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“Hay que disputar los medios, la imagen hoy muestra la realidad y eso es política” Diego Figueroa, ganador del premio Fotoprensa 2015

“Hay que disputar los medios, la imagen hoy muestra la realidad y eso es política”

Pedro Pablo Ramírez
Por : Pedro Pablo Ramírez estudiante de periodismo
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Con solo 22 años logró ganar el premio Fotoprensa 2015. Aún no dimensiona cómo pudo superar a fotógrafos de la talla de Tomás Munita. Acá contamos la historia de un fotógrafo independiente y desconocido que comenzó a dar sus primeros pasos cubriendo marchas y tocatas, que utilizó a la fotografía para expresar sus ideas políticas en una familia pinochetista y que subió al escenario de la ceremonia de premiación pasado a lacrimógena, por cubrir durante el día los cortes de calle que hicieron el jueves trabajadores y estudiantes en Santiago.


Era como todos los sábados, la misma rutina que realizaba hacia poco más de un año. Sentado en pleno barrio Franklin, apoyado en la cortina de un local, mataba el tiempo junto a cinco de sus amigos esperando que la tocata empezará. Diego sacó su cámara nueva. La semana anterior se había ganado un refrigerador en un bingo y lo vendió. Le pasó la mitad de la plata a su familia, con el resto se compró su primera cámara.

Ese sábado del 2008, comenzó su carrera en el local “El Abasto”, que por esos años era escenario frecuente de tocatas hardcore, punk y rap. Mientras sus amigos miraban con entusiasmo la novedosa adquisición, les comentó que quería ser fotógrafo. Diego Figueroa en ese tiempo tenía 15 años, hoy tiene 23 y se acaba de convertir en el ganador de la versión 2015 del premio Fotoprensa, entregado hace 37 años por la Unión de Reporteros Gráficos y Camarógrafos de Chile en conjunto con la Fundación Telefónica.

El desconocido fotógrafo comenzó a dar sus primeros pasos en un ambiente contestatario. Dos años atrás había sido el “pingüinazo” y la movida continuaba en las tocatas. Sus primeras fotos de bandas y marchas quedaron plasmadas en  las revistas o fanzines que hacía junto a sus amigos. Ahí mezclaban la música con la política. Por medio de esos cuadernillos, que corrían de mano en mano, se acercó por primera vez a Marx, Bakunin, Gramsci y Proudhon, entre otros autores.

Mientras sus amigos comenzaban a militar en distintas organizaciones estudiantiles de corte marxista o anarquista, Diego prefirió dedicarse a concientizar desde la fotografía. Su padre había sido militar durante la dictadura y junto a su madre eran reconocidos pinochetistas. Por lógica, no veían con buenos ojos que su hijo participara dentro de organizaciones políticas de izquierda.

[cita]»Yo creo que ganó la foto porque es un hecho transversal a cualquier época y país. Es algo que no está fuera de noticia, sino que estamos todos los días hablando de la violencia y  yo creo que eso quiso el jurado, creo que ellos quisieron reactivar el debate. También es un reconocimiento a una generación. Más que te valoren a ti, es un premio para una generación de fotógrafos que está haciendo la pega así bacán y que quiere un espacio».[cita]

La casa de la familia Figueroa González tiene tazas y cuadros firmados por Pinochet. En un acto de rebeldía, Diego pintó en su pieza un mural con las caras de Sacco y Vanzetti, dos inmigrantes italianos anarquistas que en 1927 fueron condenados a muerte por el presunto robo a mano armada y asesinato de dos personas en Massachusetts. En ese momento el juicio fue considerado una persecución política contra el movimiento obrero, y los obreros italianos pasaron a convertirse en un ícono del movimiento anarquista.

“Al pensar distinto a mi familia la fotografía fue un escape, una ventana muy grande para expresar mis ideas. Así yo podía ir a tocatas, a marchas o a una actividad o lo que sea. Porque no me hubiesen dado permiso y yo era respetuoso de las ideas de mis viejos, pero la foto era la excusa poh. Iba a las marchas a sacar fotos, pero en el fondo también estaba protestando”, declara Figueroa.

Con ese espíritu, Diego entró el 2011 a estudiar Fotografía al instituto Arcos. Estaba en el plan de cuatro años para optar a fotógrafo profesional, pero decidió cambiarse a la carrera técnica en horario vespertino para cubrir las movilizaciones estudiantiles que a diario se tomaban las calles de la capital. Subía las fotos a su Flickr y muchas veces se las regalaba a los estudiantes movilizados para que hicieran afiches o material de difusión.

Con el tiempo se dio cuenta del impacto de los medios de comunicación. Levantó cuentas de Facebook, Flickr y blogs para difundir sus trabajos. Participó en incipientes colectivos fotográficos junto a otros amigos y hasta creó una editorial propia, Ediciones Cultivar, con la que relanza libros de política que se encuentran liberados del copyright.

Extrovertido, de risa fácil, pero por sobre todo inquieto, va de lado a lado con su cámara sacando fotografías. La semana pasada estuvo en La Serena cubriendo la Copa América. Llegó el martes en la tarde a Santiago y el jueves, día de la entrega del premio, subió al escenario con olor a lacrimógena, porque en la mañana estuvo en el frontis de la Usach cubriendo el corte de calle que hicieron los estudiantes.

