Publicidad
El choque frontal entre la ex Concertación y la Nueva Mayoría que se avecina para La Moneda Dichos de Pérez Yoma son leídos como escalada en la ofensiva del “partido del orden”

El choque frontal entre la ex Concertación y la Nueva Mayoría que se avecina para La Moneda

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
Ver Más

Desde la Nueva Mayoría fue transversal la opinión, en privado, de que la estocada de Pérez Yoma es un evidente intento de la ex Concertación por “mandar un mensaje”, tener “una voz” para tratar de meter cuñas e influir en el debate de la reforma educacional en el Senado. “Es la voz de ciertos intereses, de los particulares subvencionados”, precisó un timonel.


Las críticas que hizo este fin de semana el ex ministro del Interior de Michelle Bachelet, el DC Edmundo Pérez Yoma, no son el primer espolonazo que figuras de la antigua Concertación dan públicamente al programa de gobierno y al rumbo de este segundo mandato de la Presidenta. Una arremetida del partido del orden en un escenario de reformas profundas, que es reflejo fiel de la tensión latente y permanente entre las lógicas de poder del ex bloque del arcoíris y la Nueva Mayoría, un choque que está lejos de amainar y que, todo así lo indica, tendrá su mayor nivel de conflicto a partir del próximo año, con los cambios de directivas que se producirán en dos partidos claves del oficialismo: el PS y la DC.

Pérez Yoma –en entrevista este domingo en La Tercera– fue directo a la yugular: “El origen de todos los problemas del gobierno está en el Mineduc, en el ministro (Nicolás) Eyzaguirre (…) ningún partido, ni los estudiantes, ni la Iglesia, están de acuerdo con lo que está haciendo el MINEDUC. Nadie (…) el ministro de Educación no ha sido capaz de explicar bien al país qué es lo que quiere (…) el cambio fundamental hay que hacerlo en el ministro de Educación”.

La reacción en La Moneda no se hizo esperar y no fue casual que los timoneles de la Nueva Mayoría obviaran hacer eco de las críticas del ex ministro, todos se cuadraron con Eyzaguirre, se recalcó el carácter personal de las opiniones de Pérez Yoma, se les enmarcó en el respeto al derecho de libertad de expresión y se insistió en que no representaba el sentir la DC. Esa línea de acción se debió a que en el comité político del lunes en la mañana, encabezado por el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, en calidad de Vicepresidente de la República, se conversó el punto y se llegó a la conclusión de que la mejor estrategia para sortear el dardo era precisamente ignorarlo, no darle luz al gas ni entrar en debate con el personero falangista.

Desde la Nueva Mayoría fue transversal la opinión, en privado, de que la estocada de Pérez Yoma es un evidente intento de la ex Concertación por “mandar un mensaje”, tener “una voz” para tratar de meter cuñas e influir en el debate de la reforma educacional en el Senado. “Es la voz de ciertos intereses, de los particulares subvencionados”, precisó un timonel.

El único que siguió la línea de Pérez Yoma, fue el ex diputado DC Gutenberg Martínez, quien el martes –en Radio Cooperativa– señaló que “hay un problema de conducción política y en esos términos me explico lo que dijo Edmundo Pérez (…) el gobierno tiene que tener en cuenta que hay una luz amarilla, ningún gobierno puede estar tranquilo si hay un 60% en las encuestas que está expresando una crítica (…) tiene que haber un conjunto de medidas y eso es mejorar la conducción política, la Presidenta, los ministros políticos y el ministro de Educación”.

Este episodio es una prueba más, reconocieron los presidentes de partido, del choque político permanente que hay con las figuras que quedaron en el umbral de la coalición, bastante marginados del poder y de los cargos en la actual administración, los que se identifican y sienten más cómodos con el pasado “glorioso” de la Concertación que con esta nueva coalición, que tiene otras formas, tonos, estilos y ritmos políticos. “Sí, hay nostálgicos de la Concertación, pero más que intentar resucitarla, lo que extrañan –además de su poder– es la línea de acción, la forma como se hacen las cosas, es una crítica política a las transformaciones tan radicales”, agregó un alto dirigente de la Nueva Mayoría.

