Aunque, como era de esperar, en la CUT causó buena impresión la postura del abanderado oficialista respecto a la necesidad de fortalecer el sindicalismo y otras reformas laborales, analistas políticos estiman que reavivar el debate de las presidenciales del ’99 no es lo más adecuado para el actual periodo y que sólo será percibido como un salida electoralista.
«Un triunfo de la derecha sería un retroceso enorme para los trabajadores de Chile. Y espero contar con ustedes para evitarlo», fue la frase del candidato presidencial oficialista en el marco de la reunión que sostuvo el pasado martes con los máximos dirigentes de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y que sacó ronchas en la derecha. Porque, tal como se veía venir, todo indica que Eduardo Frei pretende encenderá la ya tradicional polémica entre los trabajadores y el empresariado en materia de reformas laborales, particularmente en lo relativo al fortalecimiento del sindicalismo. Cosa para la cual en la Alianza estiman que no hay piso político, lo que coincide con la postura de diversos analistas que advierten que al abanderado de la Concertación le podría «salir el tiro por la culata».
Para el ex asesor de la presidencia de la CUT, el abogado Leonardo Holgado, en tiempos de crisis como hoy es necesario que los empresarios tengan en los trabajadores una contraparte legitimada, a través de sindicatos más fuertes. Pero el cientista político de la Universidad Central Patricio Gajardo, tiene una mirada diferente. A su juicio, el escenario económico que enfrenta Chile, con altas tasas de desempleo y bajo crecimiento, no es el más apropiado para plantear temas como el fortalecimiento sindical.
En este sentido, la lectura que hace Gajardo de la posición asumida por Frei, es que «está tratando de consolidar su imagen para dejar a Sebastián Piñera como un derechista tradicional que desprotege a los trabajadores», reproduciendo el escenario de las presidenciales del ’99. Pero el experto tiene la convicción de que «con altos niveles de cesantía y crecimiento bajo, el momento no es oportuno para eso». De hecho, el cientista político atribuye la postura del senador falangista a su mala performance en las encuestas, por lo que necesitaría posicionar temas en los que pudiera tomar ventaja.
«El tiro por la culata»
Gajardo cree que con esta movida a Frei «le podría salir el tiro por la culata», porque para que sus propuestas tengan algún sentido práctico, el Ejecuticvo tendría que respaldarlas a través de proyectos concretos «y lo más probable es que el gobierno no lo haga», justamente debido a la situación de crisis en que lo que se espera de la autoridad son propuestas destinadas a generar más empleo y crecimiento y no a la inversa.
Distinta es la percepción de Holgado. El profesional estima que tras las reformas laborales de 1999 «sólo se han corregido cosas menores» y que «con la necesidad actual de crear más empleos se ha dejado un poco de lado una serie de necesidades de los trabajadores». Es por ello que «Frei está tratando de conseguir el mayor consenso de diferentes actores» para avanzar en todas aquellas materias que aún están pendientes. En opinión de Holgado «los empresarios entienden que tienen que tener una contraparte empoderada, porque, de lo contrario, el riesgo es que se siga incrementando la sindicalización semi formal y el movimiento se radicalice al punto de exigir que la negociación colectiva se haga por áreas, como ocurre en Alemania y España. Allí, a los acuerdos alcanzados, el Estado les otorga reconocimiento legal y ese sería un escenario mucho más complejo para el empresariado».
El cientista político Aldo Cassinelli comparte la posición de Gajardo, pues está convencido que «la mejor reforma laboral es una que proteja el trabajo», ya que mientras mayores normativas que protejan a quienes tienen empleo podrían terminar generando desempleo estructural, explica. Aún cuando reconoce que la intención de Frei «es buena, pero el resultado no es el mejor, porque va en la lógica de proteger a quienes están dentro del sistema, pero no incorpora a nuevos trabajadores».
La «inconsistencia» de Frei
El análisis de Cassinelli es que Frei se contradice al plantear una reforma laboral en periodo de campaña. Ello, porque el abanderado oficialista «se ha mostrado partidario de sacar del debate temas como el indulto, propuesto por la Iglesia, y la reforma tributaria. Pero si mantiene la reforma laboral queda en evidencia que se está haciendo un uso electoral de ella».
Por su parte, el analista político del Instituto Libertad, José Miguel Izquierdo, coincide en que es «un error» abrir hoy día el mismo debate del ’99, porque según estudios del gobierno que analizan la relación empresarios-trabajadores, ésta es «sana». Y coincide con Cassinelli en que el abanderado oficialista es «inconsistente» al considerar que una época de crisis no es el momento adecuado para abordar el debate tributario, pero sí plantea fortalecer el sindicalismo.
Izquierdo sostiene que «los trabajadores debieran darse cuenta que cuando la Concertación plantea fortalecer la sindicalización, está hablando de un grupo trabajadores que tienen empleo y quienes necesitan apoyo son aquellos que no lo tienen, con políticas que incentiven más creación de trabajos».
Por su parte, el diputado Mario Bertolino (RN), integrante de la comisión de Trabajo de la Cámara, afirmó que el tema del sindicalismo no pasa por una legislación y que los trabajadores sindicalizados no pasan de un cinco por ciento en Chile. En la misma línea, argumenta que este grupo «ha sido permanentemente instrumentalizado políticamente. Basta recordar el proyecto de ley con el que la Concertación trató de abrirle espacio a los dirigentes sindicales para ingresar al Congreso sin tener que dejar sus cargos de representación de los trabajadores». Por lo que descarta que su sector esté dispuesto a respaldar alguna iniciativa en el sentido de lo propuesto por Frei, a la que sólo le atribuye fines electorales.
