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Mi programa de gobierno

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Mientras persista el clientelismo, el compadrazgo, el poder  económico y político desbalanceado, una elite que «se sale con la suya», no cesara la corrupción, porque esta no es otra cosa que la captura del Estado por parte de privados, para fines particulares.


Mi Chile del futuro es uno en el cual el Estado chileno logra que las instituciones, públicas y privadas, traten a todos por igual. Que la ley valga para todos por igual. Un lugar donde no importe donde uno nace y se educa para tener acceso a los derechos. Para ello se requiere voluntad política para quitarle a los que abusan del poder que tienen, los privilegios que no les corresponde. No un juez que se pare en la carretera con la televisión a sacarle un parte a un ministro para hacer creer que todos son iguales, sino que al indio sin corbata el ejecutivo del banco lo llame de vuelta. No una dirección del trabajo que sea policía de los trabajadores sino una que sea bolsa de trabajo y fuente de programas de capacitación para reinsertar a los desempleados. No un servicio de impuestos internos que se modernice por internet, sino uno al cual nadie se atreva a decir «no me de boleta».  No un sistema judicial donde los jueces no se atreven a meter a los delincuentes a la cárcel, sino uno donde los funcionarios del Estado tengan potestad para imponer la ley. El primer norte del Estado es que todos los chilenos puedan usar los derechos para protegerse de los abusos y las discriminaciones. Esa es la principal tarea a emprender para llegar a ser desarrollados.

La segunda tarea es la de liderar un cambio cultural para que los chilenos cumplan sus obligaciones. La otra cara de la medalla de los derechos. Mientras no podamos ejercer nuestros derechos en plenitud, no habrá consenso en cumplir con las obligaciones. El pagar el boleto del bus es una obligación que se impone en un país cuando los que no pagan son catalogados por el resto de los ciudadanos como delincuentes comunes, porque abusan del sistema. Aquí por mientras, el no pagar es una manera de «recompensar» las desigualdades.

Los chilenos tienen que pagar el boleto del bus, y los empresarios tienen que pagar TODOS sus impuestos. Ese es el Chile desarrollado del futuro. Sin un Estado fuerte que logre imponer la ley a todos por igual, eso no es posible. Mientras el poder político sea complaciente con el poder económico, eso no sucederá. Tampoco puede ser complaciente con los  ciudadanos que abusan del Estado, usando tarjetas de Fonasa, o subsidio que no les corresponde.

Un capítulo especial del programa de gobierno se debe dedicar a denostar los abusos de poder de los empresarios y del poder económico. El desarrollo de nuestras ciudades, la capacidad de los trabajadores de luchar por sus derechos al interior de las empresas, la calidad  y costo de la educación y la salud que ofrecen, no pueden estar supeditadas a los intereses particulares de los grupos con mas poder, sino que deben estar regidas la maximización de  los intereses del país y no de cada cual. El balance de poderes al interior de esta sociedad está muy sesgado a favor de los que tienen poder económico. Ello hace que el desarrollo no sea balanceado, se maximizan los derechos de los que tienen más, que además trasgreden más las reglas. La democracia chilena tiene que encontrar el equilibrio de poderes, con derechos a todos. Una reforma de transparencia para las empresas se hace indispensable para empezar una nueva era donde trabajadores y empresarios sean «socios» pares, en el Chile del futuro. El que crea que la Dirección del Trabajo puede hacer esa labor vive en la pre-historia. El chileno no necesita un «pater familia», el Estado, para llevarlo de la mano en la defensa de sus derechos, sino un marco regulatorio en el cual aprenda a defender sus derechos con igualdad de condiciones. Hay que cambiar la matriz del paternalismo del papá «Estado» a la potestad de cada cual con igualdad de derechos.

