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El nombramiento “por descarte” de Carolina Schmidt en Educación y la trastienda del nuevo diseño Piñera eligió a una de las sobrevivientes del “gabinete de los gerentes”

El nombramiento “por descarte” de Carolina Schmidt en Educación y la trastienda del nuevo diseño

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Rechazada la oferta de reemplazar a Beyer por parte de Matko Koljatic y Lucía Santa Cruz, y descartados el subsecretario Rojas por su perfil “ultra” y Longueira dado su pasado cercano a la Universidad San Sebastián, el Presidente optó por uno de los rostros femeninos de su gabinete con mayor popularidad. Atacarla a ella traerá costos a los estudiantes y la oposición, estiman en Palacio.


Varias cartas previas barajó La Moneda antes de jugarse por instalar a Carolina Schmidt en el polémico Ministerio de Educación, en reemplazo del destituido Harald Beyer. Un nombramiento por descarte, cuya complejidad para llenar dicha vacante viene a graficar la alicaída etapa en que se encuentra la administración de Sebastián Piñera, a menos de un año de concluir su mandato.

El nombramiento de Schmidt se zanjó el domingo en la noche, pero sólo después que las primeras alternativas en mente no llegaron a concretarse. Es que buscar un reemplazo a Beyer no era tarea fácil, se trataba del cuarto ministro de Educación en tres años, uno que debe afrontar el escenario pos- acusación constitucional, la presión del movimiento estudiantil, las movilizaciones y sacar adelante en el Congreso reformas claves para este gobierno, como la Superintendencia de Educación y el CAE.

La Moneda pensó en el presidente de la Comisión Nacional de Acreditación, Matko Koljatic y también en la historiadora y académica, Lucia Santa Cruz. Fracasados ambos nombres, que no lograron ser convencidos, estuvo sobre la mesa —con la venia de RN incluso— que el subsecretario UDI, Fernando Rojas, asumiera la titularidad del ministerio, siguiendo la tónica de los últimos meses de llenar las vacantes del gabinete con los segundos a bordo.

Pero la opción de Rojas no tuvo eco por diversos factores, especialmente —explicaron en el oficialismo— porque se requería alguien con “mayor capacidad de contención política” y el personero gremialista tiene fama de un estilo algo “sectario” y una visión excesivamente conservadora.

Otro nombre que estuvo en la palestra desde el primer momento, una vez consumada la destitución de Beyer, fue el del ministro de Economía, Pablo Longueira (UDI). Es más, en el oficialismo comentaron que el primer ofrecimiento que se le hizo a Schmidt fue precisamente que se fuera a la cartera de Economía, algo que encajaba muy bien —y mucho más que Educación— con su perfil profesional de Ingeniera Comercial de la UC y su pasado de gerenta, donde le tocó llevar los números de la revista Capital cuando su dueño era Guillermo Luksic.

Solamente se le ofreció Educación una vez que Longueira rechazó cambiarse de ministerio. Además de no estar realmente muy interesado en el enroque, la chance del ministro UDI terminó por fracasar debido a los intereses que tuvo en el pasado con la Universidad San Sebastián, de la cual fue parte de su directorio, lo que abriría un flanco de críticas.

Así se llegó al domingo en la tarde, cuando finalmente se ofrece a Schmidt que asuma en Educación, decisión que ella analizó con su círculo más íntimo y que una vez que dio el sí a Piñera el domingo en la noche, se logró mantener en estricta reserva hasta un par de horas antes de la ceremonia que se realizó ayer pasado el mediodía en el salón Montt-Varas.         

La estrategia

Schmidt pertenece al círculo íntimo del Presidente Piñera. Su marido, Gonzalo Molina, es socio del influyente estudio de abogados Barros & Errázuriz y por razones familiares tiene cierto vínculo con la DC y la dinastía de los Zaldívar. Antes de llegar en marzo del 2010 al Sernam estaba a cargo de Foods Compañía de Alimentos CCU, filial de Quiñenco, que lideraba el fallecido Guilermo Luksic y también se desempeñó en Comunidad Mujer.

