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La soterrada molestia de las FF.AA. y la trastienda de la convocatoria de Piñera al Cosena Mandatario da señal de viraje en la política de encapsulamiento de tema La Haya en manos de Moreno

La soterrada molestia de las FF.AA. y la trastienda de la convocatoria de Piñera al Cosena

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Al Presidente estas semanas no le habría gustado darse cuenta de que la conducción comunicacional, que la pauta política la ha marcado en todo momento el gobierno de Lima y que Chile aparece pasivo, que – por haber privilegiado la buena relación comercial– el país es visto como falto de iniciativa. Punto que el Mandatario ya le habría reprochado a su canciller.


No estaba planificado. Por más que las declaraciones públicas desde La Moneda insistan en que la convocatoria al Consejo de Seguridad Nacional (COSENA) estaba contemplada en el cronograma que se había definido en Palacio para enfrentar las semanas previas al fallo de La Haya, en el propio gobierno confiesan que la idea y la decisión fue única y exclusivamente del Presidente Sebastián Piñera, quien resolvió el punto de forma abrupta, sin avisar a nadie. Y que al sacar esta carta bajo la manga en estos momentos, efectivamente sorprendió a todos.

El Presidente Piñera y su canciller Alfredo Moreno han operado como una férrea dupla estos casi cuatro años para desplegar la estrategia de las cuerdas separadas, privilegiando el ámbito comercial, a pesar de las críticas internas que esto generó en su propia administración. Una alianza que podría estar fisurada estos días. En La Moneda se pone en duda que el ministro de Relaciones Exteriores estuviera al tanto de la citación al COSENA, ya que es una línea de acción –recalcan– que militariza el tema al menos desde el punto de vista simbólico, que trata de mostrar una suerte de “tensión institucional de última hora” y que es totalmente “contradictoria” con la estrategia del encapsulamiento que ha desplegado Moreno en relación a la demanda peruana y en el contexto de mostrar las relaciones bilaterales de “completa normalidad” con el país vecino.

“Es bien difícil creer que Moreno no se habría opuesto a la convocatoria, el COSENA hace escalar el tema, es una carta contraria a la fórmula de las cuerdas separadas que defiende él”, sentenciaron desde esferas de Defensa y Palacio.

Al Presidente estas semanas no le habría gustado darse cuenta que la conducción comunicacional, que la pauta política la ha marcado en todo momento el gobierno de Lima y que Chile aparece pasivo, que –por haber privilegiado la buena relación comercial– el país es visto como falto de iniciativa, punto que el Mandatario ya le habría reprochado a su canciller.

[cita]Las FF.AA. están inquietas, dicen, les preocupa lo que a muchos en el gobierno y en el mundo político: qué sucederá al día siguiente del fallo. La pregunta del millón, que cruza las conversaciones de las reuniones en Palacio como las llamadas telefónicas entre parlamentarios y autoridades, es qué se hace, cómo hay que reaccionar si llega un barco pesquero peruano a aguas chilenas, argumentando que el fallo lo autoriza.[/cita]

Las razones de Piñera para llamar abruptamente al COSENA –saltándose incluso aspectos de protocolo para estas ocasiones– habrían sido varias. En distintos niveles del gobierno se habla de una suerte de inquietud de las Fuerzas Armadas, ante el excesivo “secretismo” con que la Cancillería, pero especialmente Moreno, ha llevado toda la información en torno al tema de La Haya. Por eso, a través de vías informales las distintas ramas de las Fuerzas Armadas habrían hecho llegar a La Moneda su malestar por estar excluidos en el manejo, diseño y tratamiento de la demanda y el fallo, considerando que es un asunto que involucra la soberanía nacional.

No se trata sólo de un secretismo en las últimas semanas, sino que durante todo el proceso, ya que Moreno habría hecho caso omiso a los reiterados requerimientos militares para ser incluidos en los círculos de información y decisión de alto nivel sobre La Haya. De hecho, es sabida en el gobierno la suerte de distancia que hay entre la Cancillería y Defensa, un dato no menor considerando que una sentencia adversa a Chile de la Corte Internacional de Justicia involucrará a ambas carteras en su implementación.

