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Tomás Flores no pudo renunciar: Piñera impidió su salida de la subsecretaría de Economía

La información sobre la renuncia del funcionario, publicada ayer por este medio, tomó por completa sorpresa a La Moneda. Sólo Longueira, que participaba, en ese momento en el consejo de gabinete, estaba informado ya que Flores se lo había comunicado el día anterior en el Congreso. Emisarios de Palacio llegaron hasta la oficina del subsecretario para convencerlo que echara pie atrás. Decisión que se produjo con el llamado del Presidente Piñera.


El ministro de Economía, Pablo Longueira, se encontraba ayer en el consejo de gabinete en La Moneda cuando se conoció la noticia de la renuncia del subsecretario Tomás Flores, publicada por El Mostrador. El ambiente se agitó: comenzaron los llamados entre personeros de gobierno, quienes ignoraban por completo su decisión y se enviaron emisarios a su oficina, en el piso 11 del edificio Santiago Downtown, para que echara pie atrás. Finalmente, el llamado del Presidente Sebastián Piñera impidió que Flores abandonara el cargo.

La determinación de renunciar en forma indeclinable se la había informado el subsecretario a Longueira el día miércoles en el Congreso, al que ambos asistieron porque se tramitaba el proyecto del Sernac Financiero y la bancada de diputados de la DC se negaba a aprobar el proyecto pidiendo más atribuciones y personal para las nuevas funciones del servicio encargado de la defensa de los consumidores.

Sin embargo, Longueira no informó al gobierno. Ayer jueves habían quedado de juntarse, pero el ministro sostuvo muchas reuniones en el Ministerio y después se fue Palacio, por lo que no pudieron reunirse en forma previa a la publicación de este medio.

El Ministerio de Economía envió anoche un comunicado afirmando tajantemente que “Flores no  ha renunciado ni ha pensado en renunciar a su cargo”, añadiendo que él y Longueira siguen trabajando coordinada y arduamente para sacar adelante la agenda modernizadora de la reparticipación.

Los dichos no se ajustaban a la realidad: Flores sí había renunciado.

Mirando el sector privado

Con el llamado del Presidente sus planes de emigrar al sector privado, donde las remuneraciones son sustancialmente superiores a las de un funcionario público, se truncaron. El sueldo líquido mensual del subsecretario asciende a $3,8 millones descontados imposiciones, obligatorias al ser funcionario de planta, y el pago del impuesto a la renta que equivale al 40% del sueldo bruto ($6,8 millones).

Por su perfil técnico, de trabajo sistemático, en el que cifras y estudios son elementos centrales, no se sentía cómodo con el cambio de Juan Andrés Fontaine, con quien trabajó en Libertad y Desarrollo: Flores como director de estudios y el ex ministro como asesor.

Pese a mantener buenas relaciones con Longueira, el nuevo sello “pragmático” impuesto por el ex senador de la UDI de hacer de la cartera un ministerio social, apoyando iniciativas cómo la reforma tributaria para financiar una mayor inversión en educación, no acomodaba a Flores. El anuncio de Cristián Larroulet, el ministro secretario general de la Presidencia, de vender activos para allegar más recursos a Educación, fue rechazado por Longueira, partidario de financiar los gastos con recursos permanentes. Para Flores hacían sentido las palabras de su ex jefe en Libertad y Desarrollo, del cual Larroulet fue director ejecutivo y fundador, pero como subsecretario no puede contrariar públicamente al ministro.

Otro asunto que molestó al subsecretario fue la demora en el despacho del proyecto de ley de quiebras para acortar plazos y facilitar las fórmulas de una empresa en problemas.

Hace un año Fontaine llevó como encargado al ingeniero comercial de la UC y doctor en el MIT, Herman Bennett, el asesor mejor pagado del Ministerio con un sueldo bruto de $6,3 millones mensuales, al que sólo descuenta un 10% por trabajar a honorarios y que es superior al del subsecretario. El proyecto se ha convertido en uno de los más caros de la repartición y ya debía estar listo. Para apurar el tranco Longueira optó por contratar a un abogado, aumentando aún más el gasto en un estudio que para muchos en la cartera debió se realizado por un abogado y no por un ingeniero.

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