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Francisca Quiroga: “Hubo una improvisación en cómo se respondió políticamente a Perú” Analista de relaciones internacionales sobre el fallo de La Haya y rol del gobierno:

Francisca Quiroga: “Hubo una improvisación en cómo se respondió políticamente a Perú”

Bastián Fernández
Por : Bastián Fernández Periodista de El Mostrador
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A más una semana de entregado el fallo, la profesional repasa la conducción de la política internacional de Chile en los últimos años. Apunta a que ha predominado una mirada comercial, que con este gobierno se profundizó, y que es necesario cambiar la estrategia. Para Quiroga las relaciones internacionales no pasan sólo por las líneas comerciales y nivel de inversión. “Hay que pensar en construir, generar espacios de confianzas y alternativas”, sostiene.


Hace un mes Francisca Quiroga dejó el lugar donde había trabajado durante diez años como académica, investigadora y analista de política nacional. Su carrera la hizo en el Instituto de Asunto Públicos (IAP) de la Universidad de Chile. A fines de diciembre cambió de domicilio, se mudó a la Universidad Arcis para asumir como directora del Magíster en Políticas Sociales y Gestión Local de la Escuela Latinoamericana de Estudios de Postgrado.

Los temas internacionales, especialmente a nivel del continente, son una de sus pasiones. Eso, entre otras cosas, la llevó a desarrollar modelos de simulación de relaciones internacionales basándose en la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA). “Se ponen en práctica las habilidades de liderazgo, negociación y comunicación. Es una simulación desde los países de América Latina. Se juega con las reglas en el nombre de la diplomacia”, explica. Desde el 2011 imparte un taller de “Análisis de conflicto y negociación” en la Academia Diplomática, donde aplica estas simulaciones.

A más una semana del fallo de La Haya, Quiroga analiza el rol de la Cancillería y sus errores,  así como la posición del país a nivel regional y los pasos que se debieran dar en política internacional.

“Si uno hubiera planificado los escenarios políticos, esta podría haber sido la mejor derrota para Chile en términos de lo que aspiraba Perú y el trabajo que había desarrollado. El tema de fondo tiene que ver con cuál ha sido la lógica de las relaciones vecinales, más allá de Perú”, dice Quiroga.  “Chile no ha propiciado espacios de integración, pero sí una creación más comercial en la región”, apunta.

-La aceptación de la tesis de las “cuerdas separadas” y la línea comercial de esta Cancillería, ¿han influido en el fallo de La Haya y la posición del país en la región?
-Chile ha tenido esa lógica desde los 90. Es la vinculación con los mercados internacionales, Europa, EE.UU., Asia. En este gobierno en particular uno puede evidenciar la mirada comercial en exceso en una coyuntura que ameritaba una mayor complejización en la relación con Perú; eso es lo que uno ve en los discursos y prácticas de los actores políticos. Hubo una improvisación en cómo se respondió políticamente a Perú.

-¿En qué se ve la improvisación del gobierno?
-Si analizas los últimos dos meses y lo que ha sido la expectación respecto del fallo de La Haya, hubo un cambio de un día para otro. Se citó al Cosena, algo que no era esperable. Por otro lado, antes de eso se hablaba, especialmente el ministro de RR.EE., sobre las relaciones comerciales con Perú. Entonces, ahí hay una cuestión medio esquizofrénica de un día una cosa y después otra.

[cita]Lo primero es la actitud de soberbia y de creer que está todo dicho, todo resuelto, sólo por la mirada jurídica. Aunque sea válido creer que ese es el único componente, es un error. Desde el punto de vista de la estrategia y el conflicto se pierde la capacidad de mirar. Lo segundo es la construcción de confianza. Hay una pérdida de confianza en las relaciones con Perú y Bolivia. Esa construcción de confianza no es de un día para otro. Hay una oportunidad en el mundo civil, en las academias, en las universidades u otras áreas donde se podrían generar mayores espacios de confianza. No hay que pensar sólo en las líneas comerciales, nivel de inversión y de cuántas empresas hay en Perú, Bolivia u otros. Eso tiene que cambiar.[/cita]

-¿Cómo ves la Alianza del Pacífico? Los críticos apuntan a que es sólo un acuerdo comercial sin fondo político.
-Es comercial e ideológico, ya que tiene que ver con el modelo neoliberal y crecimiento económico. Ahí no hay ambigüedad, es explícita su lógica.

-En la Celac Piñera y Humala dieron una señal de que después de La Haya se acababan los temas pendientes entre ambos países. ¿Cuál es tu impresión sobre esto?
-El punto es cómo se construye una relación distinta. Hay que poner los temas sobre la agenda política. Creo que esperar hasta La Haya, el fallo y cómo se implemente, no es todo. Hay otros temas que tienen que ver con la relación con Perú, Bolivia y Argentina.

