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Alejandro Solís: ¡por favor, de qué impunidad me están hablando! Las confesiones del emblemático juez de Derechos Humanos

Alejandro Solís: ¡por favor, de qué impunidad me están hablando!

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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A casi tres meses de jubilarse del Poder Judicial, el juez Solís reconoce que esta “suerte de especialización” en las causas de víctimas de la dictadura le ha generado “un perjuicio”, pero que igual se siente “satisfecho porque he hecho lo que la gente esperaba de mi”. Deja sobre la mesa la propuesta que hace quince días hizo Naciones Unidas en materia de DD.HH: la importancia de crear un comité permanente abocado exclusivamente a buscar detenidos desaparecidos.


No representa los casi 75 años que tiene y que cumple a fines de diciembre. Originalmente quería ser periodista y sus compañeros del Instituto Nacional lo convencieron que ingresara a la Escuela de Derecho. Ha estado más de 19 años integrando la Corte de Apelaciones y aunque su trayectoria y solidez jurídica siempre han sido reconocidas en el mundo judicial, nunca lo ascendieron a la Corte Suprema, tema sobre el cual a estas alturas prefiere omitir comentarios, no sin esquivar el tema  con un dejo de ironía. Su retiro se acerca a pasos agigantados —confiesa que piensa en ello todos los días— y afirma que espera se le recuerde como un ministro que cumplió con lo encomendado.

Por sus manos han pasado casos como los pinocheques y el de las armas a Croacia, pero su sello han sido los DD.HH., siendo el juez que más sentencias ha dictado hasta hoy en este ámbito: 42 en total. A su cargo, entre muchos, ha tenido los casos de Lumi Videla, el general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, las torturas en el campo de prisioneros de Tejas Verdes, las cometidas contra el diputado Sergio Aguiló y el “montaje Rinconada de Maipú”, única causa donde hay procesado un periodista por participar de un show mediático.

Solís es el mismo juez que hace no más de quince días le pidió perdón a las familias de las víctimas del patio 29, por los diversos problemas de identificación que han existido en esta causa: de los 126 casos en total, hay 51 identificaciones en las que hay un 99,99% de certeza. “A veces las muestras son insuficientes y en algunos casos he tenido que mandar dos, tres y hasta una cuarta muestra (…) hay que estar satisfecho con lo que hemos logrado”.

-¿Porqué tantos problemas de identificación en el patio 29?
-Se confabularon distintas circunstancias. Ahí se dejaban las personas que habían muerto por impactos de bala, luego a partir del año 90 cuando se empiezan a identificar los cuerpos, en ese momento, lo científicamente aceptado era la superposición de una foto al cráneo y se veían los puntos de coincidencia. El 2004 una familia expresó sus dudas, un perito se dio cuenta que había un error y eso significó nombrar un laboratorio extranjero que no estuviera contaminado, formando una cadena: la universidad de Texas con los antecedentes proporcionados por los familiares, muestras sanguíneas, equipo de expertos también extranjero, el Servicio Médico Legal y ahí me mandaban la información a mí para ver si correspondían con las carpetas que tenía.

-¿Muy difícil la tarea de reunirse con las familias?
-Imagínese. Decirles que los llamo para informarles a los deudos que me tienen que devolver los restos que se les habían entregado. Cuando asumí la causa, me juntaba todos los viernes con un grupo de siete familias distintas para explicarles lo que se había hecho y lo que iba a hacer. Consideraba fundamental informarles.

-¿Se ha hecho todo lo que se podía realmente para identificar las víctimas del patio 29?
-Esto ya partió con el problema que estaban todos los cuerpos mezclados, recuerde que habían tumbas en que había más de un cuerpo. Ha habido mucha desinformación, la que ha causado muchos problemas.

-¿Y están agotados todos los esfuerzos para identificar a los restantes?
-A finales de agosto estuvo un grupo de las Naciones Unidas y llegaron a una conclusión sorprendente: reconoció que Chile es el país que más ha hecho en el avance de la verdad y la justicia, que eran notables las reparaciones en dinero que se han hecho a los familiares de las víctimas, pero plantearon que había que hacer hincapié en crear un equipo destinado exclusivamente a buscar detenidos desaparecidos. Es un informe bastante convincente, en el sentido que reconoce lo que se ha hecho.

