Opinión
El director de El Mostrador ve cómo el factor común de los ministros es el no ser figuras de contrapeso al poder de la Mandataria. En el caso de su ministro del Interior, puso a Rodrigo Penailillo, un hombre de su entera confianza para no cometer los errores de su primer mandato, donde los ministros de esa cartera no lograron empoderarse.
Al nombrar a Rodrigo Peñailillo –su mano derecha– en Interior, la Presidenta manda la señal de que no habrá figuras de peso político que contrapesen sus decisiones, las que se tomarán dentro de la camarilla que la rodea. Ximena Rincón y Álvaro Elizalde, los otros dos ministros de La Moneda, no significarán contrapeso alguno, pues la primera tiene sintonía personal con la Mandataria y representa al sector chascón de la DC. El segundo fue su vocero y conoce y acata las herméticas y estrictas reglas de control que caracterizan al bacheletismo.
Eyzaguirre en Educación es la apuesta más mediática y arriesgada, su misión será demostrar que ya no es el tecnócrata neoliberal que ocupó Hacienda con Lagos y que entiende el cambio de paradigma que habita en la demanda de educación pública, gratuita y de calidad que vocea la calle.
Macari, en el programa «Podría ser peor» de Radio Bío Bío, se refirió además al nombramiento de Heraldo Muñoz en la Cancillería, donde aunque no era el favorito, su currículo y manejo en política exterior le favorecieron.
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