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La Moneda saca cuentas alegres tras irrupción del movimiento estudiantil en el escenario político

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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“La marcha en sí es pura ganancia para La Moneda”, reconocieron en Palacio ayer. Mientras que otros en el gobierno agregaban que “lo que se quiere es educación gratuita y, para eso, hay que hacer una reforma tributaria, es la misma gente en la calle la que justifica las reformas”, recalcó un asesor de gobierno.


Los pronósticos estuvieron acertados y los hechos confirmaron las apuestas gubernamentales. El primer gran despliegue del mundo estudiantil en las calles en el gobierno de Michelle Bachelet estuvo lejos de ser un dolor de cabeza para La Moneda, al contrario, las casi cien mil personas marchando en las calles es precisamente “la justificación” que necesitaban en estos días las reformas impulsadas por la actual administración, tributaria y educacional, que han encontrado férrea resistencia en la derecha y el mundo empresarial.

A las pocas horas de concluida la marcha, en La Moneda se reconocía que “el balance es más que positivo” y que “todo estuvo dentro de lo esperado”. Es que fue inevitable ayer en el gobierno la lectura de que sumaron agua a su molino, porque diferencias más, matices y discrepancias de por medio, lo cierto es –agregan en Palacio– que las demandas ciudadanas son coincidentes con las promesas gubernamentales de fin al lucro y reforma educacional.

El despliegue del movimiento social en la calle es una pieza no menor en el cuadro actual. Por un lado, dijeron en el gobierno, está la campaña del terror de los detractores de las reformas y, por otro, está la presión social por los cambios, con un gobierno instalado en medio y que sabe que debe canalizar de buena manera esas demandas.

Es por ello que la marcha de ayer, en el balance político, fue de cifras azules, porque eso es precisamente lo que necesita el gobierno de Bachelet: respaldo ciudadano para mantener su discurso y el contenido de las reformas durante el debate legislativo.

“La marcha en sí es pura ganancia para La Moneda”, reconocieron en Palacio ayer, mientras que otros en el gobierno agregaban que “lo que se quiere es educación gratuita y, para eso, hay que hacer una reforma tributaria, es la misma gente en la calle la que justifica las reformas”, recalcó un asesor de gobierno.

Ya con el acto del 1 de mayo organizado por la CUT la semana pasada, se hizo una lectura similar, donde se demandó una reforma tributaria. Así, en los días previos a la marcha de ayer, en La Moneda se apuntaba precisamente a que el primer despliegue de fuerza del mundo estudiantil permitiera generar el mismo efecto, aunque a mucha mayor escala.

[cita]En La Moneda advierten que ese es el peor escenario: una “reacción ideológica del mundo conservador que los haga movilizarse” y el foco está puesto en la Iglesia Católica, que en más de una ocasión ya ha puesto sus reparos públicos a varios lineamientos de la reforma educacional, como el fin de la selección.[/cita]

Los dardos del mundo estudiantil no estuvieron realmente enfocados en deslegitimar al gobierno ni la reforma educacional, sino principalmente en demandar ser escuchados y considerados en el debate de los contenidos de esta. La presidenta de la FEUC, Naschla Aburman, fue clara: “No hay nada zanjado, esto no ha terminado, los problemas en la educación no se han resuelto, y por eso que hoy, cuando se está construyendo la reforma, nosotros queremos sentirnos parte, queremos ser parte, que el día de mañana podamos defender esto, y eso requiere participación, requiere inclusión, no sólo que nos vean pasar por La Moneda, sino que también que nos escuchen”.

En el gobierno consideran “lógico” y como “parte de lo esperado” el gallito público de los estudiantes en este punto, más aún ad portas del primer discurso presidencial de Bachelet ante el Congreso Pleno el 21 de mayo, precisamente para tratar de influir.

En realidad las críticas y cuestionamientos al gobierno o a aspectos de la reforma educacional, nunca fueron parte de las preocupaciones centrales de La Moneda. El foco estaba puesto en la seguridad, en que hechos de violencia marcaran la jornada y, con ello, el acento fuera la satanización de la movilización social, los encapuchados y no la fuerza del movimiento estudiantil en las calles, que se traduce en la demanda ciudadana de cambios.

En el gobierno –explicaron– querían evitar a toda costa imágenes de excesos, de lado y lado, tanto de carabineros golpeando a estudiantes, lo que habría el flanco de la crítica a la represión, como de los propios manifestantes, dominados por los encapuchados y los desmanes.

