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Claudia Barattini, la ministra que debe el crédito fiscal y no terminó ninguna carrera Feminista, ex simpatizante de la JJ.CC., ha vivido entre Chile e Italia

Claudia Barattini, la ministra que debe el crédito fiscal y no terminó ninguna carrera

A los 14 años se asiló con su padre en la embajada de Polonia. Regresó a los 24, cursó un semestre de Ingeniería Comercial, cuatro años de Historia, pero no se tituló. Por la deuda de $4,9 millones tiene retenida la devolución de impuestos. Trabajó en ONG chilenas e italianas. Como agregada cultural en Roma ganaba más de $4 millones mensuales. Vive en un departamento en Providencia, maneja un auto pequeño y tiene contrato hasta el 28 de febrero con el Teatro a Mil.


El 24 de enero fue la sexta designación más comentada del nuevo gabinete y se convirtió en trending topic. Con un currículum cargado de logros y una gestión como agregada cultural en Italia muy laureada, recibió aplausos del mundo artístico. Dos semanas después, una deuda impaga, revelada por La Tercera, vino a empañar el nombramiento de Claudia Barattini Contreras (soltera, 53) como ministra de Cultura de Michelle Bachelet. Se supo que ella se encuentra morosa en el pago del crédito fiscal, vigente entre 1981 y 1987, y del universitario, que lo sucedió hasta 1994, cuando fue reemplazado por el fondo solidario. Tenía un interés del 1% anual; el solidario, un 2%.

La deuda, que asciende a $4,9 millones, la contrajo a partir de 1984, al ingresar a Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile. Debido a que no le convalidaron los ramos de los tres años de Economía que cursó en la Universidad de La Sapienza en Roma, la mejor de Italia y más grande de Europa, se retiró al terminar el primer semestre, dio nuevamente la PAA y entró a Pedagogía en Historia en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (Umce), pero no se tituló.

Además de Barattini, se encuentran morosos la designada ministra de Desarrollo Social, Fernanda Villegas (50), con $196 mil; los futuros intendentes del Maule, Hugo Veloso (51), con $4,7 millones; de Antofagasta, Valentín Volta (49), con $650 mil y que aseguró haberlos cancelado antes de publicarse la lista de morosos de las universidades del Consejo de Rectores, y de Atacama, Miguel Vargas (46), con $9,6 millones que fueron repactados, según afirmó a La Tercera.

[cita]Como agregada cultural entre 2006 y 2010 recibió un sueldo de US$ 8 mil ($4,4 millones) mensuales, calculan fuentes de la Cancillería. La cifra no figura en Gobierno Transparente. No tuvo que costear gastos de traslado ni se afanó buscando departamento, pues vivía en Roma cuando Bachelet la designó en el cargo que también ocupó su padre Juan Barattini durante dos años del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.[/cita]

Actualmente en reposo por prescripción médica, debido a una operación en un ojo por desprendimiento de retina, Barattini explicó por correo que no fue notificada, pero suponía que tenía pendiente el pago del crédito, porque los últimos tres años le retuvieron la devolución de impuestos. Coincide con su retorno a Chile en 2010 y su incorporación al staff del Teatro a Mil, como directora de asuntos internacionales y coproducciones, donde tiene contrato hasta el 28 de febrero y gana entre $1,5 millones y $2 millones, según revela su círculo cercano.

Se declara independiente. “Me importa la política, pero no vengo del mundo de los partidos”, declaró a La Segunda. Quienes estudiaron en los 80 en el ex Pedagógico la recuerdan como simpatizante de las Juventudes Comunistas. Partido en el que militaba su padre Juan Barattini, director de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile en Valparaíso hasta el golpe militar. Se le prohibió la entrada, pero le siguieron pagando el sueldo hasta diciembre de 1973 “en una mesa instalada en la calle”, cuenta telefónicamente desde su casa en el Cerro Concepción de Valparaíso.

Un diplomático francés lo ayudó a asilarse en la embajada de Polonia, que había roto relaciones con Chile y era representada por Suiza. Por lo mismo, él y sus hijos Claudia, de 14, y Marcos, de 12, sólo tuvieron por compañía al senador Rafael Tarud durante el mes y medio como asilados. Marta Contreras, la madre, cantautora que ha musicalizado poemas de Gabriel Mistral y Nicolás Guillén, estaba de gira en París, se reencontró con la familia en Varsovia, donde al padre le otorgaron una beca para un doctorado en Teoría del Teatro en la Academia Nacional de Ciencias.

