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Conrado Ariztía: el hombre detrás de la oferta de helicópteros Black Hawk para la FACH

Miguel Paz
Por : Miguel Paz Subdirector de El Mostrador
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Pese a que el juez Omar Astudillo investiga su participación en el caso de la compra de 25 aviones Mirage belgas para la FACH, que derivó en el reparto de comisiones ilegales por US$15 millones, Ariztía sigue ofreciendo material bélico a las Fuerzas Armadas chilenas. En 2007 intentó vender a la FACH aviones suizos de entrenamiento. Ahora su última oferta fueron los helicópteros S-70 Black Hawk de la empresa norteamericana Sikorsky, que la FACH rechazó. Este martes El Mostrador informó que la Casa Blanca presionó al gobierno chileno por la decisión.


“No habría que magnificar situaciones como estas. Es usual que un país que pierde una licitación de este tipo, manifieste su disconformidad por no ser incluido”, dijo este martes el subsecretario de Relaciones Exteriores Alberto Van Klaveren. Con sus declaraciones, Van Klaveren le restó importancia a la carta reservada que envió el gobierno de Estados Unidos el pasado 1 de julio, manifestando su “desilusión” por la decisión chilena de adquirir helicópteros rusos MI-17 V5 para la Fuerza Aérea, en vez de una partida de aeronaves Black Hawk de la fabricante norteamericana Sikorsky.

Ayer el canciller Mariano Fernández no estuvo disponible para comentar ninguno de estos temas debido a que “se enfermó” a su regreso de Uruguay, donde estuvo el lunes. El ministro de Defensa tampoco quiso emitir declaraciones. Sin embargo, es de conocimiento público en ambas reparticiones que la adquisición de las aeronaves rusas, que serán destinadas principalmente a transporte de tropa y tareas de apoyo y evacuación de civiles ante desastres naturales, está prácticamente cerrada. Sólo faltaría la firma del contrato, en agosto, por una suma cercana a los US$80 millones.

Con esta decisión uno de los grandes derrotados es Conrado Ariztía O`Brien, antiguo intermediario privilegiado de la FACH, dueño de la empresa I-System, quien representa a Sikorsky y ha adquirido un alto perfil público debido a su vínculo con el caso Mirage y las comisiones ilegales de US$15 millones por la venta a Chile de los 25 aviones belgas que está siendo investigada por el juez Omar Astudillo.

General lobbista

A raíz de la investigación de la justicia belga y el levantamiento del secreto bancario de cuentas relacionadas al caso Mirage, se detectó que Ariztía había recibido depósios provenientes de la Dirección General de Aeronáutica Civil. Curiosamente, un oficial retirado que encabezó la Dirección de Aeronáutica Civil ahora es mencionado por fuentes de Defensa como lobbista de Ariztía y las empresas que representa. Se trataría del general de la FACH Patricio Campos Montecinos.

En septiembre de 2002 el general Campos Montecinos pasó a retiro cuando se denunció que su esposa Viviana Ugarte Sandoval, “la Pochi”, había integrado el Comando Conjunto como agente civil de la FACH. Según un reportaje “la Pochi” había participado en sesiones de tortura a detenidos. Sin embargo, el pase a retiro del general Campos no fue provocado por este asunto. Sino, más bien, debido a que habría destruido información sobre el paradero de detenidos desaparecidos que le había sido solicitada para la “Mesa de Diaólogo” por el comandante en jefe de la FACH, Patricio Ríos, quien también dejó su cargo en medio del escándalo. El general Campos Montecinos fue procesado por obstrucción a la justicia en enero de 2003.

Pese a todos estos antecedentes, el ex uniformado estaría trabajando para Conrado Ariztía en la oferta de material bélico de las compañías que él representa, incluida Sikorsky, la fabricante de los helicópteros S-70 Black Hawk que fueron desechados por la FACH, provocando la irritación del gobierno de Estados Unidos, tal como informó El Mostrador este martes.

Ariztía, Dezerega, Rojas y la FACH

Debido al caso Mirage, Conrado Ariztía es el más conocido de los intermediarios en el lucrativo negocio de la venta de armamento en Chile. Pero la única foto existente de él proviene de una fotocopia de su pasaporte. De extremo bajo perfil, se inició en el negocio de las armas en los años 70’, de la mano de Oscar Alhues, empresario que en esa época representaba a la francesa Dassault y era conocido por sus vínculos con personeros de la DC. Alhues se convirtió en una especie de mentor de Ariztía y le ayudó a entrar al ambiente, enseñándole los entresijos del negocio.

Su primera prueba fue cuando el Ejército le pidió equipos de telecomunicaciones y electrónica durante la crisis con Argentina en 1978. En esa venta de equipos de la inglesa Racal, afirma un competidor de Ariztía, también habría participado su amigo, el DC Bartolomé Dezerega, como instructor del uso de los equipos debido a su experiencia como ingeniero electrónico. Esta versión es ratificada por un ex ejecutivo de TVN que trabajó codo a codo con Dezerega cuando este fue gerente general de la estación estatal.

