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Las contradicciones de la encuestocracia

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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La encuesta CEP tiene virtudes, pero no tiene capacidad de predecir la elección presidencial porque se hace dos meses antes. Sólo pensar en esa capacidad indica creer que, al momento de hacerse el trabajo de campo -en el mes de octubre-, hubo una distribución de apoyos electorales  que no se modificará durante la campaña. Esto es un absurdo, porque la lucha electoral es dinámica.


Las elecciones presidenciales del 2009 han tenido un mayor número de encuestas electorales que cada una de las anteriores. No sólo las hicieron MORI, el CERC y el CEP -los únicos sondeos con largas series de tiempo- y los diarios La Tercera y El Mercurio, que también realizaron en las de 2005, sino que han aparecido nuevas encuestas electorales:  Ipsos, Imaginacción, GiroPaís, que usan muestras de la capital.  La Universidad Diego Portales (UDP) también hace preguntas electorales en su encuesta anual, que hace desde hace cinco años.

Con excepción de los sondeos de CERC, CEP, MORI, Giropaís y UDP, las encuestas son telefónicas, las cuales como es bien sabido, tienen una grave debilidad: sólo el 55% de los hogares tiene conexión a un teléfono fijo. Por ello, no pueden representar al conjunto de la población. Tienen un sesgo a favor de los estratos medios y medio-altos.

Tienen una segunda característica: se hacen durante tres o cuatro semanas y no con rapidez, que es su gran ventaja frente a las encuestas cara a cara. Sería bueno que explicaran por qué toman tanto tiempo.

Una tercera característica -especialmente de las de Adimark e Imaginacción, que son mensuales- es que resaltan el altísimo apoyo que recibe la Presidenta Michelle Bachelet, que alcanza casi la unanimidad: en la de Octubre obtiene un 80% en Adimark y 77% en Imaginacción.  Ciertos políticos de derecha han usado estos resultados para pedir que la Presidenta se mantenga fuera de la contienda electoral.

Imaginacción ha ido bastante más lejos, porque pone en competencia a los candidatos presidenciales con la primera mandataria en términos de sus atributos, superándolos ampliamente a cada uno de ellos. No puede sorprender que la presidenta tenga ventaja, porque goza del carisma del cargo (Amtscharisma de Max Weber), que tuvieron sus antecesores, y dura mientras se ejerce la presidencia.  En otra columna («Popularidad presidencial, para qué», 16.6.2009) nos preguntamos acerca del sentido de esta alta popularidad, que se entiende para fortalecer el poder presidencial para sacar adelante los proyectos de ley, aunque ello no ha ocurrido porque la Presidenta no se involucra en la búsqueda de votos parlamentarios.

Manipulación estadística.

La prensa influye en la campaña presidencial no sólo a través de sus propias encuestas, sino también por la información que entregan de las encuestas ajenas, especialmente las del CEP (Centro de Estudios Públicos), calificada por algunos diarios como «la madre de las encuestas».

El CEP tiene un prestigio que proviene del poder político obtenido a partir de ser reconocido por el presidente Ricardo Lagos como la principal institución de diálogo con los grandes empresarios. En los primeros tres años de su mandato, acompañado de sus equipo económicos, fue siete veces a reunirse con ellos. Investigadores del CEP entraban frecuentemente a La Moneda a conversar con sus asesores del «segundo piso». Ninguna organización de los trabajadores o los ciudadanos tuvo una cercanía con La Moneda similar a la del CEP en esos años.

Cierta prensa fundamenta la calidad de las encuestas del CEP por usar muestras probabilísticas. Un académico de UDP-Expansiva escribió recientemente en un vespertino que las encuestas probabilísticas que emplea tienen una gran ventaja porque «se puede calcular el margen de error», como si fuese una virtud intrinsica, ignorando sus debilidades, que le impide predecir los resultados electorales.