Un capitulo especial del programa de gobierno hay que dedicarle al poder político. El abuso de poder político es tan desbalanceado como el del poder económico. Se requiere un Estado capaz de controlar los abusos del poder político, en el gobierno local, regional y nacional. Aquí falta más que nada pantalones de la clase política para ser capaces de  exigirle a todos los que se sientan en la misma mesa, el máximo estándar. Mientras valgan primero los amigos y la familia, no habrá una política partidista profesional, capaz de castigar al que se mueve en la foto. La corrupción regida por las leyes es un aspecto, pero el más grave es el clientelismo, el compadrazgo, el caudillismo y la colusión. Mientras los carteles están regulados por ley, no hay regulación posible para acuerdos políticos que limitan el pluralismo, la discusión, vetan temas y personas, así como se perpetúan  personas ineptas, pero amigas. En esta colusión política está el desbalance de poder que presentan los medios de comunicación, que son verdaderos filtros de pluralismo, con grandes sesgos. Una democracia desarrollada tiene que tener competencia en los medios de comunicación de tal manera que sea plural y diversa, y no represente sólo los intereses de algunos. La política requiere de una gran reforma, de profesionalización, de transparencia, de financiamiento, para que pueda «representar» los intereses de los chilenos. Ello no sólo con la reforma del binominal que ha  consumido la fuerza  y postergado todo lo otro, sino con un sistema político que permita la representación y la competencia.

La inscripción automática y voluntaria es otro de los temas que ha ocupado un espacio desproporcionado del problema sin abordar lo central. Esta última es menos importante que la reforma del sistema en su totalidad.

Finalmente está el capítulo de las políticas sociales, que no es más que eso, un capítulo más de mi programa de gobierno. Las campañas electorales se han transformado en verdaderas matrices de políticas pública, donde hay algunos que llenan algunos casilleros y otros otras. Y se cree que eso es lo que determina ser de izquierda o de derecha, donde la derecha enfatiza más la lucha contra la delincuencia y la izquierda la lucha contra la pobreza y la discriminación.  La lucha contra la delincuencia para mi se combate abriendo la calle del callejón sin salida que representa una educación media completa. Seis de cada diez jóvenes no pueden estudiar NADA. Un destino sin futuro.

Únicamente dando opciones de futuro se puede combatir la delincuencia y aplicando la ley con jueces que tengan potestad para tal. La reforma de educación que jubile y renueve a los profesores para enfrentar al mundo globalizado, con una educación que no mire donde nació la persona, sino premie el esfuerzo, la perseverancia, los talentos, y por cierto la inteligencia. Chile depende para el futuro en primer lugar de su gente, y nosotros lo que hacemos es «ningunear» nuestras mejores cartas al no saber donde están los talentos. No podemos seguir en un país donde los hijos de los que tienen poder pueden asaltar un lugar y quedar impunes, mientras los talentos terminan pescando artesanalmente en un perdido lugar porque nadie lo supo.

Si discutimos la cota mil estamos perdiendo el tiempo, porque ese no es el problema. El actual sistema de educación no permite recoger nuestros talentos e inteligencias, estamos perdiendo competitividad al hacerlo y pagaremos caro por ello. El talento y la inteligencia no tiene raza  ni clase social, y nosotros discriminamos a quien educamos mejor por el lugar donde cada cual nace. Eso no es aceptable de un régimen que dice ser democrático.

En Salud habría que tener voluntad política para eliminar el costo de los abusos de licencias médicas, y la pérdida de crecimiento que implica no trabajar. Las licencias no pueden ser el lugar donde se esconden los chilenos cuando tienen problemas de cualquier tipo.  Si queremos tener una fuerza de trabajo que valga hay que darle un sistema que le permita atenderse a tiempo para disminuir el costo y el tiempo de tratamiento. Mientras el chileno tenga la práctica de llegar a la posta cuando ya el problema es urgencia, entonces el costo de salud no lo puede pagar nadie. Aumentar la racionalidad en el gasto por el lado de la demanda, implica cambiar los hábitos de salud de la población. Asunto que nadie ha abordado. A partir de cierta edad, el control anual de salud debería ser obligatorio, y se pagaría solo.