[cita]En el gobierno no desconocen el escenario y lo entienden como algo más profundo que el choque con dos figuras de conocido tonelaje político, como son Escalona y Martínez. Precisan que el gallito entre los nostálgicos del ex bloque del arcoíris y la Nueva Mayoría es “real”, un “antecedente de peso”, un “hecho que no se puede obviar”. Es más, en La Moneda la consideran “una pelea de transición”, una disputa “de fondo” entre dejar atrás la Concertación, dar vuelta de una vez por todas la hoja y asumir a la Nueva Mayoría como una coalición de largo plazo y no solo un pacto programático para este gobierno, esa es la pelea.[/cita]

Lo de Pérez Yoma se sortea rápido, dijeron, el problema que tienen es con otros focos que alimentarán ese gallito entre las dos almas del actual oficialismo y lo llevarán a otro nivel, uno más evidente e instalado en el seno de la actual administración, lo que no deja de complicar a La Moneda.

Tanto la DC como el PS renuevan sus directivas en los primeros meses del próximo año, por lo tanto, saldrán del escenario de diálogo y reuniones con el gobierno el actual timonel socialista, Osvaldo Andrade, y su par de la falange, Ignacio Walker. Este último, aunque ha sido varias veces un dolor de cabeza para el bacheletismo, desde la propia DC y en La Moneda reconocen que, de llegar a la presidencia del partido el “Gute” Martínez, “van a llorar extrañando al senador Walker”, porque a pesar de cualquier conflicto –agregan– el parlamentario por la V Cordillera nunca ha tenido entre sus objetivos la idea del camino propio, ajeno a la Nueva Mayoría.

¿Dos contra uno?

Cuando las últimas semanas las críticas internas en el oficialismo han estado enfocadas en los problemas de conducción política en La Moneda y la “soledad” del ministro Peñailillo para cumplir ese papel a cabalidad, dadas las conocidas debilidades del comité político, el posible regreso del “Gute” a la primera fila abre un desafío para la muñeca política del titular de Interior y sus capacidades para llevar las riendas de la coalición en aguas mucho más turbulentas que las vistas en estos primeros ocho meses de gobierno.

En el caso del PS, sucede lo mismo, más cuando las cartas ya están sobre la mesa. El domingo, el ex senador Camilo Escalona lanzó oficialmente su candidatura a la presidencia del partido y el lunes en la mañana lo hizo la presidenta del Senado, Isabel Allende, quien por tercera vez competirá por dicho cargo contra el líder de la Nueva Izquierda. Un regreso de Escalona es un tema que “ha ocupado» a La Moneda todo el año, considerando que desde la campaña presidencial del año pasado ha sido pública y notoria la distancia del otrora factótum de Bachelet con la Presidenta, la Nueva Mayoría y sus decisiones.

En la Nueva Mayoría hay varios que consideran que, de llegar Escalona y Martínez a sentarse al comité político de los lunes en La Moneda, serán “voces fuertes” que “generarán tensión”, que serán “un factor que exigirá al máximo a Peñailillo” y que “los dos pueden ser una dura contraparte y el ministro va a tener que recibir apoyo para enfrentarse a los dos”.

Ese apoyo pasa por un comité político empoderado, pero también por la llamada hoja de ruta, que defina tiempos, plazos, prioridades, un orden estratégico político y programático que alinee a las huestes y reduzca a su mínima expresión las salidas de libreto. Un punto que se acordó el lunes materializar y que se definirá en el cónclave del 1 de diciembre.

