Si bien entre los dirigentes gremialistas ven con optimismo el nuevo mecanismo, en otras instancias del partido observan la idea con cierto recelo, pues creen que podría terminar convirtiendo al Congreso en un buzón, pero además aumentar aún más el poder del mandatario electo.
Aunque la presentación del gabinete de Sebastián Piñera no hace más que confirmar algo que se venía venir, que la derecha económica regirá los destinos de Chile, por lo menos, durante los próximos cuatro años, lo cierto es hay otros elementos que contribuirán a que el mandatario electo aumente el ya exagerado poder presidencial.
Uno de ellos es el “Comité Político Integrado” en el que, a partir del 11 de marzo próximo, participarán no sólo los presidentes de partido, sino también los representantes de las respectivas bancadas parlamentarias de RN y la UDI. Mientras unos ven este nuevo mecanismo como una forma de generar una fuerte relación entre el Poder Legislativo y Ejecutivo, otros creen que así el mandatario electo tendrá mayor poder sobre sus legisladores.
En el sector explican que la idea es “modernizar” el funcionamiento del tradicional Comité Político, volviendo al sistema que utilizó en su momento Patricio Aylwin –lo que ya es un contrasentido en sí mismo-, de manera que el “vínculo entre el gobierno y el Congreso sea mucho más estrecho y haya una fuerte relación entre ambos poderes”. Esta “innovadora” idea se le atribuye al propio Piñera, quien la habría planteado después del balotaje.
Haciendo caso omiso de que hasta hace poco la derecha presionó para tratar de aprobar una serie de iniciativas que le restaban poder al Presidente de la República, aumentando las atribuciones de los parlamentarios, algunos dirigentes de la Alianza ven en este concepto la oportunidad de poder influir en el mandatario. De hecho, en la UDI estiman que esa será la instancia propicia para que la tienda, por fin, le pueda sacar partido a la bancada de diputados más grande del Congreso.
Pero los más escépticos advierten que si el peso de la potente bancada no hizo efecto en Piñera para la conformación del gabinete, difícilmente lo amedrentará cuando ya esté instalado en La Moneda, dejando entrever que la satisfacción expresada públicamente por los máximos dirigentes de la tienda no necesariamente se replica en todos los estamentos del partido. Esto, porque tal vez el sentimiento que se está expandiendo es que no hay ninguna figura de tonelaje que represente a la colectividad como se esperaba.
[cita]Si bien los dirigentes gremialistas lo quieren ver como una fórmula para llegar a acuerdos con el mandatario y tener una relación más directa con él, otros lo perciben al revés: ven que con este mecanismo Piñera podría manejar a las bancadas y acordar la aprobación de los proyectos antes de que estos lleguen al Congreso.[/cita]
De más está decir que de los cuatro ministros que se le adjudican en el gabinete, ninguno es un peso pesado al interior del gremialismo. Hace mucho que no lo es Joaquín Lavín. Magdalena Matte, la esposa del senador Hernán Larraín, pese a su antigua militancia nunca ha ocupado cargos relevantes en la tienda. Algo parecido ocurre con María Ignacia Benítez, que sin embargo fue CORE de la UDI hasta el 2008. Y ni hablar de la flamante vocera, Ena von Baer, quien sólo firmó la ficha de militancia tras ser derrotada en su intención senatorial por el RN José García Ruminot en la Araucanía.
Para mitigar la molestia que comienza a gestarse, los dirigentes de la UDI se esfuerzan por hacer ver que no sólo tienen cuatro militantes en el gabinete, sino que hay varios más muy ligados al partido, como Cristián Larroulet, Felipe Kast o Alfredo Moreno, entre otros.
De allí que algunos observen con preocupación este nuevo diseño de gabinete político que Piñera le habría propuesto a los partidos. Ya que si bien los dirigentes gremialistas lo quieren ver como una fórmula para llegar a acuerdos con el mandatario y tener una relación más directa con él, otros lo perciben al revés: ven que con este mecanismo Piñera podría manejar a las bancadas y acordar la aprobación de los proyectos antes de que estos lleguen al Congreso.
Lo positivo es que se vería un gobierno y una coalición ordenadas, después de las escenas que el oficialismo ha montado en el Congreso estos últimos años. Lo malo, advierte una fuente gremialista, es que el Parlamento podría terminar convirtiéndose en un buzón. Y así la votación sería un mero trámite.
Con este estilo, la bancada más grande no tendría ningún peso específico, agrega la misma fuente, salvo que “quien se siente en la reunión de gabinete frente a Piñera tenga la suficiente muñeca para lograr imponer proyectos que a nosotros nos interesan y frenar algunos que en la UDI no tienen consenso”.