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Obispo Alejandro Goic: “Hay pocos que ganan mucho y muchos que ganan poco” Autor intelectual de la propuesta del salario ético revisa la situación seis años después

Obispo Alejandro Goic: “Hay pocos que ganan mucho y muchos que ganan poco”

A 210 mil pesos llega hoy el salario mínimo. El obispo de Rancagua y vicepresidente de la Conferencia Episcopal propuso en el 2007 una cifra de 250 mil pesos como piso mínimo para que una familia viviese con dignidad. En ese momento, Evelyn Matthei, entonces senadora y hoy candidata presidencial, criticó duramente al prelado diciendo que él “no tiene idea de economía”.


Han pasado seis años desde que el obispo de Rancagua, Alejandro Goic, abriera un debate que aún tiene vigencia: la incapacidad del sueldo mínimo, que a esa fecha era de 120 mil pesos, de cubrir las necesidades de los trabajadores. Su gran contradictora entonces fue la senadora UDI Evelyn Matthei, quien salió al paso del Obispo señalando en tono tajante que él “no tenía ni idea de economía”.

El actual vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile, que en 2007 actuó como mediador en la pugna entre Codelco y las trabajadores subcontratistas, señaló que una de las causas que provocan este tipo de conflictos son los bajos sueldos, por lo que propuso el “salario ético”, que ponía en manos de los empresarios la responsabilidad de pagar más del salario mínimo legal si estaban en condiciones de hacerlo. En ese tiempo habló de al menos 250 mil pesos.

Según datos de la Fundación Sol hoy día el salario ético de Goic, ajustado por inflación general, sería de $ 302.372. “De acuerdo a los datos de la Universidad de Chile, luego de casi tres años de fuerte crecimiento económico, en Gran Santiago, el 50 % gana menos de $ 300.000, es decir, el sueldo ético o menos”.

[cita]En su oportunidad recuerdo que me enviaron cartas dos o tres Pymes acá en la Sexta Región. Una de ellas era una empresa de unos 30 trabajadores, me vinieron a ver para decirme que iban a hacer un esfuerzo para cubrir los sueldos, y así lo hicieron. Era gente de fe, que comprendieron que una empresa es una comunidad de personas. Les ha ido bastante bien, salvo un año con cierta crisis en que todos se apretaron el cinturón. Ahí se logró, así que es posible.[/cita]

Más aún, “al actualizar el Salario Ético de Goic, según la inflación general a la fecha en que se aplicó la encuesta Casen 2011 —noviembre de ese año—, un 63,3 % de los dependientes no estatales —asalariados privados y servicio doméstico— de tiempo completo ganarían menos del monto de Goic”.

De acuerdo a los datos Casen 2011, “el 85 % de los trabajadores gana menos de $ 650.0000 y si consideramos el grupo afecto a la lógica ‘goicsiana’, los dependientes no estatales, el 85 % gana menos de $ 530.000. En el Chile de los US$ 22.655 de ingreso per cápita, la gran mayoría tiene salarios bajos, tiene un atraso salarial”.

En cuanto al salario mínimo, que hace unos días fue aprobado y llegó a los 210 mil pesos, está lejos de alcanzar al salario ético propuesto hace siete años, instalándose en 30 mil pesos por debajo.

Según la Fundación Sol, este salario mínimo, que califican como un “minisalario mínimo, que es cercano a lo que obtiene el 50 % de los trabajadores, pero no porque sea alto si no porque los sueldos en Chile son muy bajos. Basta considerar que el 50 % de los asalariados no estatales, gana menos de $ 218.800, muy pegado al mínimo”.

En este escenario, para Alejandro Goic lo propuesto aún no se ha conseguido y el debate sigue abierto, manteniéndose una de las principales deudas de Chile: el no ser un país más equitativo.

A seis años de haber instalado el debate en torno a la necesidad de que las empresas pagasen un sueldo ético de, al menos, 250 mil pesos ¿cuál es su evaluación de la acogida que tuvo esta idea?
-Suscitó un debate que hasta hoy continúa. Creo que la posibilidad de seguir debatiendo el tema y colocarlo como uno de los grandes temas de la campaña presidencial y parlamentaria es éste. La remuneración es el instrumento más importante para practicar la justicia en las relaciones laborales. El éxito económico del país que se ha ido dando, gracias a Dios, debe ponerse al servicio de la persona humana, la sociedad y especialmente de los más desposeídos. Aunque no se ha conseguido lo que en esa ocasión se señaló, hay un debate abierto y creo que es de los principales. De hecho, en una encuesta que vi en los medios que se señalaba que 91 % de las personas considera que los sueldos mínimos son demasiado mínimos y que hay una tarea urgente, y que le interesa a la gran mayoría del país y no sólo a unos pocos.

