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Golborne tiene nerviosa a la vieja y a la nueva derecha

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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Nunca antes se había perfilado una figura presidencial a tan escasos meses de un gobierno. Mayor sorpresa causa, aún en las propias filas del oficialismo que resulte ser un ex ejecutivo, sin ninguna carrera ni experiencia política, como lo ha hecho ver el propio Rodrigo Hinzpeter. Pero guste o no, el personaje más popular de la política hoy podría sacudir el sector, lo que tiene preocupado a varios.


Desde que la popularidad del titular de Minería, Laurence Golborne, comenzó a crecer y crecer hasta llegar al inimaginable 91 por ciento de aprobación, la mayoría de sus eventuales adversarios en la carrera presidencial, que él asegura no perseguir, no le quitan la mirada de encima. No se les va ningún gesto, por nimio que sea; ningún comentario; ninguna actividad pasa inadvertida. Por eso el que ya tenga asesores como Vasco Moulián o Rodrigo Jordán no hizo más que reafirmar la idea de que el secretario de Estado va tras el objetivo de consolidar su recientemente adquirido capital político. Lo que es muy bien visto desde la UDI, pero no en la tienda de Carlos Larraín. Más allá de los comentarios de buena crianza, en RN tienen la convicción de que el continuador de la obra de Sebastián Piñera debe ser alguien que surja de las filas de su partido y ven con temor la cercanía entre el ministro y el gremialismo.

Cercanía de la que a la UDI le gusta hacer gala. De hecho, no podían disimular su satisfacción cuando el ministro decidió pasar la noche en Las Termas de Cauquenes, durante el Consejo Directivo Ampliado de la tienda hace un par de semanas, para compartir en el “carrete” gremialista que se arma concluida la primera jornada, y que ya se transformó en una tradición en el partido. Allí, Golborne se sintió en confianza y se relajó. Bailó con la mayoría de las parlamentarias presentes y con la ministra Magdalena Matte. También cantó karaoke. Pero a diferencia de la mayoría que le abría paso a las ganas de cantar con la vista fija en el telón en el que iban apareciendo las letras de las canciones, él se paseaba entre los presentes con una soltura que sorprendió. Al otro día era comentario, lo “cómodo que se sintió”.

Aunque él se niega a dar el paso de inclinarse por uno de los dos partidos de la Alianza, firmando una ficha de militante, en Renovación sostienen que el ministro es, “sin lugar a dudas, UDI” y dan por hecho, además, que es el único candidato viable que la tienda de Juan Antonio Coloma podría levantar para las próximas elecciones presidenciales. Nadie parece escuchar y, mucho menos, poner atención a la ya típica frase con que Golborne enfrenta tal posibilidad, cada vez que se le pregunta por su futuro político: “introspectivamente me miro y siento que no tengo ni el espíritu de servicio público, ni la ambición para poder sacrificar tanto como se requiere en esta carrera”.

De hecho, en la tienda de calle Suecia llama la atención que el propio Pablo Longueira haya decidido salir a defender al secretario de Estado frente al embate del senador Alberto Espina, que por cierto también disparó en contra de Joaquín Lavín y su amigo, el titular de Interior Rodrigo Hinzpeter. Aunque en la UDI no cayó nada bien la advertencia del senador de Renovación Nacional de que los ministros que aspiren a ser candidatos presidenciales deberían dejar el gabinete, de todos modos sorprendió que el ex timonel gremialista se haya cruzado en el que califican como “día de furia” del representante de RN en la Novena Región Norte. El ex timonel gremialista defendió el hecho de que el gabinete sea el semillero de candidatos presidenciales y que esa debe ser la tribuna para que surjan más y más figuras. Y días antes había destacado particularmente a Laurence Golborne afirmando que este ministro “es la meritocracia en persona”.

En la UDI, donde no serviría de nada negar el grado de efervescencia que existe en torno a una eventual candidatura presidencial de Golborne, se tomaron estos últimos episodios un poco en broma. No faltaron los que a raíz de la férrea defensa de Longueira al ministro de Minería dejaron escapar la posibilidad de que el senador se hubiera “cambiado de caballo” y que sus apuestas ya no estuvieran en Joaquín Lavín, sino que haya visto en el secretario de Estado un reemplazante más fresco y novedoso que, además, marca 91 por ciento de popularidad. En el partido reconocen que muchos de los que aún ven al titular de Educación como carta presidencial, lo hacen más influenciados por el cariño y la amistad, que por el pragmatismo político.

Mientras tanto, en RN, no sorprendió para nada la postura asumida por Espina. Y para varios de sus compañeros de partido su actitud no hace más que confirmar el interés por ser candidato presidencial. Aunque entre risas, un parlamentario acota, que “de todos los posibles candidatos presidenciales, todos niegan querer serlo. Debe ser una nueva modalidad de campaña”. Para un analista del partido bastante más pragmático, la actitud del senador habla de la certeza que tienen todos los parlamentarios que podrían aspirar a ser presidenciables, de que corren en desventaja respecto de los ministros. Porque salvo muy pocas excepciones, los senadores se pierden en su trabajo legislativo y es mucho más difícil mostrarse o resultar atractivo para los medios.

Todo en medio de la arremetida de Hinzpeter, que pretende imponer su “nueva derecha” a contrapelo no sólo de la UDI, sino también de un importante sector de su propio partido. El mismo que no se siente incluido, por razones obvias, en un concepto como el que el titular de Interior pretende acuñar.

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