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El momento siempre es ahora

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Las organizaciones políticas sobrevivientes, sin raíces en la sociedad real, no hacen sino jugar una farsa de representación. Sus líderes no practican la política sino el lobbyng. Los partidos no reflexionan: para eso tienen «think tanks». No agitan ni organizan: pagan productoras, gabinetes de comunicación y de marketing.


Este sábado lanzamos el Partido de Izquierda (PAIZ). La fecha no es casual ni antojadiza, responde a las necesidades de un pueblo que rechaza las injusticias y que se resiste a la forma de convivir que nos han querido imponer.

La llamada transición debe acabar y el único modo de hacerlo es terminar de una vez por todas con la Constitución heredada de la dictadura. Nuevos actores -hasta ahora amordazados por una institucionalidad ilegítima-, podrán surgir entonces. Pero los cambios no caen del cielo: hay que impulsarlos. Para ello se requiere convicción, decisión y claridad en los objetivos perseguidos. La izquierda debe jugar un papel clave en esa tarea, bajo pena de perpetuar las consecuencias de su ausencia de veinte años: un país dominado por el peor de los neoliberalismos. 

No hay otra fuerza transformadora. La Concertación terminó por acomodarse y asumir la herencia autoritaria, desacreditando lo que quedó de las estructuras políticas que la dictadura había debilitado. Las organizaciones políticas sobrevivientes, sin raíces en la sociedad real, no hacen sino jugar una farsa de representación. Sus líderes no practican la política sino el lobbying. Los partidos no reflexionan: para eso tienen «think tanks». No agitan ni organizan: pagan productoras, gabinetes de comunicación y de marketing.

Frente al capitalismo en crisis, ante el fracaso del comunismo de Estado y al hundimiento de la socialdemocracia, es de suma urgencia inventar la sociedad del siglo XXI que no puede ni debe aceptar la destrucción del medio ambiente, ni el enriquecimiento de unos pocos al precio de la miseria y la pobreza de muchos, ni el pillaje de los recursos naturales, ni la negación de los pueblos originarios, ni la transformación de los servicios públicos -materialización de los derechos ciudadanos-, en objeto de lucro, ni la sustitución de la democracia por la pretendida racionalidad de los mercados.

El capitalismo se ha transformado, se disfraza, busca asegurar su pervivencia. Por ello debemos proponer nuevas herramientas para sobrepasarlo y crear nuevas formas de convivencia social que le garanticen al pueblo de Chile las condiciones del desarrollo de todos sus talentos y la posibilidad de lograr la plenitud de sus aspiraciones.

La izquierda debe luchar  para que la profundización de los derechos ciudadanos alcance la esfera productiva, para así determinar lo que producimos, cómo lo producimos y cómo distribuimos los excedentes del fruto de la riqueza generada con el esfuerzo de todos. La irracional concentración de la riqueza, que se ha transformado en el mayor obstáculo para el desarrollo armonioso de nuestra economía y el de nuestra sociedad, debe cederle al paso a la justicia económica y social, a la justa redistribución del ingreso.

Para alcanzar tan nobles objetivos nos parece condición indispensable la movilización y la participación ciudadana. Porque de las experiencias pasadas estimamos necesario evitar dos errores igualmente catastróficos: suponer que el ciudadano es un sujeto social esencialmente pasivo, que apoya o vota para que un iluminado o una elite revolucionaria o burocrática, hagan las transformaciones necesarias, o bien imaginar que las transformaciones se hacen desde el Estado hacia abajo, en modo directivo y autoritario, como sin ir más lejos se impuso en dictadura el modelo económico imperante hasta hoy.

Nuestra idea del Partido de Izquierda es la idea de un partido crisol en el que debe fundirse lo mejor de las experiencias históricas de la Izquierda, de toda la Izquierda, sin exclusiones. Asumimos como nuestra la historia del pueblo de Chile, con sus momentos de derrota y de frustración, pero también y sobre todo con sus victorias y sus alegrías, con sus logros gigantescos que deben plasmarse y consolidarse en la nueva sociedad democrática que será la obra de todos.

*Salvador Muñoz K. es coordinador de la campaña de Jorge Arrate.

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