-El costo de la vida ha subido en los últimos años, pero en el Congreso recién se aprobó un mínimo de 210 mil pesos. ¿La discusión se quedó atrás con respecto al real costo de la vida?
-Siento que el debate está pendiente. Es un país que, gracias a Dios, recuperó la democracia luego de un gobierno autoritario. En los últimos 20 años ha habido un crecimiento económico importantísimo, pero creo que la deuda pendiente es hacer un país más equitativo. Es uno de los países más inequitativos del mundo donde hay pocos que ganan mucho y muchos que ganan poco. El desafío, si queremos ser una sociedad más justa e inclusiva, es seguir generando riquezas y creciendo, pero buscar caminos de mejor distribución, más equitativa. Para creyentes y quienes no lo son, pero son personas de buena voluntad, los bienes no son propiedad de unos pocos, están al servicio de todos y el que tenga los bienes y los haga producir para el que trabaja con ellos es el verdadero sentido. El Papa Juan Pablo II escribió una encíclica donde señalaba que una empresa es una comunidad de personas, de trabajadores, donde todos deberían participar de los beneficios de la empresa. Nos sólo el dueño del capital.

-¿Cómo se logra esto?
-Hay un concepto mental que hay que cambiar, porque ¿qué sentido tiene acumular sin compartir con quienes me ayudan en producir la riqueza que poseo? Yo decía que se necesita un cambio del corazón. Ponerme en el lugar del trabajador y vivir con los 210 mil pesos del salario mínimo. Uno sabe que con eso no se puede vivir. Debemos aspirar a que la sociedad haga de las remuneraciones un instrumento que impulse mayor justicia en temas laborales. El desafío es hacer una sociedad más equitativa. Me parece que muchos malestares sociales que se ven hoy, en temas de Educación y Salud, por ejemplo, están relacionados con este tema. Hay que lograr que políticos y economistas vean cómo se hace y cómo se llega a eso. Que nuestro norte sea cómo hacemos que los más pobres y desposeídos puedan participar del crecimiento y desarrollo económico que Chile ha tenido en los últimos 20 años.

-¿Y eso no está pasando aún?
-Hay que reconocer que ha habido una disminución de la pobreza dura. Pero todavía persiste una pobreza grande en vastos sectores. Si se ha disminuido de 40 % a 20 %, en la década que viene ¿no seremos capaces de disminuir de 20 % a 10 %? Me da cierta pena ver debates sobre cosas que le importan sólo a grupos minoritarios. Siendo que el gran tema es hacer un país más justo, con una mejor distribución de la riqueza.

-¿Los sueldos han crecido de acuerdo a las necesidades de las personas?
-De manera absoluta no. Una de las cosas que me preocupa es el nivel de endeudamiento. Es un sistema que invita a consumir y consumir y comprar cosas que sin duda son útiles pero no tan indispensables, pero la propaganda penetra y la gente se endeuda y endeuda y trae dramas sociales. El problema de fondo: qué tipo de país construimos. Me duele cuando leo que Chile es un país de consumidores. Creo que es un grupo humano, de ciudadanos, mientras más dignidad en su condición humana, más en sus vidas. Me siento como un ciudadano y no consumidor. Este no es un problema únicamente de Chile, sino en el mundo, bajo un sistema basado sólo en la economía, la producción de riqueza, pero no mira a la humanidad. En nuestro caso, tenemos pensamiento social de la Iglesia y los que creen deberían tratar de ser coherentes con ese mensaje.

-¿Cómo siente que reaccionó el mundo empresarial con su propuesta del salario ético?
-En su oportunidad recuerdo que me enviaron cartas dos o tres Pymes acá en la Sexta Región. Una de ellas era una empresa de unos 30 trabajadores, me vinieron a ver para decirme que iban a hacer un esfuerzo para cubrir los sueldos, y así lo hicieron. Era gente de fe, que comprendieron que una empresa es una comunidad de personas. Les ha ido bastante bien, salvo un año con cierta crisis en que todos se apretaron el cinturón. Ahí se logro, así que es posible. Las grandes empresas tienen un gran desafío: deben caracterizarse por su capacidad de servir al bien común mediante la producción de bienes y servicios útiles. Una lógica de eficiencia y satisfacer intereses de diversos sujetos, no sólo propietarios, sino para todos quienes participan. Creo que debe haber un cambio de mentalidad que permita un desarrollo económico modernizador que llegue a todos. No a unos sí y a otros no. Cuando una propiedad privada impide crecimiento de los otros se vuelve egoísta, no corresponde a una mirada humanizadora.

Luego de instalarse el tema del salario ético se empezó a hablar del “Salario Ético Familiar”, que añade transferencias del Estado ¿esto se desvincula de su idea de que se pagaran mejores sueldos?
-Sin duda que los subsidios para la gente más necesitada se valoran y se agradecen y, a veces, son indispensables porque permiten que una familia con ingresos muy bajos pueda tener un ingreso superior. Pero el ideal es que no haya ese tipo de subsidios, sino que el sueldo por sí mismo dignifique a la familia. Porque mi trabajo merece un mejor sueldo.
Lo vimos, por ejemplo, en el caso de los recolectores de basura. Sin su aporte, la ciudad se vuelve inviable, no se puede vivir. Su trabajo es absolutamente indispensable, pese a lo cual no se está remunerando adecuadamente. Eso es lo que hay que tratar de mejorar y a lo que la gran mayoría de chilenos aspira. Por eso pido a Dios que se tenga la capacidad de trabajar por un Chile inclusivo y permita que cada familia reciba un sueldo digno y suficiente.

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