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El impacto del nuevo Papa en el viraje de la Iglesia Católica chilena Se reafirmaría crítica al modelo neoliberal comenzada el año pasado

El impacto del nuevo Papa en el viraje de la Iglesia Católica chilena

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Luego de la sorpresa y novedad por la elección de Jorge Bergoglio como máxima autoridad en el Vaticano, se empiezan a ver señales que confirman que la dirección de la Iglesia universal sería reafirmar el énfasis en la crítica a la desigualdad, las injusticias laborales y la económía neoliberal. Un discurso que en Chile alentaría el fuego que encendió la Conferencia Episcopal el año pasado, cuando dio a conocer una carta pastoral que cayó como bomba entre los poderes que defienden el modelo económico.


Las cifras podrían dar luces de lo obvia de la elección del nuevo Papa Francisco: en 1910, el 24 % de los católicos vivían en Latinoamérica y el Caribe. Sin embargo, en 2010, esa cifra alcanzaba un 39 %. No hay dudas de que es esta región del planeta y no Europa, como hace cien años, la que tiene la oportunidad de ejercer poder e influencia gracias a su masa de fieles.

Sin embargo, cualquier cardenal que haya colaborado en blanquear el humo que salió la tarde del miércoles desde la Capilla Sixtina, le dirá —como cualquier católico en este caso— que no pensó en eso, sino que fue el Espíritu Santo quien guió los designios de la Iglesia a través del nombramiento de Jorge Bergoglio. Es por esto, que el perfil del nuevo Papa adquiere más sentido en el camino que la Iglesia viene trazando hace un tiempo y que apunta a cuestionar el modelo económico y poner acentos importantes en la igualdad, la protección del medioambiente, la justicia social y la equidad laboral.

Estos conceptos han sido puestos sobre la mesa no sólo por la Iglesia en reuniones y documentos a nivel mundial, sino que también a nivel local, provocando distancia y desconfianza en quienes defienden el modelo neoliberal.

[cita]“Desde hace muchos años jesuitas como él han sido muy sensibles de la realidad de los barrios del gran Buenos Aires. Entiendo también que ha tenido expresiones fuertes sobre la prevalencia del capitalismo. Es decir, creo que la posición de la Iglesia chilena respecto al predominio del mercado en la vida nacional va encontrar en este Papa un fuerte respaldo”, asegura Costadoat, aunque señala que esa mirada es una continuidad del trabajo que ya había hecho Benedicto XVI.[/cita]

Balas santas

Si bien la figura del nuevo Papa ha sido fuertemente criticada por sus dichos contra el matrimonio homosexual y su papel en la dictadura argentina, la mayoría de los expertos coinciden en que representa la austeridad. Eligió el nombre Francisco —un santo que recuerda justamente eso—. “Tampoco se vistió con la mitra (el sombrero grande que usan los Papas) ni usó la vestimenta más ostentosa, pero eligió el traje que lleva en la vida cotidiana. También llamó la atención que pidió la bendición primero a la gente. Es una señal de restaurar confianzas y de cercanía”, comenta Sofía Wulf, coordinadora en Chile de Voces Católicas.

Para Benito Baranda, la elección de Bergoglio es una señal “para volver al Evangelio de Jesús: testimonio y sencillez de vida y cercanía con las personas en situación de pobreza”. Jaime Coiro, vocero de la Conferencia Episcopal, también entrega su impresión: “El nombre que el cardenal Bergoglio ha escogido, Francisco, es todo un símbolo en la Iglesia. Al adoptar el nombre de un santo sencillo, pobre entre los pobres, despojado de todo poder terreno, nos entrega claras luces acerca de la misión de la Iglesia en el seguimiento y el anuncio de Jesucristo”.

El nuevo Papa ha hecho varias declaraciones en relación a la pobreza y el sistema. “Los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión, los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de condiciones económicas injustas que originan las grandes desigualdades”, dijo en septiembre de 2007. Ello, en línea con el documento de Aparecida, uno de los planteamientos más importantes de los últimos años para Latinoamérica —redactado por él mismo—, el cual surgió en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe reunidos en Brasil. En dicho texto se puso énfasis en la propuesta de una Iglesia más cercana a los problemas de las personas, la protección al medioambiente y las injusticias sociales.

