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La lucha incansable por hallar a su madre de una chilena adoptada ilegalmente Muchas entregaron a sus hijos siendo mujeres muy jóvenes

La lucha incansable por hallar a su madre de una chilena adoptada ilegalmente

El Servicio Nacional de Menores tiene un programa de «búsqueda de orígenes», donde un grupo de profesionales acompaña a las personas desde que abren sus archivos de adopción hasta el reencuentro con su familia biológica, si ambas partes así lo quieren. Sin embargo, en muchos casos será difícil encontrar un archivo.


«A veces, aunque todo esté bien, siento una pena enorme y lloro por mucho rato. Yo creo que esa pena no es mía, es la pena de mi mamá biológica», le cuenta a BBC Mundo Constanza del Río.

Constanza no conoce a esa madre: nació en febrero de 1973, pero hace sólo un par de años los padres que la criaron le revelaron que fue adoptada. Cuando pidió más detalles, admitieron que se había tratado de un «arreglo».

Constanza es parte de un número indeterminado de niños que fueron entregados en una serie de adopciones irregulares en Chile en los años 70 y 80.

Se trataba de un «secreto a voces» entre algunas familias chilenas, que salió a la luz en un reportaje periodístico del centro de investigación Ciper en abril pasado. Según los afectados y testigos, cuando se producía un embarazo no deseado, se evitaba el aborto o el escándalo social entregando a los niños directamente a otras parejas.

En la sociedad patriarcal y conservadora del Chile de esos años, era habitual que los padres decidieran por sus hijos y el secretismo era parte de las adopciones. Muchas de las madres de los niños entregados eran mujeres muy jóvenes. En algunos casos, según los testimonios, se les decía que el recién nacido había muerto.

Un sacerdote de la Congregación de los Sagrados Corazones, hoy suspendido, reconoció haber participado en «cuatro o cinco casos» junto a un reputado político y gineco obstetra chileno ya fallecido.

Una vez que los casos se han hecho públicos, el Servicio Nacional de Menores de Chile interpuso una querella. La justicia designó a un fiscal para el caso, el Colegio de Médicos sometió al tribunal de ética a uno de los doctores mencionados y se ha pedido incluso que un juez especial se aboque a investigar el caso.

Pero tras cuatro décadas, muchos de los eventuales delitos están prescritos y los testigos directos ya están muertos, han envejecido o, como el sacerdote suspendido, se niegan a colaborar porque creen haber salvado la vida de los niños y niñas que entregaron al margen de la ley.

Mientras, afectados como Constanza del Río sólo quieren saber quiénes son.

«Que la justicia siga su camino. Lo que yo quiero es encontrar a mi madre o a mi padre biológicos y que otros los encuentren también».

Nos buscamos

En Chile, la ley garantiza a todas las personas el derecho a indagar su filiación y a conocer su «verdad biológica».

Aunque la adopción extingue el vínculo legal con la familia de origen, la persona conserva el derecho a la identidad, siguiendo la Convención de los Derechos del Niño.

Por ello, el Registro Civil mantiene en custodia todos los antecedentes del proceso de adopción y basta una decisión judicial para entregarlos.

Pero ninguno de esos datos existe en el caso de quienes fueron adoptados irregularmente. Ellos sólo cuentan con la memoria familiar. Sólo tras años de preguntas, Constanza del Río logró saber que fue entregada en una maternidad en el centro de Santiago.

La madre que la crió entró por una apendicitis y salió con una recién nacida en los brazos.

La maternidad cambió de nombre, de propietarios y de dirección. Los nuevos dueños dicen no tener más datos. Cuando cumplió 40 años, Constanza fue al antiguo edificio y pegó un cartel con un número telefónico.

«Pensé que si yo hubiera tenido una hija en esa clínica, y me hubieran dicho que murió o me la hubieran quitado, quizás 40 años más tarde yo volvería al lugar a mirar, a recordar, a prender una vela».

Muchos respondieron al aviso de papel. Ningún dato le sirvió a Constanza para encontrar a su madre. Pero una mujer le contó que en esa misma clínica, el día de su parto, ella y otras mujeres escucharon llorar a una jovencita diciendo que le habían quitado a su hijo.

Debido a ése y otros llamados, y junto a su esposo Arturo Fellay, Constanza decidió armar una página en internet, www.nosbuscamos.cl, donde reciben datos de personas que buscan a sus padres o a sus hijos. Esperan poder cruzar datos y favorecer los reencuentros, manteniendo en reserva la información.

La página ya ha recibido unas 10 mil visitas. Unas 500 personas se han inscrito como hijos o hijas y 350 como padres, pero no todos los casos coinciden con la época o las características de estas adopciones irregulares.

Constanza también recurrió a un sitio internacional, www.23andme.com, que reúne cientos de miles de muestras de ADN de personas que buscan a sus ancestros en distintos lugares del mundo.

La compañía le indicó que su información genética tiene coincidencias con las de una mujer que podría ser su prima lejana y que hoy vive en Noruega, pero aún no ha podido contactarla.

La esperanza

En Chile, el Servicio Nacional de Menores hizo un llamado público a médicos, religiosos, afectados y testigos a entregar información sobre los casos y abrió un correo, adopciónilegal@sename.cl.

En apenas cuatro días, el Servicio reunió por esa vía 8 casos de hijos de entre 35 y 40 años que buscan a sus padres biológicos. Con esos y otros datos, la directora del Servicio, Marcela Labraña, fue personalmente a pedir la designación de un fiscal con dedicación exclusiva para el caso.

El Servicio además tiene un programa de «búsqueda de orígenes», donde un grupo de profesionales acompaña a las personas desde que abren sus archivos de adopción hasta el reencuentro con su familia biológica, si ambas partes así lo quieren.

Pero en el caso de Constanza y otros como ella, será difícil encontrar un archivo. «Sé que cuando me entregaron, entregaron también una muestra de sangre que llevaron a otra clínica, pero nadie sabe dónde está», dice.

El día que recibe a BBC Mundo en su casa, Constanza también ha encontrado su certificado de nacimiento, que recuperó en una pequeña ciudad a 150 kilómetros de Santiago, en una oficina «del porte de una cabina telefónica».

El documento lo firman por dos personas que no conoce y que fueron los testigos de su inscripción.

Por ahora, eso es todo lo que tiene. No sabe el día exacto que nació y sus padres adoptivos, por los que guarda enorme afecto, dicen no recordar más detalles.

Pero Constanza del Río no pierde la esperanza para ella ni para los demás. Cree que www.nosbuscamos.cl tiene un largo camino por delante, que puede convertirse en una ONG para todos los afectados, buscar recursos y seguir trabajando.

Y si encuentra a su mamá biológica sólo quiere decirle una cosa: que está bien.

«Yo creo que existe una memoria genética y siento que mi mamá biológica ha sufrido mucho por mí. Quiero encontrarla para decirle que me tocó una buena familia, que no me pasó nada malo, que me quisieron, que me dieron una buena educación. Que no me morí, ni me trataron mal. Quiero que ella no tenga más pena».

 

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