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La sociedad Correa-Larroulet bajo la lupa

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Sin mucha bulla el Ejecutivo asumió la propuesta de ProyectAmérica y Libertad y Desarrollo. Pero la idea  ya está generando una soterrada controversia. Sus detractores advierten que las primarias no son la «panacea» y que lo verdaderamente necesario es modificar el sistema binominal. Otros ven las huellas de ambos cerebros para ganar espacio de poder paralelo al de las directivas partidarias.


El 29 de julio el gobierno ingresó al Congreso un proyecto de ley que institucionaliza las primarias voluntarias vinculantes, financiadas por el Estado, para que los partidos y coaliciones definan candidatos a alcaldes, parlamentarios y Presidente de la República. Y aunque ha tenido mejor recepción en la Concertación que en la derecha, su principal característica, que abre mayores espacios para la competencia y la renovación, genera también un importante cuestionamiento acerca de si no será mejor modificar de una vez por todas el sistema binominal. Ello porque sus detractores ven en esta normativa una forma encubierta de «perpetuar» el actual mecanismo electoral. Y otros observan con cautela la idea, en la que advierten una fórmula para generar redes de poder paralelas a las estructuras partidarias.

La iniciativa, que está siendo tramitada en la Cámara de Diputados, tiene su origen en el trabajo conjunto de Libertad y Desarrollo -instituto ligado políticamente a la UDI-, a través de Cristián Larroulet, y la Corporación ProyectaAmérica, encabezada por Enrique Correa. Esta poco común sociedad es la que genera suspicacias en algunos sectores de la Concertación y  también en parte de la derecha liberal.

Uno de los principales opositores a la medida desde el primer minuto es el director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea, Carlos Huneeus, pues a su juicio «va a en la dirección exactamente contraria al fortalecimiento de los partidos políticos», que es lo que se estaría necesitando en Chile. Para Huneeus la estructura partidaria chilena no se presta para el sistema de primarias. Con el analista político de la Concertación coincide el experto del Instituto Libertad -ligado a RN- Tomás Duvall, quien advierte que las primarias no son la «panacea» y que los supuestos beneficios que conlleva no están comprobados, pues se podría caer en contribuir al «debilitamiento de los partidos políticos, cuando lo que en Chile se valora es la institucionalización de los mismos».

Refuerzo al binominal

Pero algunos sectores de la derecha liberal van más allá todavía y plantean derechamente que «las primarias vienen como un refuerzo al sistema binominal y permiten el statu quo». Entre otras cosas, porque «pueden ser manipuladas, ya que sólo votan quienes tiene mucho compromiso político o la gente que es acarreada, por lo que gana el que tiene mayor capacidad de acarreo. Y, finalmente, el que tiene el poder en un partido es el que tiene más posibilidades de ganar». Aunque el también experto del Instituto Libertad, José Miguel Izquierdo, sentencia que «es mejor que las primarias existan a que no existan». Ello, en el contexto de «la defensa del principio de que la representación surge como el resultado de la expresión popular».

 En este sentido, el integrante del Comité Político de Independientes en Red Cristóbal Bellolio pone en duda los eventuales beneficios de las primarias. «Temo a los griegos y a los presentes que traen», dice, aunque reconoce que podría ser que el mecanismo se convirtiera en «una válvula de escape para aumentar la representatividad».  Sin embargo, advierte que no se avanza demasiado «con una ley de primarias que no va  asociada a un cambio al binominal y a la limitación de la reelección parlamentaria».  Ello, porque en su opinión podría pasar que las designaciones de candidatos «que ahora se hacen entre cuatro paredes, se hagan entre 16 paredes», y el problema de fondo persiste.

Según un perspicaz observador de la derecha, «lo que Larroulet quiere es meter la mano adentro de los partidos. Hoy no puede meter la mano, salvo que lo dejen, tiene que tener permiso de los Coloma, de los Carlos Larraín. Pero si hay primarias, los fácticos sí pueden meter la mano, sólo tienen que pedir la primaria y jugarse por un candidato. Correa quiere lo mismo: abrir a los partidos, porque con primarias los externos al aparato oficial pueden participar, y se pueden levantar como contrapoderes en cada sector, ya que tienen plata para inclinar la balanza a su favor».