En Salud habría además que hacer un pacto con la industria alimenticia para combatir las enfermedades del corazón y la diabetes, comenzando por disminuir los alimentos con exceso de azúcar que abundan en el mercado, disminuyendo la cantidad de azúcar que tienen los productos, y produciendo productos sin azúcar. Un solo ejemplo, los jugos de fruta sin azúcar no existen en Chile, un país de diabéticos. Disminuir los riesgos de salud por el lado de la oferta de alimentos y las buenas prácticas alimenticias de las enfermedades más comunes. A ello se le puede agregar entonces la construcción de hospitales, la mejora de los consultorios, etc etc.

En vivienda, cambiar la matriz, y pasar, como en los países desarrollados a producir viviendas sociales que son del Estado, donde las personas se les arrienda un inmueble para que salga de la pobreza, y siga hacia arriba, no se quede en el mismo lugar toda la vida. La inmovilidad social que produce la casa propia subsidiada dura varias generaciones y no ha sido evaluada como error. Ya es hora de ponerse al día en ello. La expectativa de un país moderno es tener movilidad social, para lo cual no se puede anclar a la gente a una vivienda pobre de por vida. La vivienda propia debería ser la segunda vivienda de la persona que sale de la pobreza, después de haberse sabido parar sola y decidir su futuro.

La vivienda propia que da el Estado es un certificado de pobreza para la vida, del cual no puede tener más movilidad. Chile es un país con muy poca movilidad social para el nivel de crecimiento que tiene. Este es uno de los elementos que retiene a la gente en el mismo lugar. Hay que eliminar todos los instrumentos del Estado que impiden la movilidad social.

La televisión: hay que cambiar al matriz de las transmisiones de televisión pública, para ello hay que subvencionar a la industria hasta que esta pueda  sostener por sí misma un sistema de rating que permita medir la diversidad de las demandas, de tal manera que la torta publicitaria esté mejor repartida entre los auditores. Aumentar a un sistema representativo del país la medición del rating, lo que hará cambiar la televisión sin otra intervención del Estado, porque cambiara la dispersión de la torta publicitaria y con ello la oferta de programas.

La prensa escrita: los avisos del Estado tienen que tener estándares de publicación que obliguen a los medios en que se publican a tener cierto nivel. Ese nivel debería estar acorde con los estándares internacionales de ética de publicación. Ello incluye temas como las encuestas electorales y otros que a veces hasta son objeto de leyes que terminan siendo bastante inútiles y sin efecto. En primer lugar no se deberían publicar los avisos del Estado en un solo lugar, sino en una paleta que se licite regularmente por concurso. El Estado es el mayor productor de noticias en Chile, y como tal debe asegurarse que la publicación de sus noticias sea balanceada de tal manera de producir competencia en la industria y con ello mejores condiciones, y acceso de la población a la información.

Encuestas: el Estado debería tener una política en materia de encuestas. Nadie debería poder acceder a competir en los estudios que se licitan en Chilecompra, sino se cumplen con estándares. Esos estándares deben regir a todas las instituciones que usan fondos públicos. Si se toman estándares internacionales, se elevaría automáticamente el nivel de lo producido en todos los ámbitos, con el consecuente beneficio. Las encuestas políticas de gobierno deberían estar institucionalizadas, con un presupuesto conocido, con un grupo de encuestadores que las ejecuten, con una política de publicación conocida. España es un buen ejemplo en este sentido. Eso es mucho más realista que tratar de prohibir las encuestas 5 días antes de las elecciones porque algunos le tienen miedo a los resultados. El Estado debería acumular la información de encuestas en un banco de datos accesible al público después de un periodo de confidencialidad.

