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Cancillería retira beneplácito para embajador en Venezuela por vínculos con la CNI

En la decisión, que se ha mantenido en la más estricta reserva, pesó el hecho de que organizaciones de izquierda, tanto en Chile como en el país presidido por Hugo Chávez, han hecho lobby señalando que el pasado del funcionario durante el régimen militar es un impedimento para que desempeñe su labor en Caracas. Su nombre fue propuesto por la propia presidenta Michelle Bachelet en junio pasado, momento en que fue despachada la petición de agreement, la cual no ha sido respondida dentro del plazo prudencial con que se manejan estas materias.


La Cancillería retiró la solicitud de beneplácito al gobierno de Venezuela para que Luis Palma Castillo asuma como embajador en Caracas. Lo anterior, por la complejidad que puede significar que el diplomático aparezca mencionado como informante en un documento de la desaparecida Central Nacional de Informaciones (CNI).

En la decisión, que se ha mantenido en la más estricta reserva, pesó el hecho de que organizaciones de izquierda, tanto en Chile como en el país presidido por Hugo Chávez, han hecho lobby señalando que el pasado de Palma Castillo durante el régimen militar es un impedimento para que desempeñe su labor de diplomático.

El funcionario de carrera, ligado a las sensibilidades de derecha dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrel), era el embajador ante el reino de Jordania. Su nombre fue propuesto por la propia Presidenta Michelle Bachelet en junio pasado, momento en que fue despachada la petición de agreement a Caracas, la cual no ha sido respondida dentro del plazo prudencial con que se manejan estas materias.

Palma Castillo llenaría el cupo que se produjo por el nombramiento de César Drago quien llegó a Santiago para asumir la Dirección de Protocolo, en reemplazo de Fernando Ayala, quien partió a Portugal no con menos polémica.

Este nuevo impasse se suma a otros anteriores producidos durante la actual administración, donde no fueron analizados los antecedentes de funcionarios que asumirían cargos importantes. Basta recordar el caso de Catalina Depassier, quien mintió sobre su título académico cuando estaba a cargo de Chiledeportes. Otro fue el nombramiento de Loreto Ditzel en el mismo cargo en 2007, que le trajo un nuevo dolor de cabeza a La Moneda, cuando la UDI  cuestionó su nombre por el rol jugado en el caso Spiniak.

En los círculos de apoyo a Chávez que operan en Chile, se explicó que la determinación de Bachelet era un «majunche», expresión que habla de lo «deslucido» del criterio para elegir a un representante «que se vinculará con las autoridades de un país que no valora en lo más mínimo los actos cometidos por la dictadura de Pinochet».

Operación Barbarosa

El nombre de Palma Castillo apareció por primera vez en 2003 en una publicación hecha por la revista El Periodista, firmada por su director Francisco Martorell, quien reveló una serie de documentos secretos de la CNI.

En la oportunidad, el profesional reveló varios documentos del organismo represivo relativos a la llamada «Noche Roja», el que se refería al supuesto atentado que sufriría Pinochet la noche del plebiscito de 1988.

El oficio  fue enviado a todos los servicios de inteligencia chilenos por el jefe de la CNI, el general Hugo Salas Wenzel -quien purga condena en Punta Peuco por su responsabilidad en la Operación Albania- hecho que fue confirmado por el ex jefe de la FACh durante la era Pinochet, Fernando Matthei, en una entrevista otorgada al diario La Tercera, revelación que forma parte del libro «Mi testimonio», escrito por la historiadora Patricia Arancibia Clavel.

La idea era que si algo así llegaba a producirse, el acto eleccionario se suspendería y las Fuerzas Armadas volverían a tomar el poder.

El documento que publicó «El Periodista», da cuenta de una conversación sostenida por Palma Castillo, mientras se desempeñaba el año 1988 como cónsul en Londres, con un ciudadano germano-federal avecindado en la misma ciudad, quien le relató el eventual intento de asesinato contra el ex dictador.

Diatribas diplomáticas

Las relaciones entre Chile y Venezuela no han estado exentas de problemas en los últimos años. En mayo pasado, se produjo una polémica que incluso derivó en declaraciones de La Moneda, cuando el dirigente de la UDI y ex candidato a la presidencia Joaquín Lavín, denunció que un agente del aeropuerto le advirtió que no hablara contra Chávez mientras desembarcaba en Caracas para asistir a un seminario.

Un año antes fue expulsado el chileno José Miguel Vivanco, jefe de Human Rights Watch debido a la presentación de un informe donde señalaba  que, «en sus esfuerzos por contener a la oposición política y consolidar su poder, el gobierno del presidente Hugo Chávez ha debilitado las instituciones democráticas y las garantías de derechos humanos».

En 2007, en tanto, el entonces embajador DC Claudio Huepe, quien falleció en mayo pasado, reveló que Chile se había abstenido de dar el voto al país caribeño para asumir un cupo en el Consejo de Seguridad de la ONU, debido a presiones de su partido, lo que implicó su renuncia al cargo.

Algo similar sucedió en 2002 cuando el diplomático Marcos Álvarez apoyó el intento de remover por la fuerza al gobierno de Chávez, liderado por Pedro Carmona, intento que finalmente no prosperó. Álvarez también fue destituido.

En marzo de 1986, da cuenta una nota del diario El Mercurio, un incendio consumió las dependencias de la embajada de nuestro país en la capital venezolana, oportunidad en la que murieron 10 connacionales, entre ellos el embajador de Chile, Carlos de Costa Nora Sepúlveda, el agregado comercial, Francisco Palma Valenzuela, dos secretarias y un chofer.

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