Esta misma fuente advierte que el modelo de primarias «puede terminar siendo peor que el esquema cupular, porque las cúpulas implican que, al menos, tienen que colocar gente que sea fácil de explicar. Pero cuando hay primarias, no. Además, las primarias tensionan mucho a los partidos, los fraccionan».

Defensa de Correa

En todo caso es el propio Enrique Correa quien se hace cargo de las suspicacias que genera la iniciativa, cuya génesis comparte con Cristián Larroulet. A su juicio una ley que regule las primarias es «muy necesaria», aún cuando «nunca hay que renunciar a modificar el binominal, que es la causa de buena parte de nuestros males en la política». Viéndolo desde el punto de vista práctico, un político como él tiene la convicción de que «es más fácil, ahora, reunir votación en torno a un proyecto de ley sobre elecciones primarias, que abra definitivamente el campo a la participación de la que muchos quedan excluidos».

Correa incluso lamenta que esta ley no haya existido antes de las elecciones municipales del 2008, porque «muchos de los candidatos que fueron por fuera -y eso afecta especialmente a la Concertación- habrían tenido opción dentro de sus partidos. Creo que la cantidad de candidatos descolgados que tuvimos en la elección municipal habla muy bien de la necesidad de reformar esta cultura oligárquica de los partidos».

Además, tiene la convicción de que el proyecto «es bien equilibrado, porque no elimina el papel de los partidos, porque si bien es vinculante cuando se adopta, es opcional», por lo que también descarta que debilite a los partidos políticos. Por lo que «es una buena combinación entre una democratización de la política, sometida a un rigor muy oligárquico por el sistema binominal, y, por otro lado, un respeto a que sean los partidos los que opten».

Tampoco lo espanta la postura de quienes les preocupa que genere redes de poder paralelas a las estructuras partidarias, ya que estima que si así fuera, «en todo caso, serían más transparentes y más democráticas que las actuales. De eso no me cabe duda».

Colusión de partidos

Y aunque para el común de los cristianos resulta a lo menos llamativa la asociación entre Libertad y Desarrollo y ProyectAmérica parala  elaboración de la iniciativa, a Bellolio no le sorprende. En su análisis esto se explica desde el punto de vista de que «las dos coaliciones se ven amenazadas por primera vez con candidatos que van por fuera» y el proyecto surge -dice- como una forma de perpetuar el poder, en lo que llamó «la colusión de los partidos, que ahora funcionan como gremios con defensas corporativas y todo, legitimando un sistema sólo con algunas correcciones».

Por lo pronto, el proyecto de primarias fue uno de los puntos que abordó la comisión política ampliada de la UDI. Si bien en la tienda hay quienes lo ven con buenos ojos, un significativo sector estima que las primarias se deberían adoptar como parte de un mecanismo interno de cada partido, para lo que no debería ser necesaria una ley. Por otro lado, tampoco es bien visto que sea el Estado el que se tenga que hacer cargo del costo que ello implica. Los más reacios a aprobar la idea incluso plantean que «es una fórmula para que el Estado le financie las precampañas a la Concertación».

A la analista política Ena Von Baer, quien trabajo junto a Larroulet en la elaboración del proyecto le sorprenden las críticas que ha despertado, tanto por quienes están detrás, como por su contenido. Ella está «muy de acuerdo» con la iniciativa, porque «lo que nosotros necesitamos es una democracia más competitiva y más abierta, por abajo. Esto se puede lograr cambiando el sistema electoral, en lo que yo no estoy de acuerdo; pero una de las formas de abrir el sistema político es hacer un sistema de primarias». Ello, porque reconoce que el mecanismo actual tiene realmente problemas de competencia y de permitir tiraje a la chimenea. Eso se arregla con un sistema de primarias». Y llama a «creer en los proyectos y las ideas» sin poner el acento en quiénes están detrás de su generación.

En RN también hay posiciones encontradas. Mientras que Nicolás Monckeberg es partidario de que existan primarias obligatorias en los partidos, porque permiten «la renovación y el ingreso de caras nuevas a la política», asegura que «tengo serias dudas sobre quién debe costearlas. Porque no me parece que los impuestos de todos los chilenos deban financiar todas las actividades de los partidos». En cambio, a su jefe de bancada, Joaquín Godoy, le gusta la iniciativa, pero a diferencia de Monckeberg cree que las primarias implican «un costo que tiene que asumir toda la sociedad».

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