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Caso Apablaza deteriora las relaciones entre Chile y Argentina

Una nota de protesta en curso, la reprogramación de una serie de citas bilaterales y varias reacciones destempladas desde el mundo político, evidencian que el estatus de refugiado otorgado al ex frentista afectó el buen momento por el que pasaba el vínculo entre ambas naciones. Éste se había alimentado de varias señales de buena voluntad, como la expulsión de los ex lautaristas acusados del asesinato del cabo Moyano o el congelamiento de la discusión por los puntos pendientes de Campos de Hielo Sur.


Por su peor momento en varios años atraviesan las relaciones entre Chile y Argentina luego que la Casa Rosada resolviera, a través de la Comisión Nacional de Refugiados (Conare) otorgar el estatus de refugiado político al ex frentista Sergio Galvarino Apablaza, bloqueando así la posibilidad de su extradición para enfrentar a la justicia por el caso del asesinato en 1991 del senador de la UDI Jaime Guzmán y por el secuestro, ese mismo año, de Cristián Edwards, hijo del dueño del diario El Mercurio, Agustín Edwards Eastman.

La decisión conocida el pasado jueves 30 de septiembre gatilló primero el llamado a Santiago del embajador en Buenos Aires, Adolfo Zaldívar y luego el anuncio de una nota de protesta formal a la administración de la presidenta Cristina Fernández, que oficializó la noche del lunes el ministro de Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno.

Esto, en medio de una ola de reacciones. Primero la del Presidente Sebastián Piñera, que no tardó en calificar como un verdadero «golpe» que se diera asilo al ex jefe del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, y luego las que formularon varios parlamentarios oficialistas, entre ellos el senador de la UDI Andrés Chadwick, quien planteó la posibilidad de llevar el caso a organismos internacionales, ganándose con ello la burlesca réplica del canciller argentino Héctor Timerman, quien además de señalar que no lo conocía, no dudó en tildar sus dichos de ridículos y como una «payasada».

Y aunque Tiemerman moderó luego sus palabras y Moreno optó por poner paños fríos al asunto para no incrementar la polémica, lo cierto es que el enfriamiento de los lazos con el vecino país es una realidad latente. Prueba de ello es la reprogramación de una serie de actividades bilaterales, según lo indicaron el martes fuentes diplomáticas citadas por la agencia EFE, decisión que habría adoptado el titular de Relaciones Exteriores de común acuerdo con el gobierno de Buenos Aires.

[cita]Aunque sin retroceder en la posición inicial de molestia por el desenlace del caso Apablaza, el ministro Alfredo Moreno optó por dejar el asunto en manos de los canales correspondientes para evitar un «escalamiento» de la polémica.[/cita]

Este escenario contrasta radicalmente con el que existía hace exactamente un año, cuando las presidentas Michelle Bachelet y Cristina Fernández ultimaban los detalles de sus respectivas agendas para revivir el histórico «Abrazo de Maipú», actividad que se concretó el 31 de octubre de 2009 y que era un botón de muestra del buen momento que habían alcanzado las relaciones de ambas naciones, que se habían tensionado sólo algunos años atrás por la denominada «crisis del gas», que en 2007 y en medio de una ola de frío, llevó al gobierno de Néstor Kirchner a pasar por alto los contratos vigentes y a cortar el suministro de gas natural a Chile, poniendo en riesgo el consumo domiciliario y restringiendo el uso industrial del combustible. Esto, entre otros efectos, obligó la reconversión energética de varias centrales eléctricas y la búsqueda de alternativas que redujeran la dependencia energética.

Y hasta que la Conare decidió dar refugio político a Apablaza en un “acto pacífico y humanitario”, como lo describió el jefe de gabinete argentino, Aníbal Fernández, desde el otro lado de la cordillera sólo llegaban noticias que podrían interpretarse como gestos de buena voluntad para la normalidad de las relaciones. Entre ellos la determinación de Buenos Aires de no insistir y congelar los puntos pendientes en la delimitación de la frontera en la zona de Campos de Hielo Sur, y también la celeridad -que fue ampliamente elogiada por el gobierno de Piñera- con que actuaron las autoridades argentinas para resolver la expulsión de los ex lautaristas requeridos por el asesinato el 17 de octubre de 2007 del cabo de Carabineros Luis Moyano.

Búsqueda de la normalidad

Aunque sin retroceder en la posición inicial de molestia por el desenlace del caso Apablaza, el ministro Alfredo Moreno optó por dejar el asunto en manos de los canales correspondientes para evitar un «escalamiento» de la polémica. De este modo evitó pronunciarse abiertamente sobre los términos en que su homólogo trasandino había tratado al senador Chadwick y sobre las posibles medidas que podría tomar el gobierno en esta materia.

El ministro señaló que el envío de la nota de protesta es reciente y «ya hemos explicado cuáles son las razones por las cuales nos parece que la Conare ha tomado una decisión que no compartimos y que (…) lamentamos profundamente. Y creo que  con eso hay que quedarse en este momento. Se lo hemos hecho saber al gobierno de Argentina en el día de ayer (lunes) a través de su embajador y me parece que eso es lo que le corresponde a los chilenos y al gobierno».

Y respecto al embajador Zaldívar, Moreno aseguró que él se encuentra en Santiago realizando su trabajo, y que «dentro de los próximos días» retornará a Buenos Aires para reasumir sus funciones al frente de la legación de Chile.

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