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Burgos en el limbo Su retiro del Gobierno sería un duro revés para La Moneda

Burgos en el limbo

Nicolás Sepúlveda
Por : Nicolás Sepúlveda Periodista de El Mostrador
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El ministro del Interior, Jorge Burgos, está incómodo. A su entorno cercano ha confidenciado que su lectura es que la Presidenta Michelle Bachelet le quitó el piso de forma pública y, por lo mismo, se siente humillado. En su partido, la DC, han aprovechado la coyuntura para hacer sentir su fuerza dentro del oficialismo, a solo meses de que se desate una nueva carrera electoral. Los cercanos al jefe de gabinete plantean que este no se quedará de brazos cruzados frente a la disputa por el carácter de las reformas.


El cónclave que reunió a los dirigentes de la Nueva Mayoría hace una semana en el Estadio El Llano de San Miguel marcó una inflexión. Antes del encuentro, los cercanos al ministro Jorge Burgos consideraban que la Presidenta apoyaba el giro que había significado la llegada del DC y del PPD Rodrigo Valdés al gabinete: realismo y gradualidad para ejecutar las reformas prometidas en la campaña. Pero ese lunes 3 de agosto se produjo un cambio brusco.

En el análisis posterior que hicieron en el mundo de la DC dicen que la Presidenta dejó hacer, que se dedicó a arbitrar y que remarcó poco la tesis de la gradualidad que venía impulsando el tándem Burgos-Valdés desde su ingreso al gabinete. Y eso los desconcertó, porque las señales que habían recibido hasta entonces era que los dirigentes de la Nueva Mayoría estaban asimilando el realismo frente a la implementación del programa.

Lo que vino después fue una serie de tropiezos políticos, al punto que el presidente del Partido Radical, Ernesto Velasco, consideró que, de seguir así la situación, esta se tornaría “ingobernable”. La respuesta de la dupla de Interior y Hacienda vino el miércoles, cuando en los patios de La Moneda ambos aparecieron para remarcar el concepto de gradualidad que –a su juicio– deben tener las reformas impulsadas por el pacto oficialista. “Hoy se imponen temas que tienen que ver con la gradualidad, con el diálogo, con la colaboración público-privada”, destacó ese día el ministro DC.

Ayer, y luego de permanecer solo 40 minutos en el comité político extraordinario que se desarrolló en La Moneda, el ministro Burgos fue aplaudido por los empresarios en el Foro Anual de la Industria. En la instancia planteó que el cambio constitucional chileno no se hará “ni a la boliviana, ni a la venezolana”. Una señal de que no será un ministro gomero y que buscará imponer sus términos.

En el Comité político de este martes, Burgos escuchó solamente la intervención del presidente de su partido, el senador Jorge Pizarro, antes de partir al encuentro empresarial. En la falange dicen que esa fue una nueva pista de su molestia. Un aviso algo más ponderado que el del lunes, cuando simplemente no asistió, excusándose con labores propias de su cargo por la emergencia en Tocopilla a raíz de las últimas lluvias.

La Moneda hoy no le resulta acogedora al titular de Interior. La entrevista que el domingo la Presidenta Bachelet concedió a La Tercera fue la notificación definitiva de que la Mandataria no estaba tras la tesis de la gradualidad, y eso lo incomodó, al punto que algunos han mencionado que, si dependiera de él, abandonaría hoy mismo el Gobierno.

[cita]Varios dirigentes de la Nueva Mayoría aseguran que no hay espacio para su renuncia, y que el oficialismo no puede darse el lujo de tener tres ministros del Interior en un año. Quienes conocen al ex diputado por Ñuñoa y Providencia mencionan además que su responsabilidad política no le permitiría abandonar el buque de buenas a primeras, y que entiende perfectamente el reto que enfrenta.[/cita]

“Algunos leyeron solo la palabra realismo, no escucharon el sin renuncia”, fue la frase de Bachelet que tomó por sorpresa a Burgos y la DC. A eso agregó que estaban equivocados los que pensaban que la llegada de un ministro podía “cambiar el rumbo que la Presidenta defina”. Sus cercanos dicen que el resultado del cónclave lo sorprendió, pero lo de la entrevista fue casi un nocaut. “Como fue muy evidente, esto generó un duro impacto. En términos internos fue difícil no solo porque la Presidenta revirtió una decisión, sino porque hay un componente de ninguneo sobre Burgos. Lo que muchos leyeron fue una sacada de piso en público”, plantean.

