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Carlos Peña: «El acto de votar es perfectamente irracional… perfectamente tonto»

Carlos Peña: «El acto de votar es perfectamente irracional… perfectamente tonto»

«El principal desafío de Bachelet después de este triunfo apenas somnoliento será despertar a esos millones de personas, no para que se sumen a una gesta épica (que no la habrá), sino para que recuperen el sentido de comunidad, el gran problema de las sociedades que se modernizan», sostuvo el analista político.


El analista político Carlos Peña analizó la alta abstención de la segunda vuelta del domingo último, donde se impuso con más del 62% de los votos la abanderada de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet.

En una columna publicada este lunes en El Mercurio con el título «Un triunfo con bostezos», el también rector de la Universidad Diego Portales considera que «la gente vota cuando se siente parte de una comunidad imaginada, con vínculos de lealtad hacia sus vecinos», cuestión que a su juicio no se está produciendo en el país.

«Como ocurre que los procesos de modernización deterioran los grupos de pertenencia y acentúan la autonomía individual, lo más probable es que en Chile –donde la modernización capitalista lleva varios años– la tendencia a la abstención haya llegado para quedarse. Es el signo de una transformación subterránea, más que el síntoma de un asunto puntual. Un nuevo estado vital, más que un desgano transitorio».

Por ello no duda en afirmar que «el acto de votar es perfectamente irracional: creer que un voto puede cambiar o influir el curso histórico en un mar de millones, es perfectamente tonto. Luego, lo racional parece ser no votar, como lo hizo casi la mitad del padrón. Por eso, en todos los países donde la modernización capitalista campea o triunfa (es decir, donde la globalización se acentúa, la individuación se incrementa y la autonomía individual cunde), la abstención es alta o muy alta: en Gran Bretaña pasó de menos del 24% en 1992 a más del 40% en 2001; en EE.UU. más de la mitad no ha votado en las últimas y las penúltimas presidenciales; la Presidenta de Brasil, a pesar del voto obligatorio que allí rige, fue elegida con una alta abstención (y a poco andar su elección se adornó con protestas de las clases medias, las mismas que se abstuvieron)».

Asimismo, sostiene que «esos millones de personas que no votaron no son opositoras a Bachelet (o adherentes a Matthei), sino hombres y mujeres que están en eso que Max Weber llamaba la ‘jaula de hierro’: satisfechos con el consumo, esforzados y lidiando con su vida personal y sin un minuto siquiera para detenerse y pensar que quizá su vida individual está atada a otros millones de vidas cuya voluntad, sumada en la política o en el mercado, acabará determinando la suya».

Finalmente, enfatiza que «el principal desafío de Bachelet después de este triunfo apenas somnoliento será despertar a esos millones de personas, no para que se sumen a una gesta épica (que no la habrá), sino para que recuperen el sentido de comunidad, el gran problema de las sociedades que se modernizan».

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