Información: se debe cambiar la matriz de acceso a la información privada. Por una parte se debe proteger la privacidad de las personas, y por otro se debe acceder a la información agregada. Las empresas producen bienes que son públicos, que deben estar al acceso del público, cuando así es.  Por ejemplo, las empresas telefónicas producen el registro de teléfonos de los chilenos. Ese registro debe ser público, y no privado. Es un bien público, donde se le ha «concedido» el servicio, y sus utilidades a las empresas. ¨La responsabilidad social de las empresas las lleva a ser parte de la producción de bienes públicos que no pueden permanecer en el dominio privado. No creo que el mundo se mueva hacia el fin del capitalismo, sino mas bien hacia un capitalismo en que las empresas empiezan a producir bienes públicos, porque están involucradas en el éxito de las sociedades en que están insertas. La responsabilidad social de las empresas no implica sustituir al Estado, como muchas creen, sino más bien producir bienes que impacten positivamente en el desarrollo de las sociedades.

La corrupción: finalmente la apropiación ilícita, la corrupción es un tema cultural y central del desarrollo de nuestra sociedad. Mientras persista el clientelismo, el compadrazgo, el poder  económico y político des balanceado, una elite que «se sale con la suya», no cesara la corrupción, porque esta no es otra cosa que la captura del Estado por parte de privados, para fines particulares. Mientras no tengamos una reforma del sistema político que represente mejor a los chilenos, y este sea capaz de producir «bien común» sin distinciones ni privilegios, la corrupción no se podrá combatir plenamente. Una sociedad que está tan íntimamente entrelazada en un grupo pequeño,  termina no percibiendo que su mayor corrupción es esa concentración del poder político y económico. Cuando la mujer es titular en una institución, y el marido en otra, y no hay incompatibilidad legal entre los cargos, no hay ley que pueda impedir el traspaso de información confidencial, asunto que está penado con cárcel en los países mas desarrollados de la tierra. Cuando un senador es miembro de la comisión de Hacienda y tiene un pariente que es dueño de una empresa sobre la cual esta regula, tenemos la matriz equivocada de reglas. Ese Senador no puede ser miembro de la comisión de Hacienda. Nuevamente  cuando se dice que el problema son los contratos corruptos de las recolecciones de basura de las municipalidades, es no entender el problema de la corrupción. Ese es un problema de potestad del Estado, un estado que no puede imponer la ley existente. En este otro caso que menciono, no hay reglas. Los vacios legales de los conflictos de intereses que tiene un país pequeño donde la clase dirigente es pequeña y esta íntimamente relacionada, esa es la fuente más brutal de corrupción que hay que regular  severamente.

La potestad del Estado: un tema de política pública complejo, cuanto puede decidir el funcionario público y cuánto debe estar fijo en las reglas. En un Estado profesionalizado y competente, con alta moral pública: mucho. En un Estado débil, con funcionarios mal pagados: casi nada. Chile debe mejorar la capacidad de su Estado, invertir en sus funcionarios, y hacer de cada función un cargo que permita implementar todo lo anterior. Un Estado débil como el chileno, donde una persona con poder intimida al funcionario que se siente presionado a acceder a algo que no debería acceder, es un Estado que no puede asegurar la igualdad ante la ley. Ejemplar es el parte al ministro en la carretera por un juez con televisión y en vivo. Cuando la ley se aplica de esa manera es una comprobación aniquilante de la igualdad. ¿Se necesita un juez con televisión para sacarle un parte a un ministro? Todos los funcionarios públicos deberían estar protegidos, no sólo de denunciar hechos de corrupción, sino de las presiones de los poderosos, para imponer a todos la ley por igual. Ningún funcionario público debería perder su puesto de trabajo por no haber accedido a hacer algo por presión de un poderoso, ya sea político o empresario. Los funcionarios públicos deberían tener la obligación de publicar los llamados de poderosos que les piden favores para que cualquiera los pueda leer.  Se tienen que acabar los «favores», es la mayor fuente de corrupción, lo que más afecta la igualdad ante la ley.