Varios dirigentes de la Nueva Mayoría aseguran que no hay espacio para su renuncia, y que el oficialismo no puede darse el lujo de tener tres ministros del Interior en un año. Quienes conocen al ex diputado por Ñuñoa y Providencia mencionan además que su responsabilidad política no le permitiría abandonar el buque de buenas a primeras, y que entiende perfectamente el reto que enfrenta.

Pero también apuntan que no vivirá en la inercia. Y que si permanece en el cargo, se la jugará para influir en las decisiones del Ejecutivo. Sus cercanos comentan que, junto a Valdés, persistirían en enviar señales y que en los próximos días podrían testear el ambiente con una nueva intervención como la del miércoles pasado. “Pueden anunciar un par de cosas para fortalecer su postura, como desechar la Asamblea Constituyente o meterle mano a la Reforma Laboral –una operación que ya está en marcha–, y si la Presidenta otra vez tira el mantel y relativiza esto, Burgos se va en el acto. Si la Presidenta guarda silencio y lo deja hacer, Burgos gana”, comenta alguien que conoce de cerca al jefe de gabinete.

Otra opción es que el ministro converse a puertas cerradas con la Mandataria, clarifique su rol y resuelva sus diferencias. Lo que está claro, es que no se quedará de manos cruzadas bailando en la irrelevancia.

Durante el cónclave de ayer, Burgos no se refirió a la tensión que protagoniza con Bachelet. Quienes participaron de la cita aseguran que solo se dedicó a enumerar la agenda legislativa del Gobierno. La exposición de Pizarro –la única que escuchó Burgos antes de retirarse a la actividad de los industriales– hizo mención al tema, y reiteró que la entrevista de la Presidenta lo confundió, “aunque en un tono más suave que el del lunes”, asevera un dirigente partidario. Eso sí, Pizarro habría preguntado qué tanto sentido tenía que como DC siguieran participando del comité político. Ante eso, Burgos solo guardó silencio, indica la misma fuente.

El juego de la DC

“Yo me equivoque entonces porque pensé que (los ministros Burgos y Valdés) llegaron a cambiar el rumbo de un Gobierno que estaba funcionando mal, si no no habría hecho el cambio político que hizo (…) no es una mala noticia para la DC ni mucho menos, es una confusión. Yo habría preferido cosas más claras”, señaló el presidente de la falange, Jorge Pizarro, a la salida del comité político del lunes, resaltando que la Mandataria estaba confundida. Un día después se moderó y aseveró que era él el confundido.

Ese cambio en su discurso fue criticado por algunos diputados de la falange durante el almuerzo que ayer sostuvo Pizarro con sus parlamentarios en Valparaíso. Fue una cita acalorada, donde no solo le enrostraron que ese cambio hacía aparecer a la DC como protagonista de una pachotada, sino que le plantearon que el actual contexto requiere de señales más firmes.

En la DC no están a gusto, dicen que quedaron con “una sensación amarga” tras el cónclave y que la entrevista del domingo los inquietó. “Nosotros vimos que el clima se empezó a ordenar con las actividades de Burgos y Valdés, pero el domingo la Presidenta va y les quita el piso y se instala una sensación de ambigüedad que Bachelet no ha sabido procesar con transparencia”, dice uno de sus dirigentes nacionales.

También les pesa el fantasma de lo sucedido con Andrés Zaldívar, Belisario Velasco y Edmundo Pérez Yoma durante la anterior administración bacheletista. Los tres DC fueron sus ministros del Interior, y los tres terminaron con los puentes cortados con la Mandataria. En el partido señalan que ahora es más grave, porque existía cierto consenso en la coalición respecto al rol que Burgos debía cumplir, y que las últimas jugadas de Bachelet solo vinieron a confundirlos.