Al año y medio, en un seminario de coordinación política en Roma, le ofrecieron trabajo en Peruggia, asesorando al gobierno regional de La Umbría en materia cultural. Los Barattini Contreras dejaron Polonia, se instalaron en Peruggia, pero la hija mayor debió trasladarse a Roma, al Liceo Español, porque en el colegio local le exigían latín y griego, que no dominaba. En la semana vivía en la casa del ex diputado comunista Luis Guastavino, compañero de partido, porteño y amigo histórico de su padre. Su hija asistía al mismo establecimiento que Claudia y ambas bailaban en el grupo de folclor latinoamericano junto a otros jóvenes chilenos exiliados. Varias veces acompañaron las presentaciones del Inti Illimani en Italia.

La familia fue activa en el exilio. En Italia funcionaba Chile Democrático, que coordinaba la solidaridad con Chile. El padre recuerda que “había una tremenda estructura de los partidos políticos italianos; ellos organizaban actividades culturales, artísticas y de propaganda y nos invitaban a participar”.

Claudia creció rodeada de música, arte, teatro, practicó ballet en las academias nacionales de danza de Polonia e Italia y actuó en una compañía experimental mientras estudiaba Economía en Roma. “Tenía condiciones; era interesante lo que hacía, pero quería volver a Chile”, sostiene su padre, profesor de Teatro en la U. de Valparaíso.

En 1982, su hija hizo el primer intento. Fue detenida en el aeropuerto y expulsada a Argentina, porque su pasaporte tenía la letra L (de Limitado) al haber salido de Chile como asilada. En 1984 regresó definitivamente junto a su madre y hermano; su padre pudo hacerlo recién en 1987.

 Traductora de Bachelet y capaz de mover montañas

Italia le era un destino tan familiar, que logró cosas que probablemente ningún otro agregado cultural ha conseguido. De partida, que Chile tuviera un pabellón en la Bienal de Venecia, una de las más antiguas e importantes del mundo. “Chile pasó de una representación normal a lucirse”, sostuvo Emilio Lamarca, director de asuntos culturales de la Cancillería hasta 2010, en El Mercurio.

Gestionó un libro de lujo –Las voces de Santiago. De Italia a Chile a lo largo de la ruta del teatro, su traducción al castellano– con entrevistas a los creadores de las principales obras chilenas e italianas presentadas en la edición 2008 del Festival de Teatro Santiago a Mil. Recogía citas del escritor Alessandro Baricco (Seda, Castillos de rabia) y del director de teatro experimental Romeo Castelucci, entre varias otras.

Carmen Romero, la directora del Festival y amiga de Barattini, destacó entonces que “no tenemos en Chile un libro de esta calidad sobre nuestro teatro y nuestro festival».

El vínculo con Romero no sólo fue en teatro. Como agregada cultural promovió un intercambio musical: Inti Illimani y la orquesta del Teatro San Carlo de Nápoles dieron un multitudinario concierto en Pompeya en junio de 2010 y en diciembre los elencos del Teatro San Carlo vinieron de gira a Chile. Antonio Leal, ex presidente de la Cámara de Diputados, recuerda que  Gabriel Valdés, el entonces embajador de Chile en Italia, le comentó en un viaje a Roma el nivel de vínculos de Barattini y su “capacidad para mover montañas”. En 2009, la Presidenta Michelle Bachelet viajó a la capital italiana y la agregada cultural sirvió de intérprete en todos los actos, incluida la condecoración al cineasta Raúl Ruiz por el alcalde de Roma y la semana de cine dedicada al realizador chileno en el municipio romano.