El año 2009 fue lanzada “Caritas Veritate”, una carta encíclica del Papa Benedicto XVI, que aborda temas como el desarrollo económico y de los pueblos; un documento que contiene frases como ésta: “Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica”.

La Iglesia y la izquierda

En Chile el mensaje de la Iglesia se ha profundizado y en septiembre del año pasado, el arzobispo Ricardo Ezzati presentó la carta pastoral “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile”, donde se criticaba fuertemente el sistema económico chileno. “Ya no se acepta más que se prolonguen las diferencias injustificadas. La desigualdad se hace particularmente inmoral e inicua cuando los más pobres, aunque tengan trabajo, no reciben los salarios que les permitan vivir y mantener dignamente a sus familias”, decía en algunas líneas el documento, interpelando claramente a los gobiernos, pero también a le elite.

“Los empresarios no compartimos el diagnóstico de la carta pastoral, porque en nuestra opinión le faltan elementos para que fuera un diagnóstico mas preciso de la realidad chilena. Las críticas al sistema económico me parecen muy parciales. Le faltaron puntos para hacer un diagnóstico concreto”, señala Ricardo de Tezanos, presidente de la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC), refiriéndose a las ácidas conclusiones respecto al modelo. Aunque sí le parece que hay situaciones en las que Chile está en deuda con los más pobres: “Hay que centrarse en el tema de fondo que es real, que tiene que ver con los sectores mas desprotegidos, el empleo, capacitación, etcétera”.

En opinión del presidente de USEC, la elección de un cardenal argentino puede tener un impacto en la Iglesia chilena. “Por su mismo rol en Aparecida tiene una cercanía con los problemas de la Iglesia latinoamericana y obviamente que será muy relevante también en la Iglesia de nuestro país”, dice.

El sacerdote jesuita Jorge Costadoat tiene la impresión de que Bergoglio es de un talante social antiguo. “Desde hace muchos años jesuitas como él han sido muy sensibles de la realidad de los barrios del gran Buenos Aires. Entiendo también que ha tenido expresiones fuertes sobre la prevalencia del capitalismo. Es decir, creo que la posición de la Iglesia chilena respecto al predominio del mercado en la vida nacional va encontrar en este Papa un fuerte respaldo”, asegura Costadoat, aunque señala que esa mirada es una continuidad del trabajo que ya había hecho Benedicto XVI.

El sociólogo Alberto Mayol cree que este Papa puede reforzar el espíritu de la Iglesia Católica chilena que adoptó las batallas sociales después de la encíclica de Benedicto XVI, aunque “la Iglesia chilena está con muy pocas capacidades de hacer política pública… De hecho, con toda esta discusión del salario mínimo, lo lógico es que hubiera entrado, pero no ha acontecido”, dice, pero al mismo tiempo destaca la mezcla de Bergoglio que puede ser interesante para el nuevo mensaje de la iglesia en Chile y el mundo: “Su vinculación con el peronismo y el ser antikirchenirista… todo esto combinado con su preocupación social, lo hacen aparecer como un sacerdote de izquierda, pero al mismo tiempo muy social y bastante orientado a la desigualdad”.

Andrea Valdivieso, coordinadora de misiones de la USEC y conocedora de la doctrina de Iglesia, asegura que el mensaje social de esta institución se reforzará por la llegada del nuevo Papa, ya no tanto en el mensaje sino en cómo llevarlo a cabo. “La Iglesia chilena hace bastante tiempo que ha hecho suya esta mirada social y la carta pastoral fue una manifestación explícita de esta mirada. Ahora, sí tiene que ir tendiendo los puentes necesarios con los actores para dialogar y comprender las realidades de los grupos para que este mensaje que ella entrega sea mejor comprendida. Sin cambiar un ápice lo que dice, sí tendrá que trabajar la relación con los interlocutores. Y ese será su desafío”.

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