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Diputados de la UDI enfrentados por la píldora

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Cuando se iba a imaginar la directiva gremialista que un acto de democracia interna iba a generar más debate que cuando la discusión sobre algún asunto se hacía en un pequeño núcleo, y luego sólo restaba acatar la decisión. El asunto es que la polémica ya se instaló al interior de la tienda y la lección es que Piñera debe alejarse de los temas valóricos si quiere mantener su chance de llegar a La Moneda.


La rapidez con que Sebastián Piñera se subió al carro de la «píldora del día después» no le dejó espacio a la UDI para anticipar el escenario interno que la reacción de su abanderado podía provocar. La «libertad de acción» decretada por los máximos dirigentes del partido, lejos de constituir la fórmula para evitar la disputa, alertó a los parlamentarios que no se conforman con la opción del gremialismo y que ven en esta actitud una especie de subordinación de los valores al imperativo de llegar a La Moneda a cualquier costo. Pero la mesa prefirió, al menos por ahora, dejar las divergencias en la bancada.

De hecho, comenzando la semana, tanto el presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma, como el secretario general, Víctor Pérez, trataron de dar por cerrado el tema, asegurando que como manifestación de su democracia interna, en temas valóricos el partido no puede obligar a sus representantes a alinearse bajo una sola postura. Tras esta decisión, los dirigentes del partido se mostraron tranquilos -o así parecía- y descartaron cualquier acto de insurrección interna, pues se estaba respetando la posición de todos.

Para sorpresa de los máximos dirigentes gremialistas, a algunos de sus parlamentarios no les agradó para nada la postura asumida. Y si bien en este grupo la mayoría se contenta con mantener su postura original de oposición a la distribución del anticonceptivo de emergencia -que no es más que la misma que suscribieron al patrocinar el requerimiento ante el Tribunal Constitucional que terminó prohibiendo la entrega de la píldora-, otros prefieren hacerla pública con firmeza. Tal es el caso de Gonzalo Arenas, quien ha pasado a convertirse en un dolor de cabeza para la directiva y en una especie de «brazo armado» de José Antonio Kast.

Desde que se inició el debate interno en la UDI, Kast ha mantenido una postura firme, pero conciliadora. No así Arenas, quien no ha dudado en hacer público su rechazo a que el partido no asuma una postura única frente a este tema. De hecho, ha señalado que «encuentro fundamental que la directiva de mi partido asuma una posición en contra de la píldora del día después y exija que el comando de Sebastián Piñera adopte esta postura también». Y que «los partidos se forman en base a principios y convicción, y no puede ser que para mantener la unidad no se tomen esas posturas».

Tampoco se ha medido en criticar derechamente a la mesa encabezada por Coloma, acusándola de «actuar en forma débil y poco consecuente con lo que es la UDI», entre otras cosas. Pero la directiva se ha negado a trenzarse en una polémica interna, para evitar que el tema «agarre vuelo». Y aunque prefirió tomar palco, ante un problema que podría seguir creciendo frente a sus ojos, no está ajena a lo que ocurre en la bancada. Fue allí donde Arenas encontró a su contraparte. Juan Lobos, médico de profesión, fue el primero en desistir de haber patrocinado el requerimiento, pasando a convertirse en un férreo defensor de la distribución de la polémica píldora.

Lobos decidió enfrentar la postura de Arenas y salió a responder las duras críticas de su compañero de bancada. Aclaró que «no existe ningún antecedente científico serio que permita calificar de abortiva a la píldora del día después» y que «no corresponde pretender imponer criterios religiosos o ideológicos de algunos grupos a toda la población». Además, instó a Arenas a «aceptar la actitud del candidato presidencial de la Alianza, Sebastián Piñera, que fue además respaldada públicamente por los presidentes de la UDI y RN, Juan Antonio Coloma y Carlos Larraín, de dejar en libertad de acción a sus parlamentarios ante la iniciativa legal presentada por el gobierno respecto a la píldora del día después».

Todo bien hasta ahí, pero preguntarse en qué estaba pensando Lobos cuando firmó el requerimiento que solicitaba prohibir la distribución del fármaco. Sobre todo si, como él mismo dice, no existe antecedente científico serio que permita inferir que la píldora es abortiva.

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