Como agregada cultural entre 2006 y 2010 recibió un sueldo de US$8 mil ($4,4 millones) mensuales, calculan fuentes de la Cancillería. La cifra no figura en Gobierno Transparente. No tuvo que costear gastos de traslado ni se afanó buscando departamento, pues vivía en Roma cuando Bachelet la designó en el cargo que también ocupó su padre Juan Barattini durante dos años del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

En 1999, Claudia Barattini se instaló en la capital italiana contratada por la ONG Terra Nova como cabeza de un  programa de cooperación italiana en América Latina. Después trabajó para la Asociación de Recreación y Cultura Italiana (Arci), promoviendo convenios de cooperación ciudadana entre Italia, Colombia, Brasil y Venezuela para buscar mejores prácticas entre vecinos en el tema de la violencia, presupuesto participativo y políticas públicas. Fue parte del primer Foro Social Mundial en Porto Alegre, que nació en oposición al de Davos, en Suiza. Tiene pasaporte italiano y habla el idioma tan bien como el castellano.

 Vendedora de libros, socia capitalista, directora de La Morada

Mientras estudió en el ex Pedagógico, vendió libros usados en el Café del Cerro y en 1988 creó una sociedad editora llamada Grafos, junto a otras tres personas. Una de ellas era Andrea Palma Salamanca, miembro de las Juventudes Comunistas, dirigente del centro de alumnos del ex Pedagógico y hermana del frentista prófugo Ricardo Palma Salamanca, autor de los asesinatos de Roberto Fuentes Morrison (1989), Luis Fontaine (1990), Víctor Valenzuela (1990), Jaime Guzmán (1991) y el secuestro de Cristián Edwards (1991).

Al año siguiente, se asociaron con los diseñadores Juan Manuel y Osvaldo Aguiló –hermanos de Sergio, diputado socialista– en una empresa de diseño gráfico. “Yo era diseñador de la revista Pluma y Pincel, en esa época dirigida a las mujeres. Con mi hermano nos compramos un computador Macintosh súper moderno y una impresora y necesitábamos capital para hacer revistas para empresas y afiches. La Claudia y la Andrea tenían unas luquitas y entraron. Alcanzamos a hacer cosas, pero daba pocos dividendos. Pensaban que iban a hacer un buen negocio, pero no fue mucho, se retiraron y les compramos su parte”, explica Osvaldo Aguiló, quien sigue trabajando como diseñador.

Recuerda que el contacto fue el entonces pololo de Barattini, experto en computación, que no fue parte de la sociedad. “Además, nos conocíamos por la universidad, éramos todos gente de izquierda”.

Por correo, Barattini afirma que dejó la universidad porque decidió trabajar. Su primer empleo, en 1990, fue como asesora del director Andrés Pérez en la obra “Allende 1970-1973”, en la que estuvo a cargo de la investigación histórica para el guión.

Alcanzó a hacer la práctica en un colegio de Ñuñoa, según su amiga Perla Wilson, periodista que la conoció en la Corporación La Morada, donde la designada ministra de Cultura trabajó desde 1992 a 1999 en las áreas de educación y género. En esa época adoptó una decidida postura feminista, apoyó la discusión de la ley de divorcio y la defensa de los derechos humanos en la Radio Tierra, que pertenecía a La Morada. Fue parte del colectivo Mujeres de Memoria, que se manifestó en La Moneda y en el Congreso cuando Augusto Pinochet asumió como senador vitalicio. En 1994 combinó sus labores en La Morada con la coordinación del proyecto de la Fundación Rockefeller para crear una red latinoamericana de productores independientes de arte contemporáneo. Fue directora de La Morada durante un año (1998-1999).

“Es capaz de llevar adelante una idea política, social, cultural y ponerla en escena. Es una gestora que tiene un proyecto político muy claro. En ese tiempo era poner en evidencia el lugar de la sociedad civil y, dentro de ella, las mujeres”, describe Wilson.

Vive en un departamento de 90 m² en Providencia con Lyon, comprado con crédito hipotecario tras culminar su labor como agregada cultural. No tuvo auto hasta hace un par de años, en que celebró la adquisición de un modelo pequeño. Su círculo la cuida y no entrega más detalles. Es descrita como muy amistosa y entre sus cercanas se menciona a las actrices Paulina García, protagonista de Gloria, y Javiera Parada, con quien coincidió en Teatro a Mil.

Barattini aclara por correo que renegoció el crédito fiscal y pagó una parte sin hacer mayores precisiones. Cuando la Umce reabra sus puertas irá a repactar, porque no puede pagar el total de la deuda. El sueldo del actual ministro de Cultura es de $6,4 millones

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