Sí, hubo accidentes, es más, la presidenta de la FECH, Melissa Sepúlveda, acusó a Carabineros y la Intendencia de actuar de forma violenta durante la marcha. «No se cumplieron los tratos con Carabineros y la Intendencia, tuvimos el ingreso de Fuerzas Especiales que de forma prepotente sacaron gente del lugar, se violaron acuerdos y esto es muy preocupante», acusó.
Pero en el gobierno insistieron en que fueron hechos aislados, que los desórdenes se registraron al final de la jornada de movilización, nada que se destacara más que la masividad de la marcha.

Y ese no es un elemento menor a considerar. Al gobierno –explicaron– le interesa mantener una relación con el mundo social y, por lo mismo, dar la señal de legitimización de las movilizaciones, de recuperación de los espacios públicos, que se use la Alameda como marco de expresión, precisamente porque es esa ciudadanía la que legitima las reformas en debate.

Así, en La Moneda consideraron clave en este punto los esfuerzos notorios y evidentes desde el propio movimiento estudiantil, desde las horas previas a la marcha, para “desmarcarse de los encapuchados”, tomar distancia y poder contener los desórdenes.

¿Fecha de vencimiento?

En el Ejecutivo había otro foco al que pusieron atención y ese era si el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, se transformaba en el blanco principal de la marcha y los estudiantes. Es que en las semanas previas y en el marco de la ronda de reuniones que el secretario de Estado ha tenido con todos los actores vinculados al mundo de la educación, efectivamente se ha escuchado la crítica de que en esas citas deja a todo el mundo contento, pero no concreta nada.

En La Moneda explican que era realmente un riesgo que, en la marcha de ayer, Eyzaguirre se transformara en el principal objetivo, lo que podría haber sido un puntapié inicial a un proceso por minar su legitimidad como interlocutor válido en la negociación de la reforma.

Eso no sucedió, pero en el gobierno reconocen que el ministro tiene efectivamente “fecha de vencimiento” y esa es el 21 de mayo. A partir de ese momento se deben comenzar a bajar todas las cartas, los contenidos en materia de educación, por lo que deberá transitar por campo minado. “Es desde ahí que comienza su prueba de fuego”, sentenciaron en Palacio.

Hasta ahora Eyzaguirre ha cumplido, aseguran en La Moneda. Ha recibido a todo el mundo, se ha reunido con todos, ha desplegado “un sello dialogante”, en términos prácticos se ha movido bien, porque ha hecho que el gobierno gane tiempo y hasta ahora “no ha incumplido ningún compromiso”.

En ese sentido, precisan que aún está en el período “que tiene respuestas”, considerando que se mandó ya el proyecto que crea la figura de administrador provisional y de cierre de las instituciones de la Educación Superior.

Si el tema es después del 21 de mayo, recalcan, “cuando se bajen todas las cartas”. En Educación y el gobierno dicen que el ministro sabe que “debe cuidarse” y de “debe saber maniobrar políticamente”, porque lo peor que le puede pasar es ser atacado y cuestionado por todos los frentes, o sea, por quienes quieren una reforma a la educación, pero también por quienes son sus detractores y los que quieren defender el statu quo.

El peor escenario para Eyzaguirre sería tener protestas de los estudiantes y de la derecha; aseguran que él lo sabe y que la forma de sortearlo es con muñeca política. “A lo que debe temer es a la movilización, pero no a la de los estudiantes, sino que a la de los que nunca marchan, de los que nunca se han movilizado, la de los sectores conservadores”, advierte un alto asesor de Palacio.

Al respecto, algunos en el gobierno consideran “imprudente” no manejar esta posibilidad y, más aún, creer que “se conoce bien al movimiento social, que este es sólo de izquierda”.

Sobre eso, advierten que ese es el peor escenario, una “reacción ideológica del mundo conservador que los haga movilizarse” y el foco está puesto en la Iglesia Católica, que en más de una ocasión ya ha puesto sus reparos públicos a varios lineamientos de la reforma educacional, como el fin de la selección. Un punto que, aseguran, Eyzaguirre tiene clarísimo, y que sabe que deberá lidiar con esto casi cotidianamente en el futuro próximo.

Otros en el gobierno advierten que una debilidad que debe corregir pronto el ministro es que ha descuidado la necesidad de establecer una alianza real con los partidos de la Nueva Mayoría. “No está trabajando las complicidades políticas y en este tema no se puede abusar de las mayorías parlamentarias de la coalición, ahí hay un flanco”, advierten en Palacio.

Si no dialoga con los partidos de la Nueva Mayoría, dicen que Eyzaguirre va a tener más de un dolor de cabeza, porque, cuando estén los contenidos de la reforma educacional sobre la mesa del Congreso y comiencen “los tironeos” de todos los sectores, serán los partidos –agregan– los que deberán apuntalar la reforma. “Debe tratar a los aliados como aliados y no lo ha hecho”, aseguran.

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