabajó. La UDI incluso le ofreció ser candidato a diputado, oferta que rechazó. «Se dio cuenta que la derecha tiene un vacío de artistas y él se puso ahí para llenarlo», dice un productor de televisión que lo conoce.

Moulián ha dado golpes de timón que han enfurecido a los más conservadores dentro de la industria. Primero, adelantó sin avisarle a nadie la teleserie «Cuenta Conmigo», rompiendo un pacto tácito de años entre los canales, que mandaba empezar la guerra todos al mismo tiempo. Ya antes había convencido al canal de reinstalar el rating online, otro pacto implícito que el actor secundario  de «Cerro Alegre» hizo añicos. Luego, para potenciar la teleserie, que finalmente terminó perdiendo contra «Los Exitosos Pells» de TVN, decidió retrasar la partida del noticiero a las 21:15 causando molestia en el equipo de Prensa y logrando artificiosamente quedarse en el segundo lugar de sintonía, delante de Chilevisión.

La esquizofrenia daña la marca

Estos movimientos poco quirúrgicos lograron que Canal 13 se instalara como primero en sintonía con 8,9 puntos promedio en el primer trimestre de 2009.  

Eso hasta el martes, cuando la esquizofrenia programática alcanzó su punto más alto. Teletrece volvió a las 21:00 para transmitir el fútbol Sub 17 de Chile contra Argentina. Pero TVN le dio un poco de su propia medicina y estrenó su teleserie nocturna «¿Dónde Está Elisa?», sin previo aviso. Moulián ordenó entonces retrasar el fútbol, dándole la espalda a una de las grandes ayudas que tuvo para ser primero en sintonía, gracias a las Eliminatorias, y tiró al aire un capítulo de «1810», el reality que ha vuelto a llenar las arcas de la estación.

La ANFP envió un comunicado expresando su molestia: «Hechos como este entorpecen los esfuerzos por mantener relaciones cordiales con dicho medio de comunicación». El canal respondió con otro pronunciamiento oficial diciendo que todo se hizo siguiendo «el compromiso fundamental que es con las audiencias». Todo un contrasentido si se piensa que más de un asado se quedó a medio hacer sin el ingrediente fundamental que era el fútbol.  «Es el principio del fin» dice un antiguo ejecutivo de otro canal, al referirse al estilo Moulián, que tiene detractores al interior de la propia estación, incluyendo a Verónica Saquel directora del área dramática y otros directores que como antiguos estandartes de la industria aseguran que «es necesario respetar los hábitos de la gente y aunque ahora las cifras lo acompañen, es pan para hoy y hambre para mañana». Con todo, la programación seguirá moviéndose sin previo aviso, como ya se hace en Argentina donde se pagan multas que los canales asumen sin reclamar. En Chile ya hay molestia en los avisadores que se están expresando en el Power Rate Show, que es técnicamente el valor de la marca donde se publicita. Canal 13 hasta ahora ha tenido el más alto con 1,4, seguido de TVN con 1,2. Actualmente los papeles se invierten y Canal 13 está por debajo del 1,2 mientras TVN y Chilevisión suben a paso firme. Y es que nadie puede ganarlas todas.

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