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Noticiarios de TV: la tensión entre el “rating” fácil y el periodismo de calidad Sensacionalismo y denuncias seducen a la industria por bajos costos y altos ingresos

Noticiarios de TV: la tensión entre el “rating” fácil y el periodismo de calidad

Bastián Fernández
Por : Bastián Fernández Periodista de El Mostrador
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Impacto. Es la máxima que rige los 90 minutos de noticiarios en la televisión abierta nacional. Las áreas comerciales de las estaciones han apostado por obtener el mayor rating durante el horario prime, ya que es donde se producen las mayores recaudaciones. Bajo la misma lógica los programas de investigación en TV han orientado su foco hacia las denuncias y la espectacularidad, diferenciándose así drásticamente de sus orígenes. El panorama se explica, para muchos, por la próxima entrada en vigencia de la Ley de TV digital.


Hace tres años los noticiarios de televisión abierta en Chile comenzaron a alargar su duración. Hasta entonces estaban una hora en pantalla. Tras el terremoto, completaron los 90 minutos entre noticias y tandas comerciales.

Las razones de la extensión responden a dos causas. Por una parte es el horario prime con mayor audiencia y cuya demanda es de baja elasticidad. Pero más importante aún, el noticiario es el bloque donde se concentra la mayor cantidad de avisaje; al extenderlo, los canales están obteniendo mayores ganancias por publicidad.

Así lo explica el docente de la Universidad Católica y consultor e investigador de medios, Luis Breull. “Donde están las mayores platas es en el noticiario. No es negocio para tv abierta tener programación fuerte antes de las 20 hrs, todas las lucas están en el noticiario. Un noticiario de hora y media es una apuesta a abrir ventanas para la recaudación publicitaria que se puede aumentar desde un tercio hasta 50% más”.

Según el estudio del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) Noticiarios de televisión: consumo, evaluación y percepciones (2013) —elaborado por Breull— las audiencias están interesadas en consumir contenidos informativos.

La encuesta que se utiliza en este estudio señala que el 2012 la demanda por géneros informativos lidera con el 23.4 % de las preferencias, mientras que el 20.4 % demanda  misceláneos y el 13.1 % de conversación.

Un ejemplo reciente de esta realidad fue en el contexto de los 40 años del Golpe de Estado. Los programas y series de televisión —realizados en su mayoría por productoras independientes— sobre esa época de Chile han sido bien recibidos por la audiencia, obteniendo un elevado rating.

[cita]“Perdieron el rol social”, así sintetiza Luis Breull la realidad de los programas de investigación. “Finalmente terminan siendo denuncias que se agotan a sí mismas y que no tienen real trascendencia más allá de las marcas. ¿Cuál es el impacto social en la vida cotidiana de las personas? ¿Cuál es el impacto referido a las políticas públicas? Estos programas dejaron de mirar las políticas públicas y se volcaron a esta lógica de micro denuncias”, sostiene Breull. [/cita]

Por otra parte, la oferta de los canales es a la inversa. En el 2012 los tres géneros que más se ofertaron fueron: misceláneo (16.7 %); informativo (16.3 %); y series y miniseries (16.2 %). Sumados los tres conforman cerca del 50 % de la oferta de televisión abierta.

90 MINUTOS DE IMPACTO

El docente de la Universidad Católica, Valerio Fuenzalida, coincide en que durante los últimos cinco años las cifras muestran un interés de la audiencia por consumir contenidos informativos. Pero el académico advierte sobre la calidad de la información en los noticiarios.

“La información para ser de calidad debe profundizar. Ejemplo, decir que hay delincuencia es un titular, pero una información de calidad es la que te permite profundizar, a través de otros géneros, respondiendo ¿Porque hay delincuencia? ¿Por qué no se puede resolver? ¿Cuáles son las experiencias?”, sostiene Fuenzalida.

En la misma línea el académico de la UC cree que la decisión de los noticiarios de ofrecer todos los formatos (entrevista, denuncia, reportajes, discusión) dentro de su edición central es “altamente insatisfactoria”. Para Fuenzalida la calidad “exige otros géneros y otra discusión. Eso es lo que no puede tener un canal de TV abierta y eso te baja la calidad. Calidad alta es entregar puntos de vista distintos además del titular del noticiario. Mayor calidad es posible con la tv digital y no con el esquema actual”.

Para el analista de la industria, Juan Carlos Altamirano, la crónica roja y el sensacionalismo de los noticiarios obedece a una “lógica comercial porque requiere menos recursos cubrir ese tipo de noticias y en termino de masividad hay que reconocer que tienen más audiencia”.

Altamirano cuestiona también el nivel de cobertura que se le da a los temas políticos, que en su opinión no es suficiente. “Se necesitan más equipos para cubrir la amplitud y la diversidad de los temas políticos, por lo que hay una razón económica. Y también una editorial, ya que para los editores es una complicación, les trae problemas y terminan evadiendo la cobertura. Esto porque de inmediato aparecen las quejas del oficialismo y oposición, sobre los tiempos que se les da a cada uno. En definitiva es tan complejo cubrir política que lo reducen a la noticia fundamental. Junto a eso está lo esquemático, existe este mito de que las noticias políticas generan menor rating, lo que en términos generales es cierto pero siempre depende de la coyuntura”.

Para Luis Breull los noticiarios se han intentado posicionar como ventana de los problemas de las personas. “Operan como un sustituto de redes sociales, a través de crónica roja, delito a propiedades de personas, la exaltación de la sangre, del temor y la intrascendencia de temas cotidianos que muestran hábitos de vida, pero que no son noticia. La opción de hacer noticiarios largos, sin tener noticias, es una opción de mercado, porque están recaudando importantes sumas en un contexto de amenaza por la TV digital”, dice Breull.