[cita]»El que me conmovió fue otro, primera vez que lo digo, el caso Chihuilo, del complejo maderero de Panguipulli. Una menor de doce años, con un hermano de ocho, su madre fallecida, fueron a buscar al padre y se lo llevan un grupo de militares, ella todos los días a las cinco esperaba si venía su padre y al mes se dijo: estamos solos en el mundo. Esa frase, en una niña de doce años, uufff, si hago un recuento, es lo que más me ha conmovido en todos estos años».[/cita]

-¿Ese comité que propone Naciones Unidas depende de una decisión política o solamente judicial?
-Yo solo planteo el tema, digo lo que recomendó la ONU. Una de las conclusiones fue que les parecía que no había suficiente velocidad en la tramitación de los procesos judiciales, pero de ahí a que la gente diga que hay impunidad. He dictado más de cincuenta sentencias condenatorias, entonces ¡por favor de qué impunidad me están hablando! La DINA está cumpliendo condena desde enero del 2005, que hablen de impunidad… obviamente que hay muchos, muchos, casos que no se han solucionado, ¡pero por favor!

-¿Le molesta o le frustra que se hable de impunidad?
-La palabra exacta es me molesta, no me frustra, porque me siento completamente satisfecho del trabajo que he hecho, afortunadamente en la Corte de Apelaciones se entendió mi preocupación y no me adjudican integrar sala. Hay una frustración personal, hay temas como la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente, los nuevos tribunales de familia que me pasan por sobre la cabeza, no puedo profundizarlos porque me he dedicado a los derechos humanos, esta especialización ha tenido ese perjuicio, pero me siento satisfecho porque he hecho lo que la gente esperaba de mi.     

-¿A que la atribuye esa sensación  permanente de impunidad?
-Puede ser uno de los factores que el general Pinochet no haya sido condenado, que eso influye en el ánimo de las personas, que no se le castigó.

-Ud. le pidió perdón a las familias del patio 29 en la última reunión ¿hace falta un gesto así de contundente de más autoridades?
-Solo por mí y lo hice con la primera familia que recibí y en la última reunión, porque estaba representando a un Poder del Estado y consideré que se merecen que les pidan perdón por lo que han pasado. Me nació espontáneamente desde la primera vez que me junté con las familias. Muchos me han dado las gracias.

-¿Qué ha sido lo más complejo de afrontar en estas causas y cuál fue la más difícil?
-En todas ha habido mucha desinformación, pero un caso muy emblemático, el más difícil, fue el caso Prat, porque costaba mucho establecer pruebas directas contra los condenados. El que me conmovió fue otro, primera vez que lo digo, el caso Chihuilo, del complejo maderero de Panguipulli. Una menor de doce años, con un hermano de ocho, su madre fallecida, fueron a buscar al padre y se lo llevan un grupo de militares, ella todos los días a las cinco esperaba si venía su padre y al mes se dijo: estamos solos en el mundo. Esa frase, en una niña de doce años, uufff, si hago un recuento, es lo que más me ha conmovido en todos estos años.

-Con tanto dolor visto en estas causas, ¿ya lo vio todo?   
-Sí, ya nada me sorprende, uno empieza de alguna manera a impermeabilizarse, igual que los médicos, porque uno tiene que hacer su trabajo. El juez tiene que ser objetivo, uno no puede empezar a tramitar pensando que va a condenar, hay muchos procesos en los que he absuelto, lo que demuestra que no hay un ánimo preconcebido de perjudicar a alguien.

-¿Se ha hecho realmente toda la justicia que se debía o ha sido en la medida de lo posible como dijo alguna vez Patricio Aylwin?
-Sólo puedo hablar por mí y por mi trabajo, estoy satisfecho.

Lleva más de 19 años integrando la Corte de Apelaciones ¿le habría gustado ascender a la Corte Suprema?
-Postule a la Suprema, en dos ocasiones empaté, se sorteó y me ganó Haroldo Brito y la otra, empate con Rosa Egnem. No insistí porque ya estaba más cerca de mi jubilación y por la demanda de este trabajo.

-¿No ha pagado un costo ya que desde sectores del mundo político se le estigmatizó y castigó?
-Preferiría no opinar, es una cosa muy personal eso… la opinión pública, los periodistas podrán opinar de eso (entre carcajadas).

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