Conocida era la fría relación, poco diálogo y diferencias que había entre Moreno y el ex ministro de Defensa, Andrés Allamand, y, en el caso del actual jefe de dicha cartera, Rodrigo Hinzpeter, hay una cierta distancia.

Explican en el gobierno que el ministro de Defensa no ha tenido un papel muy activo en este tema, “no ha tenido mayor protagonismo” y, en la práctica –agregan–, tampoco “se ha querido meter mucho”, a pesar de que en el propio ministerio reconocen que a las FF.AA. les habría gustado lo contrario.

En su momento, el ministro Hinzpeter habría señalado en privado que era necesario “mostrar los dientes” de alguna forma, porque seguir haciendo como si nada con Perú, iba a dejar en una situación compleja el llamado poder disuasivo de la defensa nacional, fundamento de toda la política de adquisición de material bélico. Se trataba de equilibrar señales. Con un fallo adverso a Chile, explican desde el gobierno, el arsenal nacional “quedará convertido en chatarra”, porque no habrán  servido de nada la tecnología, los tanques, “si al final igual perdimos”. No lo escucharon entonces y ahora –agregan– optó por no involucrarse mucho más, decisión que apunta a que sea la Cancillería la que se haga responsable de haber llevado el tema de La Haya de esta forma.

Las FF.AA. están inquietas, dicen, les preocupa lo que a muchos en el gobierno y en el mundo político: qué sucederá al día siguiente del fallo. La pregunta del millón, que cruza las conversaciones de las reuniones en Palacio como las llamadas telefónicas entre parlamentarios y autoridades, es qué se hace, cómo hay que reaccionar si llega un barco pesquero peruano a aguas chilenas, argumentando que el fallo lo autoriza.

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Un fallo adverso a Chile dejará en una posición compleja a Piñera, quien después de todo un gobierno privilegiando las relaciones comerciales con Perú, dando así una señal equívoca a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de que la demanda era un tema menor, que no afectaba las relaciones, ahora –recalcan– está tratando de defenderse. Convocar al COSENA le permite tener argumentos y decir que hizo y utilizó todas las herramientas e instancias que la institucionalidad le otorga. Sobre todo, considerando que las últimas semanas ya han emergido voces críticas contra su política de cuerdas separadas, como las del ex subsecretario de Guerra Gabriel Gaspar y del Presidente del Senado, Jorge Pizarro.

El fallo de La Haya le cae a Piñera a menos de dos meses de dejar La Moneda, una etapa que debería ser de cosecha, de buena evaluación en las encuestas, pero que, ante la posibilidad de una sentencia adversa, esa tendencia claramente puede revertirse y dejarlo en mal pie para sus pretensiones de regresar el 2017.

Convocar al COSENA –explicaron en el gobierno- le permite revertir lo hecho previamente, las cuerdas separadas, pero sobre todo le permite reforzar su “protagonismo”, demostrar liderazgo de Estado, que tiene la iniciativa y que ha hecho todo lo que está a su alcance, lo que debería ayudar a que no se afecte su evaluación política.

Es precisamente la lectura que hacen en la oposición. El lunes en la reunión en Palacio que protagonizó Piñera con los presidentes de todos los partidos y los integrantes de las comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara de Diputados a nadie le comentó siquiera la posibilidad remota de llamar al COSENA.

De esa cita y la convocatoria al COSENA, desde la oposición sacan la conclusión que Piñera “se la está jugando por demostrar liderazgo”, que lleva la conducción y las riendas del tema, que ha logrado alinear a toda la institucionalidad tras su figura.

El punto es que más que alinearse realmente tras Piñera, el grueso de la oposición optó por el silencio y no hacer comentarios ni críticas públicas. “No se puede en estos momentos”, afirman un dirigente, no se le puede cuestionar “en un tema de política exterior”, agregó un parlamentario.

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