AGENDA DEL YOGURT Y ACEITE

Entre quienes mantienen una mirada crítica hacia las ofertas de programas de investigación periodística, el comentario que más se repite es que no son los mismos que hace cinco años. Atrás quedaron los días de oro de los dos programas emblemáticos de investigación de la televisión chilena: Informe Especial de TVN y Contacto de Canal 13. Un diagnóstico pesimista es que perdieron el foco y que hoy “las marcas aguantan todo”, según comentan fuentes de la industria.

El programa de Canal 13 ha sido un ejemplo claro de esta realidad. Durante este año el mítico espacio de investigación puso como rostro a Emilio Sutherland —“Tío Emilio”— proveniente del programa “En su propia trampa”, que desenmascara a estafadores y ladrones callejeros. Además, su pauta han sido las denuncias relacionadas a la calidad de productos y servicios, lo que aparte ha generado una serie de problemas legales para el canal.

Esto, luego de que denunciara en un capítulo que ciertos yogures no hacían el efecto publicitado, los panes de molde tenían más grasa que la indicada en los envoltorios y los aceites de oliva eran dañinos para la salud.

Al capítulo le siguieron las demandas interpuestas por Danone, fabricante de Activia, y Cencosud, de los aceites de oliva Jumbo, exigiendo una indemnización de perjuicios por US$ 35 millones al canal de los Luksic. El asunto escaló a lo más alto cuando el propio Horst Paulmann llamó a Andrónico Luksic.

Estos episodios causaron molestias al interior del directorio de Canal 13 y fueron una de las razones que gatillaron la salida de Nicolás Eyzaguirre de la estación.

En un mejor pie se encuentra, de momento, Informe Especial que arrancó esta temporada con un capítulo dedicado a la guerra en Siria y después se volcó a la cobertura de los 40 años del 11 de septiembre de 1973. Junto a Amaro Gómez-Pablos y Santiago Pavlovic, el programa sumó como rostro a Mónica Pérez, quien también proviene de un programa de denuncias de abusos: “Esto No Tiene Nombre”.

MICRODENUNCIAS

Ximena Poo, docente del ICEI de la Universidad de Chile, cree que existe una convergencia entre el interés económico y la generación de rating, por lo que los canales buscan crear una “adicción” a la denuncia de temas sobre la vida cotidiana. “Hacen reportajes de denuncias, de consumo y no de investigación. Hay temas de cómo nos construimos como país que tienen que ver con investigación como la educación, salud, vivienda y tanto Canal 13 como TVN no lo han trabajado en profundidad. No tienen el foco en la construcción de una ciudadanía crítica. Eso tenían Contacto e Informe Especial antes, pero cambiaron el formato a la espectacularidad y temas superficiales sin investigar a fondo. Que levanten la agenda del yogurt y de los aceites son temas secundarios, no para una primera plana”, dice Poo.

Una mirada distinta tiene el académico de la UC Valerio Fuenzalida, quien valora el trabajo y el foco que han puesto los programas de investigación. “Aprecio el periodismo de investigación y de denuncias acerca de bienes y servicios de consumo. Estamos en una sociedad que ha tenido más acceso a bienes y servicios. Se ha entrado con mucha facilidad en una lógica de abuso y se habla de la economía del abuso. Los programas muestran eso. Me parece que eso está respondiendo a nuestra sociedad actual, que es de consumo y que está con síntomas de corrupción. La TV está haciendo esa tarea, de observar y vigilar”.

“Perdieron el rol social”, así sintetiza Luis Breull la realidad de los programas de investigación. “Finalmente terminan siendo denuncias que se agotan a sí mismas y que no tienen real trascendencia más allá de las marcas. ¿Cuál es el impacto social en la vida cotidiana de las personas? ¿Cuál es el impacto referido a las políticas públicas? Estos programas dejaron de mirar las políticas públicas y se volcaron a esta lógica de micro denuncias”, sostiene Breull.

El académico cree también que actualmente existe una saturación de oferta de reportajes y denuncias. “La gente no sabe dónde está lo importante. Estamos saturados de reportajes todos los días, entonces ¿cómo los reportajes emblemáticos pueden sobrevivir a eso y diferenciarse?”, se pregunta.

Juan Carlos Altamirano tiene un análisis más pesimista y cree que hacer buenas investigaciones en televisión requiere de una voluntad editorial comprometida. “Cuando se hacen reportajes investigativos se genera buen rating y son competitivos. Pero tiene que haber una voluntad editorial del canal de dedicarse a esto. Y eso significa que hay que sacar plata de otro género para ponerlo en investigación. Pero como genera problema a los dueños y editores, prefieren irse por el camino más fácil. Es pan para hoy y hambre para mañana. Es una trivialización de la TV”.

Altamirano cree que esta área de la televisión ha sufrido el recorte presupuestario “en forma bastante grande” y que “entre hacer un gran reportaje de investigación, que es caro por el tiempo, se opta por reportajes sensacionalistas”.

Antes el presupuesto de los programas de investigación, según indican fuentes que trabajaron en el rubro, podía alcanzar a una cifra que oscilaba entre $ 20 y $ 25 millones de pesos por capítulo. Una cifra lejana a las que invierten actualmente los canales en el área investigación. Acorde a algunas fuentes de la industria, un capítulo puede llegar a costar máximo entre $10 y $15 millones, “pero tiene que ser con todo y con mucho tiempo”.

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