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El cisma que remece a la izquierda liguriana

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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La cofradía que estuvo con Lagos y celebró a Bachelet hoy no sabe si ser responsable y votar por el oficialismo o seguir al candidato descolgado. Algunos ya dan su opinión sin tapujos y otros todavía se debaten en la indecisión. Conozca los cruces e intereses detrás del «conflicto vital» de aquellos que conocieron de cerca a MEO y que, por lo mismo, dicen que no votarán por él.


Desde que el Mapu quebró a la DC a fines de los ’60 que la centro-izquierda, por usar una etiqueta al azar, no tenía una amenaza proveniente de su misma cantera. No vale la pena alarmarse si los apellidos o las trenzas entre estos dos episodios se repiten, pero  cuarenta años después de la fractura en la falange, el nieto de Rafael Agustín Gumucio, uno de los fundadores de ese grupo, está generando una fisura en lo que ahora se llama «progresismo».

La ofensiva de «Ratoncito»

Queda poco más de un mes para la primera vuelta, y si antes lo de Marco Enríquez-Ominami era una pataleta que sus padres no pudieron contener, ahora aparece como una amenaza en serio para un forma de vida que podría extinguirse después de 20 años. En ese contexto es normal que las facciones empiecen a reaccionar de manera más frontal.

«No es mi candidato y me cae mal. Es un mono con corbata. Todo el mundo lo ensalza, pero antes de ser candidato era un patán. Cada vez que salía en la tele presentando sus películas malas, muchos se burlaban», dijo el dibujante Rodrigo Salinas al responder una entrevista de LUN sobre  su cómic «Marco Neoprén«, basado en Enríquez- Ominami y «Marco», el melodrama animado de los ’80.

Claro que Salinas, no menciona que detrás de sus comentarios están también sus lazos afectivos con la Concertación. Es probable que el «Ratoncito» del Club de La Comedia no haga otra cosa que interpretar la molestia de su círculo más cercano. Formado entre otros por su pareja María Teresa Viera-Gallo, hija del ministro y la directora del Conace, María Teresa Chadwick, concertacionista de cepa, que alguna vez estuvo en la «disidencia», como ex Mapu, pero hoy es una activa participante del grupo «Comando de  mujeres por Frei».

Su sobrino Patricio Fernández Chadwick, director espiritual y fundador de The Clinic conoció a Enríquez-Ominami en 1999 durante las primarias entre Ricardo Lagos y Andrés Zaldívar. La época en que se creó la revista. En ese entonces, los dos eran díscolos. Fernández más. Convertido gracias a las feroces portadas de los comienzos del pasquín, en el irreverente de una familia cruzada por gente influyente. Desde Sebastián Piñera pasando por Andrés Chadwick y Viera-Gallo, hasta los Chadwick Pascal una rama emparentada con Salvador Allende.  

Ahora los papeles han variado un poco. Mientras Enríquez-Ominami embiste muchas veces ciegamente contra todo lo que huela a Concertación, Fernández comparte con los próceres de la coalición. Al menos así ocurrió cuando el año pasado  presentó el libro de Ernesto Ottone y Sergio Muñoz Después de la Quimera, junto a Enrique Correa; y en el lanzamiento  de El futuro comienza hoy, escrito por el ex presidente Ricardo Lagos.

Por el momento, el fundador de The Clinic se declara «indeciso», como escribió en una columna publicada el 3 de septiembre: «Mal que mal, Marco es uno de los nuestros, más allá de los matices, las desconfianzas y las diferencias (..) si muchos de los que respetaba se soltaban las trenzas y partían por ese lado, se me volvería muy difícil contenerme».

Marco, «más de lo mismo»

Entre los simpatizantes de la revista y los referentes alrededor del Bar Liguria está la encarnación del dilema que tiene al progresismo con la cabeza a dos manos. Rafael Gumucio, amigo de Fernández, está con su primo Marco, igual que Pablo Dittborn, presidente de la sociedad que maneja The Clinic. El grupo del «meísmo» al interior de la misma cofradía  lo completan Mauricio Fredes,  hijo de la asesora presidencial  María Angélica Alvarez, y dueño de la Vinoteca.  Junto a él, Marcelo Cicali, dueño del Liguria y amigo de Álvaro Henríquez.

El único del grupo que hasta el momento dejó clara su posición sobre el candidato descolgado fue Álvaro Díaz. Ex jefe de Rodrigo Salinas en la productora Aplaplac, con quién trabajaron en  la gestación de «31 Minutos», y amigo de Gumucio, desde los tiempos de Plan Z, Díaz afirma que no tiene nada personal contra Enríquez-Ominami. Pero dejó clara su opinión en una columna publicada en The Clinic esta semana. Allí dijo que «sus principales atributos son la labia y los apellidos. Marco es ideal para salir a comer, ser el panelista ocurrente en programas de televisión y encontrárselo en las vacaciones».

El periodista está conciente de que su columna puede sacar ronchas. «Para mí los candidatos eran Lagos, Insulza o Velasco, como no está ninguno de los tres, estoy con Frei porque creo que lo han hecho bien. Marco no representa el cambio que promete, es más de lo mismo y el llanterío contra la Concertación no me lo compro, porque si él ganara gobernaría con los mismos, hay mucha gente que me cae bien como Pato Navia que está con él y los respeto», explica.

Navia, el escudero

El cientista político, que hace un par de semanas presentó El Díscolo, libro de conversaciones con el candidato independiente, tiene una clara visión sobre el juicio contra su amigo, que tiene la facción «progre». «No creo que MEO sea un candidato perfecto. Sus debilidades son evidentes. Pero las debilidades de todos los candidatos también son evidentes.  Yo conozco mucho mejor las debilidades de Pato Fernández que las de Cristián Edwards. Pero no me atrevería a decir que Fernández está menos preparado que Edwards. Algo así me pasó con la columna de Álvaro Díaz. Sentí que juzgaba severamente a MEO porque lo conocía. Pero ese mismo criterio aplicado a Frei dejaría mal parado al candidato de la Concertación».

¿La opinión de Álvaro Díaz puede ser interpretada como una defensa a la Concertación y el gobierno, cliente de su productora Aplaplac a través del Ministerio de Transportes y la campaña de Transantiago con los títeres de 31 Minutos? Díaz lo descarta en todos los tonos. «No tiene nada que ver, el ministerio es un cliente más y no creo que me hayan elegido por ser el sobrino del ministro, cosa que no es efectiva, sino porque nuestra propuesta es buena», dice.

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