Es una de las pocas sobrevivientes del “gabinete de gerentes” con el cual debutó Piñera en marzo del 2010, equipo de ministros que en su mayoría tenían un perfil empresarial, técnico e independiente. Una fórmula que el mandatario, a poco andar, tuvo que desechar para inclinarse por los “políticos expertos”, lo que marcó el ingreso al gobierno de Andrés Chadwick, Pablo Longueira, Evelyn Matthei y Andrés Allamand.

[cita]Una mujer en la cartera de Educación, según consideraron en Palacio, le permite a la administración Piñera neutralizar los ataques en materia de Educación que vengan de la oposición, ya que podrán sacarlos al pizarrón y ponerlos en jaque con el argumento que están cometiendo “femicidio político”, tal como en su momento reclamó la Concertación cuando la derecha fustigaba al gobierno de Bachelet.[/cita]

La opción de Schmidt en Educación se vistió con tres argumentos, una vez descartadas todas las alternativas previas. Su liderazgo en las encuestas es un plus para el gobierno, al menos por un rato, para mejorar su propia imagen, su apoyo y subir el respaldo en un área tan criticada como ha sido la Educación estos tres años.

Desde el Sernam Schmidt llegó a empinarse al 78 % de aprobación en las encuestas en octubre del 2012 y si bien en marzo había bajado ya al 71 %, sigue siendo el rostro mejor evaluado de todo el gabinete de Piñera. Se comenta que hace meses ella había hecho sentir su desagrado en que ese apoyo que tenía no era reconocido lo suficiente en el gobierno y La Moneda no le sacaba suficiente partido.

En segundo lugar, la nueva ministra de Educación tiene buenas relaciones con distintos sectores políticos —recalcaban ayer en La Moneda— y se ponía como ejemplo de ello que participó en un par de las comisiones transversales que estableció Michelle Bachelet durante su gobierno para definir políticas públicas.

Lo tercero y más relevante. Una mujer en la cartera de Educación, según consideraron en Palacio, le permite a la administración Piñera neutralizar los ataques en materia de Educación que vengan de la oposición, ya que pondrán sacarlos al pizarrón y ponerlos en jaque con el argumento que están cometiendo “femicidio político”, tal como en su momento reclamó la Concertación cuando la derecha fustigaba al gobierno de Bachelet.

Sin micrófono

Recién asumida, Schmidt ya puso coto a lo que entiende por diálogo y con quienes pretende realizarlo. Unas horas antes del ajuste ministerial llegaron a La Moneda los dirigentes de la Confech, encabezados por el presidente de la FECh, Andrés Fielbaum y su par de la FEUC, Diego Vela, quienes pidieron una mayor disposición a conversar que la que tuvo Beyer y que se retiren las reformas en debate en el Congreso.

Escuetamente la ministra dijo que «el proceso de diálogo tiene que ser con todos los sectores», pero enfatizó que eso se debe realizar «en el Parlamento, es ahí donde debemos sacar adelante la reforma que el país se merece».

No fue el único tema incómodo. Acto seguido se le preguntó por el discurso de Piñera, donde trató de darle otra connotación, una menos negativa a sus ojos, a la palabra lucro. Al respecto, Schmidt precisó que “el Presidente fue muy claro. Si nosotros entendemos por lucro, el abuso, la injusticia, la usura que muchas veces se comete, eso no lo aceptamos (…) lo que nosotros defendemos como país es la calidad en la educación. Una educación que llegue a todas y todos, una educación justa, una educación equitativa que sea la fuente de igualdad de oportunidades”.

Pero apenas dio esa respuesta, abruptamente los micrófonos en el patio de Los Naranjos fueron cortados por un asesor de la Segegob, para evitar que la ministra siguiera respondiendo preguntas delicadas. Así, Schmidt se dio media vuelta y volvió al salón Montt-Varas, escoltada por la vocera, Cecilia Pérez.

Cuando será imposible cortar los micrófonos para evitar problemas a la ministra de Educación es el 8 de mayo, día para el cual está convocada una nueva marcha estudiantil, que será una de las primeras pruebas de fuego que deberá asumir.

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