18 de junio de 2015 / SANTIAGO Diego Figueroa, Ganador de la foto del año, Participa de la premiación y exposición de Foto Prensa 15, de la Unión de Reportero Gráfico, donde se eligió la foto del año, en el centro cultural, Espacio Telefónica. FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE / AGENCIAUNO

18 de junio de 2015 / SANTIAGO
Diego Figueroa, ganador de la foto del año, participa de la premiación y exposición de Foto Prensa 15, de la Unión de Reporteros Gráficos y Camarógrafos, donde se eligió la fotografía galardonada, en el centro cultural Espacio Telefónica.
FOTO: SEBASTIAN BELTRÁN GAETE / AGENCIAUNO

Diego Figueroa hizo su práctica profesional en La Segunda, pero hoy está sin trabajo y “pitutea” para agencias, retrata matrimonios, bautizos, primeras comuniones y actos escolares. Una realidad conocida para la mayoría de los fotógrafos. Hoy busca trabajo y lanza: “Ojalá que después del premio me den pega poh, que me sirva para trabajar, si todos sabemos que está más difícil que la chucha”.

Con entusiasmo, después de una charla sobre fotografía que realizó a “unos cabros del Icel”, responde las preguntas con humildad y dice sentirse representado por el estudiante del Liceo de Aplicación que corría del humo de la lacrimógena en la imagen que publicó en la página de su colectivo fotográfico Migrar y que le permitió ganar el galardón a la foto del año. Una foto que recoge la tensión actual del país, el despertar de una generación, los problemas del poder y una sociedad que está en una nebulosa ante la incertidumbre de un  conflicto abierto.

-¿Cuál es la importancia de hacer fotoperiodismo hoy?
-En los medios se disputa el poder, se disputa el sentido común, la opinión estándar de la gente. El rol de los jóvenes comunicadores es generar cuestionamiento, generar reflexión, generar dudas. Ya están todos los medios que nos manejan la opinión desde la derecha, pero los comunicadores tienen que dar espacio a la crítica. Hay que disputar los medios, la imagen hoy muestra la realidad y eso es política.

-¿Por qué crees que ganó tu foto? Había otros fotógrafos de gran trayectoria y con trabajos muy buenos, ¿por qué la tuya?
-Yo creo que ganó la foto porque es un hecho transversal a cualquier época y país. Es algo que no está fuera de noticia, sino que estamos todos los días hablando de la violencia y  yo creo que eso quiso el jurado, creo que ellos quisieron reactivar el debate. También es un reconocimiento a una generación. Más que te valoren a ti, es un premio para una generación de fotógrafos que está haciendo la pega así bacán y que quiere un espacio.

-¿Por qué está haciendo las cosas bien esa generación que tú dices?
-Desde chico quería hacer algo, dejar una huella, quería ser un Ghandi, algo así. Era algo muy peliculero, pero son cosas que le permiten a uno autoconvencerse de que puede lograr cosas y desde lo más chico uno puede hacer cosas grandes y esa posibilidad la encontré en la foto.

Cuando chico un profe nos contó la historia de un estudiante que estaba sentado en mi mismo puesto hace 20 años y que todos los días veía pasar a un vendedor de cebollas por fuera del colegio y un día le dijo a su papá que quería ser vendedor de cebollas y su padre le dijo que estaba bien, pero que debía ser el mejor vendedor de cebollas.

Esa imagen siempre me quedó grabada y en el colegio siempre me molestaban cuando decía que quería ser fotógrafo. Me decían que no iba a ganar plata, que iba a terminar vendiendo en las micros, haciendo malabares, pero siempre tuve la mente de hacer las cosas bien y, cuando llega esto, es como cacha la hueá a la que llegaste y no soy solo yo, son todos estos cabros nuevos que están dando cara.

– ¿Por qué Migrar? ¿Por qué escogieron ese nombre y cómo surge el colectivo?
– Migrar es, como lo dice su eslogan, un viaje periódico y de desplazamiento constante. Es lo que hacemos todos los fotógrafos. Es migrar, es movernos, viajar, ir de allá pa’ acá, de una esquina a otra, no estar nunca parado y con los sentidos alertas. Migrar surge desde la necesidad de mostrar lo que estamos haciendo, de generar una plataforma para difundir nuestros trabajos y darles cabida a otros fotógrafos más, a los que están recién empezando. Es una necesidad tan básica que todos la hemos pensado, de generar una revista para posicionar al fotógrafo emergente, pero nadie lo hace, se quedan en el proyecto. Entonces, lo que marca la diferencia es hacerlo.

– ¿A qué te refieres cuándo dices que hay que disputar los medios?
-Nosotros como jóvenes somos los que luego vamos a estar tomando decisiones, en los medios u otros espacios de poder, porque los medios también son espacios de poder, pero hay que llegar a construir con el discurso que estamos levantando hoy. Que el adulto de mañana esté orgulloso del niño de hoy.

Entonces, desde las comunicaciones, desde la fotografía, el arte, el periodismo, la danza o la música se están haciendo muchas cosas interesantes, que cuestionan las cosas y tenemos que seguir generándolas, hacer más proyectos. Hoy me invitaron a un festival para los no fotógrafos profesionales, para los amateurs, para la dueña de casa, el cabro que está empezando o a los que no tienen acceso a un mundillo de elite, y es bacán que eso se esté dando y hay que expandirlo hacia los medios.

Es una lata conseguirse fondos o auspicios, pero ahí es donde hay que estar con la responsabilidad que tenemos, de estar al servicio de mostrar la realidad. Lo más importante es eso.

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