Chile es el único país serio en que se mide la calidad de las encuestas por el tipo de muestra y no por sus resultados.

 La Tercera y El Mercurio, en sus ediciones dominicales (15 y 22 se noviembre respectivamente) fundamentaron la capacidad de «predicción» de la encuesta del CEP en la elección de 2005 haciendo manipulación estadística: retiraron los NS/NR, que eran 15%. En su oportunidad, el CEP entregó resultados muy distintos, por ejemplo,39% a Bachelet, quien obtuvo 45.9% en la primera vuelta.

 Extraer los nulos y blancos post factum es  reescribir la historia, como quien quiere reescribir el golpe de Estado de 1973, sacando el bombardeo de La Moneda. Se puede hacer, pero se entra en el apasionante campo de la ciencia ficción.

La calidad de las encuestas se mide por la información que entregan antes y no después de las elecciones. No se puede ser general después de la batalla.

La encuesta CEP tiene virtudes, pero no tiene capacidad de predecir la elección presidencial porque se hace dos meses antes. Sólo pensar en esa capacidad indica creer que, al momento de hacerse el trabajo de campo -en el mes de octubre-, hubo una distribución de apoyos electorales  que no se modificará durante la campaña. Esto es un absurdo, porque la lucha electoral es dinámica, durante la cual los candidatos pierden y ganan adhesiones y los candidatos se esfuerzan hasta el último día por ganar votos.

Curiosos resultados de Imaginacción.

La encuesta más curiosa es la de Imaginacción por sus resultados. Muestra precisión entregando los resultados con decimales, práctica pintoresca porque se trata de opiniones que se obtienen por teléfono. En segundo lugar, los resultados tienen una sorprendente estabilidad durante el año. Probablemente por esta estabilidad, en una conferencia de prensa el expositor repitió los resultados de la encuesta del mes anterior anterior.

En tercer lugar, más sorprendente aún, muestra una opinión pública sin «indecisos», los que apenas llegan al 2%. Los que no optan por alguno de los candidatos son considerados «nulos, blancos», menos del 10%. Las encuestas del CERC y del CEP entregan NS/NR con dos digitos, entre 12 y 15%.

En cuarto lugar, hay una cierta tendencia a mostrar un empate entre la Concertación y la Alianza. En la encuesta de febrero, Imaginacción dio esta impresión al agrupar los apoyos de cada uno de los precandidatos de cada coalición en la pregunta abierta sobre quien «le gustaría que fuera Presidente»: 39,8% la Concertación y 39,7% la Alianza. En Abril no repitieron este ejercicio, porque se producía una amplia superioridad de los candidatos de la Concertación y los que la abandonaron (ME-O y Arrate), 50,5%, sin excluir nulos y blancos. En Octubre la ventaja era aún superior: 55.7%, con 4.1% ninguno y 2.4% NS/NR.

No ha continuado aplicando la pregunta «quién le gustaría» que fuera presidente.

La continuidad  de los resultados es sorprendente. Como las encuestas son mensuales, se puede esperar que los cambios sean menores, pero si se mira un período más largo, tres o más meses, uno espera cambios significativos.  Analizando la pregunta cerrada con los candidatos, Piñera mantiene un 38% desde Agosto, el mismo porcentaje de Febrero. En el caso de Frei, obtiene un 27/28% desde Julio, una «disminución» en comparación a Abril, cuando recibió 32%, cuando recién iniciaba su candidatura como abanderado de la Concertación. Y ME-O tiene un 21-22% desde Mayo.

La atención dada por los medios de comunicación y los políticos a las encuestas, poniendo a todas en la misma balanza, esconde estas contradicciones y debilidades. Son las contradicciones de la encuestocracia. Pronto se despejará la duda acerca de los reales apoyos de cada uno de los candidatos presidenciales y de la calidad de las encuestas regulares que dieron resultados electorales.

*Carlos Huneeus es director del CERC.

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