En el gobierno no desconocen el escenario y lo entienden como algo más profundo que el choque con dos figuras de conocido tonelaje político, como son Escalona y Martínez. Precisan que el gallito entre los nostálgicos del ex bloque del arcoíris y la Nueva Mayoría es “real”, un “antecedente de peso”, un “hecho que no se puede obviar”. Es más, en La Moneda la consideran “una pelea de transición”, una disputa “de fondo” entre dejar atrás la Concertación, dar vuelta de una vez por todas la hoja y asumir a la Nueva Mayoría como una coalición de largo plazo y no solo un pacto programático para este gobierno, esa es la pelea.

En este escenario, la comentada “soledad” de Peñailillo no deja de ser un tema, que ha sido tratado hasta en comités políticos de Palacio las últimas semanas y que en el oficialismo tiene dos tesis. Unos consideran que el ministro del Interior está en esa situación porque es parte de su estilo, le cuesta dejar espacio y repartir tareas a otros, que un ejemplo de eso es lo que sucedió con el cambio del binominal, tema que originalmente iba a llevar la Segpres y su ministra, Ximena Rincón, y que rápidamente lo tomó Peñailillo como prioridad de su agenda.

Otros consideran que dicha soledad se debe a que sus pares del comité político –entiéndase Segpres, Segegob (Álvaro Elizalde) y Hacienda (Alberto Arenas)– no dan el ancho, políticamente son débiles, lo que ha llevado al ministro del Interior a asumir las tareas de negociación con el Congreso y marcar la línea comunicacional de La Moneda.

También hay quienes en la Nueva Mayoría y en La Moneda agregan que la soledad de Peñailillo se debe a una mezcla de las dos primeras. En el gobierno reconocen un poco de ambas, aunque agregan que se ha debido en parte al proceso de instalación, de acomodo, que sí asumió más tareas de lo necesario, pero que eso ha ido decantando.

Entre quienes lo han visto de cerca moverse políticamente estos ocho meses, dicen que el ministro Peñailillo tiene herramientas para enfrentar el gallito con Escalona y Martínez: “Es solvente, tiene algo muy importante, la confianza plena de Bachelet”, afirmó un timonel de la Nueva Mayoría, mientras que desde el gobierno precisan que tiene a su favor “una personalidad ejecutiva, práctica, por lo que es factible que funcione bien con cualquiera que sea el presidente en ambos partidos”.

Por estos días, en La Moneda, la atención está más puesta en Escalona, porque después del consejo nacional DC del lunes pasado, las señales que han llegado desde la falange es que esa instancia terminó siendo un traspié político grande para Martínez, quien no logró el apoyo interno necesario para cuajar un emplazamiento público a Bachelet para que interviniera en los problemas de la coalición, lo que abiertamente deslegitimaba a todo el comité político, incluido Peñailillo. “Es más lejana ahora la opción de que el ‘Gute’ gane la interna, retrocedió bastante, fue un fracaso para él”, agregó un dirigente de la flecha roja.

Tanto en el entorno de Escalona como en La Moneda dicen que la relación del ex senador con Peñailillo es bastante buena, “se llevan bien”. Los cercanos al candidato agregan que ambos “cuidan mucho su relación con Andrade, no pasarlo a llevar mientras sea presidente del PS, por lo tanto, no se relacionan directamente” y que, considerando eso, es el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, quien –agregaron– hace de puente.

En el gobierno dicen que el ministro del Interior tiene “un respeto profundo” por él, por la lealtad a toda prueba que tuvo con la Presidenta Bachelet en su primer gobierno. Sin embargo, recalcan que “la lealtades están claras” y Peñailillo “no tiene problema en cambiar el tipo de relación” con Escalona si al llegar a la presidencia del PS se transforma en un problema para Bachelet.

En el Partido Socialista, quienes conocen a Escalona, precisan que su problema y distancia hasta ahora nunca ha sido puntualmente con las reformas del gobierno, las cuales comparte en su línea gruesa, sino que su discrepancia es con las “falencias de la gestión política”. Agregan que él considera que se peca de “apresuramiento”, de un impulso innecesario por “hacerlo todo ahora”, lo que para el ex senador ha sido causa de muchos de los problemas que ha tenido el gobierno, que ha sido una falla estratégica y que puede terminar siendo un error que lleve al fracaso al programa de gobierno.

