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Frei mono porfiado

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Nuevamente el candidato de la Concertación con menos aprobación ciudadana, el único presidente que terminó su gobierno con más desaprobación que aprobación, con un comando que no es claramente triunfador, en el mes más malo de su campaña, pasa esta barrera airoso, de la misma manera que es el único sobreviviente al holocausto de la elección municipal, que botó como dominó a Alvear, Insulza y Lagos.


Tres hipótesis hacían poner los pelos de punta a los partidarios de Frei ante la inminencia de la encuesta CEP y durante la larga y mediática presentación de dicha encuesta. Las dos primeras eran llamadas los desastres de los diez puntos y consistían en que la distancia entre Piñera y Frei en primera vuelta fuera de dos dígitos o que la distancia entre Frei y Marco Enríquez-Ominami se estrechara en menos de diez puntos.

La tercera hipótesis catastrófica era que en segunda vuelta, Piñera se despegara de Frei más allá del error estadístico, como habían mostrado dos encuestas telefónicas y una presencial. Cualquiera de ellas, o peor aún, más de una de ellas, pondría al comando de Frei en aprietos comunicacionales, y a alguno de los otros dos en una posición de ventaja, considerando el peso que tiene la CEP en expectativas y efecto comunicacional.

Para respiro de Frei, y prueba nuevamente de su tenacidad sin límites, ninguno de los tres eventos ocurrió. Nuevamente el candidato de la Concertación con menos aprobación ciudadana, el único presidente que terminó su gobierno con más desaprobación que aprobación, con un comando que no es claramente triunfador, en el mes más malo de su campaña, pasa esta barrera airoso, de la misma manera que es el único sobreviviente al holocausto de la elección municipal, que botó como dominó a Alvear, Insulza y Lagos.

Y todo sin siquiera inmutarse y aferrado a su frase totémica de que seguirá trabajando. «Mono porfiado», como lo bautizó un analista político hoy, «Duro de matar», «Con más vidas que un gato» se escuchaba en los cafés donde los parroquianos seguían, como si se jugara la clasificación de Chile al mundial, la presentación de la CEP.

Otra lectura de esta encuesta es que Piñera simplemente no logra encontrar la fórmula ganadora. Su campaña destinada a los votantes bolsillo de la Concertación, que en su momento dieron algún cambio hacia Lavín y que están totalmente fascinados con la presidenta y su gobierno de Protección Social, no significó puntos adicionales. Sigue exactamente donde mismo estaba en la encuesta anterior. Hubiese sido más rentable, bajo algún indicador de recursos invertidos por puntos CEP, aprovechar este tiempo y darse un viaje largo de esos en donde Piñera muestra toda su energía y vuelve cargado de sueños. Incluso es dramático, porque muestra un avance en los atributos y supera a Frei, pero esto no se traduce en ventajas sustanciales. Algún problema estructural que su comando no ha descubierto tiene Piñera que no logra vencer a una Concertación derrotada en las municipales y sin señales claras de por qué quiere ganar en las urnas por quinta vez.

Marco Enríquez-Ominami sube a 17 puntos, un resultado notable hecho a punta de esfuerzos, pero sigue sin resolver el problema fundamental de su campaña: demostrar a los electores que no solamente es carismático, sino que es capaz de dar gobernabilidad. Solo el 29% piensa que tiene capacidades para gobernar, en comparación con Frei y Piñera, de los cuales el 64% de los encuestados piensa que sí son capaces de llevar las riendas del país. En una campaña de altibajos como ésta, no ser capaz de demostrar que tiene dedos para el piano y que despliega una agenda de temas que va más allá de llamar conservador a cuánto ser corre, camine o vuele, puede ser una bomba de tiempo, que incluso conspire contra las pretensiones de más largo plazo del diputado. Probablemente en su entorno hayan hecho esta lectura, pues Marco ha insistido que también Lagos y Bachelet rompieron paradigmas respecto a que no daban gobernabilidad, un socialista primero y una mujer después, pero ellos tenían el respaldo de una coalición y el timbre de una historia de gestión en el gobierno.

Michelle Bachelet se encamina a terminar su gobierno como la Presidenta más popular de la historia de Chile al final de su mandato, y con un sonoro tapaboca a expresiones como que no daba el ancho o referencias despectivas a su aspecto físico y a su capacidad política. Probablemente su alta popularidad sea la razón estructural que impide a Piñera, y por tanto a la oposición a crecer y aprovechar las ventajas competitivas que tiene su candidato sobre Frei. A la larga, el teorema del votante de la mediana se sigue cumpliendo, como se muestra en la encuesta CEP. Su influencia en la elección se debiera manifestar más fuerte en la segunda vuelta, donde se dará la competencia en torno a la figura de la Presidenta. Y es aquí donde la Concertación tendrá que ver como demostrar a los electores que es heredera de su legado, y Piñera calmar las ansias del desalojo de sus huestes.

*Carlos Correa es analista electoral, Imaginacción Consultores.

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