Dezerega es una de las piezas clave junto al ex ministro de Defensa DC Patricio Rojas en la investigación del juez Omar Astudillo sobre la entrega de US$ 15 millones en comisiones ilegales por la compra de 25 aviones Mirage belgas, por la cual Ariztía saltó a la luz pública como intermediario comisionista. En la investigación se estableció que Ariztía recibió US$ 1,7 millones depositados por su amigo Carlos Honzik en una cuenta de su empresa Intercountry Holdings. 
Además, se detallaron los pagos de comisiones que el propio Ariztía hizo a oficiales retirados de la FACH, contratados por él para hacer gestiones en tratos de armamento.

Astudillo busca dilucidar si el nexo Ariztía-Dezerega y los US$ 3 millones depositados en una cuenta de este último, tienen que ver con la amistad del ingeniero electrónico y Patricio Rojas, quien tenía entre sus asesores de Defensa al hijo de Dezerega, Alejandro, y fue responsable de visar la adquisición de los aviones caza de segunda mano. Tema por el cual Rojas y su Corporación de Estudios Estratégicos (CEES) también están siendo investigados. La CEES fue creada por Rojas cuando todavía era ministro del gobierno de Patricio Aylwin. En ella, según detalló el Centro de Investigación Periodística (Ciper) , “también participó el general (r) Ramón Vega, el principal procesado por el juez Omar Astudillo en el mismo proceso”.

Como dato curioso, Alejandro Dezerega y Conrado Ariztía hijos fueron compañeros en The Grange School y son amigos en Facebook. Entre los contactos de Ariztía junior en la red social también figura Lucía Pinochet Hiriart.

A fines de los 80 y principios de la década siguiente Honzik representó a la empresa suiza Mowag. Varias fuentes consultadas aseguran que Ariztía también estuvo involucrado en los negocios de la compañía de carros blindados en Chile. Particularmente “en una operación de venta de una licencia y componentes a Famae para armar blindados Piraña en Chile”, dice un experto que monitoreó el tema. En esos años Ariztía además habría representado a Oerlikon, empresa que vendió artillería antiaérea a la FACH y a la Armada.

En Famae, en esa época, trabajaba el mayor del Ejército Guillermo Ortiz Marín, conocido por haber diseñado la subametralladora SAF, uno de los mayores orgullos de la fábrica de armamento. Ortiz, según una investigación en 2005 de la desaparecida revista Siete+7 sobre el trasfondo del boinazo de Pinochet, “sería durante un tiempo el administrador de la «empresa madre» para el tráfico de armas y la obtención de comisiones del núcleo duro de Pinochet: Cornwall Overseas Corporation, la sociedad de inversiones con acciones al portador creada en las Islas Vírgenes por el abogado Óscar Aitken Lavanchy, miembro del grupo directivo de Famae y albacea de Pinochet”. Luego de su retiro en 2000, Ortiz se convirtió en representante de SIG, otra empresa suiza.

Pasajes a Suiza

El dato es relevante puesto que en consultas realizadas en 2007 a la embajada helvética en Santiago sobre Ariztía, el consejero Markus Letner afirmó que Ortiz Marín era el representante para el Ejército de Chile en todo lo relativo a armamento suizo. Ese mismo año Ariztía buscó aterrizar un jugoso contrato para venderle aviones de entrenamiento suizo a la Fach.

Se trataba del último negocio conocido de Ariztía hasta ahora, e incluía la oferta de entre 14 y 20 nuevos aviones de entrenamiento Pilatus PC-21 para reemplazar los aviones Pillán y A-36 que ya estaban obsoletos. Las estimaciones de entonces indicaban que el Fisco desembolsaría entre US$ 160 y 200 millones por la operación. Por lo mismo, Ariztía gestionó la visita de cinco oficiales de la FACH a las instalaciones de Pilatus en Suiza para que conocieran las bondades técnicas de los aviones.

El viaje se llevó a cabo a fines de 2006, aunque el departamento de comunicaciones de la FACH negó que Ariztía hubiese pagado los boletos de los aviadores. Conrado Ariztía «no viajó con la delegación, sino que se encontraba en Suiza a la llegada del grupo y participó luego en las reuniones como integrante de Pilatos», indicaron.

Respecto a si Pilatus estaba enterada de que Ariztía estaba siendo investigado tanto en Bélgica como en Chile por las comisiones ilegales por los aviones Mirage, el asistente ejecutivo del presidente de Pilatus Aircrafts Oscar J. Schwenk, fue escueto: “No comment”, respondió a través de un e-mail.

Finalmente, los aviones elegidos fueron los EMB-314 Súper Tucano, de la brasileña Embraer, y Ariztía volvió a la privacidad de la oficina de su compañía I-Systems en la tranquila calle Colo Colo de Ñuñoa.

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