180 grados…

Escalona fue acompañado en el lanzamiento de su campaña el domingo por el senador Fulvio Rossi, el ex ministro José Antonio Viera-Gallo, los diputados Juan Luis Castro y Marcelo Schilling, y la presidenta de la Juventud Socialista, Karina Delfino. En el caso de Allende, la senadora mostró una imagen bastante más potente en materia de respaldos: transversalidad de “lotes” y figuras, desde la “Renovación”, con los senadores Carlos Montes y Rabindranath Quinteros, y “Nuestra Revolución”, del senador Alfonso de Urresti, además de rostros de la propia Nueva Izquierda de Escalona, como los diputados Manuel Monsalve y Denise Pascal, además del tercerismo, con Juan Pablo Letelier y parlamentarios nuevos como Maya Fernández y Daniela Cicardini.

Allende apuesta a su apellido y a un sello de ser la opción que está alineada 100% con la Presidenta Bachelet y su programa de gobierno. “Esta es la nueva mayoría del PS, es una decisión colectiva (…) este no es un proyecto individual, yo no he tomado una decisión porque es un proyecto personal, esto ha sido un proceso a la inversa, aquí se juntaron las distintas corrientes de pensamiento en el PS, hemos hecho juntos el diagnóstico y eso es lo que nosotros encabezamos”, declaró.

Todo apunta a que no es Allende quien tiene que mostrar credenciales de su alineamiento con La Moneda y la Presidenta Bachelet en esta campaña, sino que Escalona, el que ha mostrado un evidente giro en 180 grados en estos días. En el PS afirman que es notorio “el perfil más bacheletista” que ha puesto en sus últimas intervenciones, que es parte de la estrategia, porque “sabe y entendió” que estaba en una posición errada, complicada y minoritaria que no lo llevaría a la presidencia del partido.

Por eso, el discurso que dio el domingo en San Ramón estuvo plagado de esos guiños. Habló del “pueblo socialista”, ese que “apoya sin condiciones al gobierno de la Presidenta Bachelet”, el que “está con las reformas que buscan una educación gratuita y de calidad para todos los jóvenes de este país. Aquí está el pueblo socialista que quiere una nueva Constitución para Chile, que sea capaz de nacer en democracia», un concepto usado muchas veces por la Mandataria.

No se quedó ahí. “Nos vamos a jugar por las reformas que están en marcha, por la reforma educacional, por la reforma hacia una nueva Constitución, por la reforma tributaria que ya da sus primeros pasos y por que en nuestro país efectivamente haya un Estado social y democrático de derechos, en que seamos capaces de derrotar y reducir la desigualdad. Y en ese camino nos preocuparemos en primerísimo lugar de mantener la unidad de los que se han ahora agrupado para llevar adelante estas reformas, es una unidad sin precedentes”, agregó.

Un giro y despliegue necesario, si se considera que, durante buena parte del año, las intervenciones del ex senador eran más aplaudidas por la UDI y el empresariado que por la Nueva Mayoría y La Moneda. Es más, hasta hace poco el diagnóstico que se hacía en Palacio y el PS sobre el papel que estaba jugando Escalona en el debate público era que estaba totalmente “desintonizado” con lo que pasa en el país, que desentonaba públicamente con el programa de gobierno y que se notaba demasiado “la influencia del ‘Gute’”.

Entre quienes lo apoyan reconocen el giro estratégico del candidato y recalcan que, más allá de las diferencias, la Presidenta Bachelet sabe que puede “confiar” y “apoyarse” en Escalona. Por algo su entorno insinúa un supuesto acercamiento del candidato con Bachelet, que más de uno en el oficialismo afirma que no es tal.

Publicidad

Tendencias