-Hasta ahora Chile ha tenido una actitud pasiva en política exterior, ¿habría que ser más constructivos?
-Absolutamente. Ahí uno observaría un cambio en la estrategia y en la mirada de cómo influir en los otros. Pero también a partir de un relato y un texto que se le reconozca a Chile. Y ahí es donde uno se pierde. ¿Cuál es el texto? ¿Cuál es el discurso político que tiene Chile en el marco de las relaciones vecinales? No deja de ser interesante hacer esas preguntas.

-En el oficialismo y la oposición hay parlamentarios que han planteado retirarse del Pacto de Bogotá si Perú no cumple con la implementación del fallo. ¿Ves eso como una opción?
-Me preocupa que se haga un debate sobre la base de la cuestión emocional, un poco precaria en términos del análisis, y que los parlamentarios no se documenten sobre el tema. Decir que esto se resuelve saliéndose del Pacto de Bogotá no es la respuesta. Creo que sería una señal de que no estamos dispuestos a asumir.

-Tomando la experiencia con Perú en La Haya y considerando que Bolivia nos demandó, ¿cuáles son los errores que no se pueden repetir? ¿Qué debiese cambiar en la política exterior chilena?
-Lo primero es la actitud de soberbia y de creer que está todo dicho, todo resuelto, sólo por la mirada jurídica. Aunque sea válido creer que ese es el único componente, es un error. Desde el punto de vista de la estrategia y el conflicto se pierde la capacidad de mirar. Lo segundo es la construcción de confianza. Hay una pérdida de confianza en las relaciones con Perú y Bolivia. Esa construcción de confianza no es de un día para otro. Hay una oportunidad en el mundo civil, en las academias, en las universidades u otras áreas donde se podrían generar mayores espacios de confianza. No hay que pensar sólo en las líneas comerciales, nivel de inversión y de cuántas empresas hay en Perú, Bolivia u otros. Eso tiene que cambiar. Otro componente es que con Bolivia hay posibilidades de conversar. No se puede pretender querer cambiar al otro. El tema del mar está instalado en su historia, en su ethos, y eso se construye en oposición a lo que es Chile. Por lo tanto, hay que superar el querer modificar al otro, hay que pensar en construir, generar espacios de confianzas y alternativas.

SOBRE LA CANCILLERÍA

-¿Cuáles crees tú que son las falencias de la Cancillería actual que quedaron a la luz en el proceso de La Haya?
-Al tener la mirada y énfasis en lo comercial-jurídico como un deber ser en las relaciones internacionales, se convierte en un actor reactivo y espera los movimientos de los otros países. No hay un discurso ni acciones en la línea de construir relaciones que promuevan una cooperación mayor, que es lo que se busca en política exterior. También hay un tema de fondo que tiene que ver con cambios culturales en la Cancillería.

-¿A qué te refieres?
Ha habido un esfuerzo en la modernización y gestión, pero también tiene que haber cambios culturales que aún no se dan y son clave. Hay que destacar la formación académica de los diplomáticos, pero las habilidades políticas de comunicación, persuasión, comprensión del entorno actual de Latinoamérica son de menor interés respecto de las relaciones con Europa o Asia. Tiene que haber un cambio de pensar cómo Chile está inserto en la región y de asumir un cierto liderazgo, sostenido sobre actores y discursos que lo promuevan.

-Para hacer los cambios estructurales se requiere de una voluntad política. ¿Ves esa voluntad en el ministro de RR.EE. de Michelle Bachelet?
-Hay oportunidades de hacer cierta ruptura e instalar nuevas dinámicas en la Cancillería. Heraldo Muñoz tiene la oportunidad de transformar la Cancillería. Pero para eso van a tener que tomar decisiones y va a haber resistencias. Hay grupos organizados que van a querer mantener el poder e influencia que tienen hoy en día desde la dinámica de una Cancillería formalista, jurídica y comercial. La lógica clave es vincular la política exterior y las acciones de Chile en el marco vecinal, desde ahí construir la integración. Promover eso con actores que sean partícipes y que no sean sólo reactivos o preocupados de los papeles.

-¿Cuánto tiempo se requiere para tener una Cancillería de excelencia?
-Si ahora se instala la voluntad política y se toman decisiones, sería más o menos una década. Pero no pasa sólo por modernización e indicadores de gestión. Hay algo de fondo y de carácter estructural. Tienen que ver con algo más complejo, es un conjunto de acciones y un plan que debiera ir de la mano de acciones políticas. Eso va a significar que la política exterior tenga un sentido con las prácticas de una Cancillería que se mueve de forma distinta. Es fundamental por el contexto exigente que tiene la ciudadanía y también los otros actores del escenario internacional.

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