La reforma tributaria de la cual se habla tanto, es un pelo de la cola, porque con más plata no se solucionan los problemas de Chile. Los problemas se solucionan con voluntad política para cambiar lo que es «vox populi». Nos tenemos que quitar la máscara detrás de la cual nos escondemos, y encarar lo que todos sabemos, sin que ello nos inquiete porque los afectados resistirán. Sin  miedo a que los que resisten serán duros y poderosos y el cambio será lento, pero si no lo hacemos, seguiremos donde mismo,  sólo con más dinero.

Chile no necesita protección del Estado, necesita un estado fuerte que se proteja a si mismo de la presión de los poderosos, para poder entregar igualdad ante la ley. No hay protección más potente que la igualdad ante la ley. Lo que Chile necesita no es dinero, necesita hombres libres que no le tengan miedo a los desafíos del futuro. El miedo a entregar libertad es nuestra mayor tara, darle a cada cual la libertad de elegir su futuro, incluso a costa que ello nos afecte, ese es mi programa de gobierno. Como decía el Padre Hurtado, «dar (libertad) hasta que duela».

 Aspiro no a un Chile más rico, sino a un Chile donde todos tengan la oportunidad de producir riqueza. Aspiro no a un Chile más poderoso en el mundo, sino un Chile donde todos puedan acceder al mundo. Aspiro no a un Chile que proteja a la familia, sino uno donde todos tengan posibilidades de formar su propia familia y defenderla. Aspiro a un Chile donde la Iglesia Católica no tenga que ser «guardián» de la moral, sino más bien líder  para insertarnos en el loco mundo globalizado. Aspiro a un Chile no donde se elimine la delincuencia, sino uno donde los delincuentes sean personas non gratas para la sociedad, y nadie quiera serlo. Aspiro a un Chile no donde no haya desempleo, sino uno donde los desempleados no sean siempre los mismos. Aspiro a un Chile no donde no hayan ricos y pobres, sino a uno donde los ricos y los pobres no sean siempre los mismos. Aspiro a un Chile no donde no haya malos y buenos, sino donde los malos sean malos para todos, y los buenos, buenos para todos. No quiero vivir en un Chile donde los malos y los buenos dependan de donde uno está. Aspiro, finalmente a un Chile donde cada cual tenga la libertad de ser quien quiera ser, sin ser castigado por ello.

Aspiro a un Chile donde los programas de gobierno sean oportunidades de mejorar Chile, hacer las reformas pendientes, y no sólo de cambiar a quien gobierna. Hay que acelerar el paso, y atreverse a quedarse solo como reformador (como dice Maquiavelo), para hacer los cambios que la sociedad necesita. Todo lo otro es poder por el poder y no sirve para mucho, pero ciertamente sirve para unos pocos.

Aspiro a un Chile donde no reneguemos del pasado que somos y hemos sido, somos el resultado de nuestros conflictos, éxitos y fracasos. La Concertación  ha gobernado 20 años sacando a Chile adelante con éxito y dignidad, se merece el beneficio de la duda por la sola obra alcanzada de estabilidad y prosperidad como nunca antes en la historia. Al mismo tiempo  nadie tiene un cheque en blanco, tiene que re concursar y mostrar que es capaz de recapitular para seguir adelante. Sin liposucción y un par de operaciones a corazón abierto, para hacer unos bypass, este enfermo no se mejora. Pareciera que falta el médico que quiera operar. La derecha ha recapitulado y esta concursando con su mejor esfuerzo,  pero desconocemos como será la derecha post Pinochet, y cual es su verdadera capacidad de competir con la obra monumental de la Concertación.

Si esta elección se decide por quien puede abusar más del poder, ya sea por el poder político o del poder económico de los medios para una campaña, entonces habremos retrocedido, porque su resultado será consecuencia de una lucha desigual, y no de una competencia leal. Los primeros que tienen que acatar la ley electoral de periodo de campaña son los candidatos. Ello le daría dignidad a la política. Aspiro a un Chile donde los electores tengan suficiente información para castigar a los que abusan del poder. Se han acabado los tiempos en que se le podía echar la culpa al empedrado.

*Marta Lagos es directora de Mori.

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