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Las catástrofes se cruzan en el camino del nuevo Gobierno de Bachelet El terremoto en el norte y el incendio en Valparaíso han alterado la agenda política

Las catástrofes se cruzan en el camino del nuevo Gobierno de Bachelet

Antes de las dos tragedias, que sucedieron en un intervalo de doce días y han dejado sin hogar a decenas de miles de personas, la mandataria y su flamante gabinete estaban abocados a impulsar las iniciativas que se comprometió a poner en marcha en sus primeros cien días como el nuevo modelo educativo y una reforma tributaria que pretende recaudar 8.200 millones de dólares para financiar el acceso universal y gratuito a una enseñanza superior de calidad, mejorar la distribución de la riqueza y consolidar un superávit estructural del 1 % del PIB.


Además de poner en marcha algunas de las medidas más emblemáticas del ambicioso programa de Gobierno que la llevó a la presidencia por segunda vez, Michelle Bachelet ha tenido que hacer frente en apenas un mes a dos catástrofes que exigen una intensa dedicación y cuantiosos recursos.

El terremoto en las regiones de Antofagasta, Tarapacá y Arica-Parinacota, que dejó un saldo de seis muertos y graves daños materiales, y el reciente incendio de la ciudad portuaria de Valparaíso, con un balance de quince muertos y seis barrios arrasados, ha alterado la agenda política de la mandataria.

Antes de estas dos tragedias, que sucedieron en un intervalo de doce días y han dejado sin hogar a decenas de miles de personas, Bachelet y su flamante gabinete estaban abocados a impulsar las iniciativas que se comprometió a poner en marcha en los primeros cien días de Gobierno.

Entre éstas destaca un nuevo modelo educativo y una reforma tributaria que pretende recaudar 8.200 millones de dólares (el 3 % del PIB) para financiar el acceso universal y gratuito a una enseñanza superior de calidad, mejorar la distribución de la riqueza y consolidar un superávit estructural del 1 % del PIB.

Pero no es la primera vez que las catástrofes se cruzan en el camino de la presidenta chilena.

Al final de su anterior mandato (2006-2010), Bachelet fue fuertemente criticada por la oposición por su desempeño tras el terremoto de febrero de 2010, lo que meses después, ya con Sebastián Piñera en La Moneda, motivó incluso la creación de una comisión de investigación parlamentaria.

En esta ocasión, sin embargo, la mandataria ha actuado con rapidez y decisión, con la declaración inmediata del estado de excepción en las zonas de catástrofe, el envío urgente de ayuda humanitaria y la puesta en marcha del proceso de reconstrucción.

La sociedad chilena, que en los últimos años se ha mostrado muy crítica con el desempeño de la clase política y el funcionamiento de las instituciones, también exige soluciones rápidas a la situación de desamparo en la que han quedado miles de familias a causa del terremoto en el norte del país y el incendio de Valparaíso.

Las otras aristas

La emergencia, a pesar de todo, no ha alterado los planes del nuevo Gobierno, que está convencido de que tiene en sus manos la oportunidad de poner en marcha el proyecto más avanzado desde el retorno de la democracia, en 1990, puesto que la prioridad ya no es la superación de la pobreza, sino la distribución de la riqueza.

Por eso, ha impulsado iniciativas de carácter social, como la regularización de las parejas de hecho, incluidas las uniones homosexuales, y la supresión del consentimiento expreso en los contratos financieros, que dejaba en situación de desamparo a los consumidores.

Pero también ha echado abajo una decena de iniciativas heredadas del Gobierno de Sebastián Piñera, especialmente en materia educativa y energética, ha derogado la llamada «ley Monsanto», sobre semillas transgénicas, y ha entregado un bono de 300 dólares a un millón y medio de familias desfavorecidas.

Pero las catástrofes que han asolado buena parte del país en las últimas semanas no sólo han trastocado la agenda del Ejecutivo.

Los estudiantes de enseñanza secundaria, apoyados por los universitarios, tenían previsto realizar la semana que viene la primera gran movilización desde que Bachelet regresó al poder, para exigir la reforma del sistema educativo.

A pesar de la promesa gubernamental de acometer una reforma educativa en profundidad, los estudiantes se muestran desconfiados, debido a la experiencia de las anteriores mesas de diálogo, que acabaron en fracaso.

Sin embargo, el poderoso movimiento estudiantil ha dado un respiro a las autoridades. Por el momento, no saldrá a marchar por las calles ya que miles de jóvenes están ahora concentrados en la tarea de ayudar a la reconstrucción de las calcinadas poblaciones de Valparaíso.

Y mientras tanto, la derecha, que tan crítica ha sido con Bachelet en los últimos cuatro años, permanece callada, más pendiente de reorganizar sus maltrechas fuerzas tras la derrota en las últimas elecciones y las rupturas internas, que de ejercer las labores propias de la oposición.

El silencio en las filas conservadoras apenas se vio interrumpido por el anunciado rechazo de los parlamentarios de la Unión Demócrata Independiente al proyecto de ley de reforma tributaria, un pírrico anuncio considerando que la alianza oficialista Nueva Mayoría tiene los votos suficientes para sacarla adelante en el Parlamento.

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