A diferencia de otros momentos, en la Falange dicen que en esta pasada están unidos y que el déficit político del que aseguran sufre La Moneda y las diferencias que persisten en la Nueva Mayoría –más profundas que las de los flagelantes y los complacientes de la Concertación, según un diputado– deben resolverse con señales más claras. Por ello, acordaron convocar a un encuentro entre senadores, diputados, directiva y consejo nacional para pensar su quehacer en el largo plazo.

La molestia falangista se había expresado de forma pública en una comida que reunió el lunes a la directiva nacional con el ministro Burgos, en lo que se leyó como una señal de respaldo a su ministro. De todas formas, al interior del partido de la flecha roja descartan por completo la posibilidad de salirse del Gobierno. De hecho, aseguran que la directiva corre con colores propios, porque la base DC es mucho más oficialista, “Las bases no van a arriesgar sus pegas presentes o futuras. Ellas viven del aparato público”, comenta alguien que conoce al dedillo a la falange.

“Esto no es una lucha ideológica, esta es una cuestión de poder. La DC es el partido más grande de la Nueva Mayoría y siente que no es tratada con ese nivel, y por eso hace pataletas cada tanto. Y acá encontró una oportunidad. En eso está el “Gute” (Gutenberg Martínez), (Jorge) Pizarro y los otros. Están en todo lo que signifique destacar el rol de la DC, porque eso los perfila. Lo segundo es que los presidentes tienen fecha de vencimiento, y cuando estás con 20% de aprobación ya no es tan buen negocio ser oficialista. Es verdad también que la DC quiere poner distancia porque no sabe qué va a pasar con este barco de la Nueva Mayoría”, plantea un ex dirigente del partido.

La proximidad de las elecciones municipales y parlamentarias también es un factor para explicar la virulenta reacción de la DC a los movimientos de Bachelet. Sus socios en el oficialismo así lo creen. “Está claro que tienen que plantear una diferenciación para mantener un voto duro de centro que la Alianza con el PC ha debilitado”, dicen en el ala izquierda de la coalición. Donde además culpan a Ignacio Walker de estar tras estas jugadas.

El hastío de los “progres”

Durante el comité político del lunes, el senador y presidente del MAS, Alejandro Navarro, puso el tema sobre la mesa. En la ocasión, planteó que existe una operación de Ignacio Walker para marcar diferencias con el Gobierno. Esa tesis fue respaldada este martes en la misma instancia por el presidente del PPD, senador Jaime Quintana.

En el PS agregan que esa lectura les hace sentido, ya que durante una reunión que el lunes sostuvieron los diputados y senadores de la Nueva Mayoría que integran las comisiones de educación en el Congreso con la ministra del ramo, Adriana Delpiano, Walker se distanció de sus pares al plantear que no estaba de acuerdo con diferenciar a las universidades que accederían a la gratuidad por su estructura legal. “Ningún parlamentario tiene derecho a lanzarse contra la gratuidad”, estiman en el PPD.

En el análisis del mundo progresista, “acá están muy marcadas las huellas de Ignacio Walker, más que las de Burgos, en el sentido de desafiar a la autoridad presidencial”, asegura un presidente de partido. “Creo que Ignacio ha sido bastante hábil para arrastrar en este tema a Pizarro, porque su presidencia es débil. Ignacio le proporciona estabilidad interna y eso tiene su precio. Burgos se suma porque es príncipe”, dice otro dirigente nacional.

Aunque todas las voces consultadas en la DC niegan esta lectura, asegurando que Walker puede tener intereses como probable precandidato presidencial, pero que no tiene la capacidad de arrastrar a todo el partido en una jugada de ese tipo. Remarcan también que el enojo en la falange es transversal e incluye a los sectores más cercanos al bacheletismo.

Entre los dirigentes de la izquierda oficialista también mencionan que quien acuñó el concepto de la “gradualidad” fue Soledad Alvear en sus tiempos de senadora, durante el Gobierno de Sebastián Piñera. Dicen que su esposo, Gutenberg Martínez, también lo repitió en reuniones políticas. Y por ello identifican al sector más conservador de la DC en el término, el que no les agrada.

En el mismo sector nadie cree que Jorge Burgos vaya a irse del Gobierno. Dicen que la desazón del centro político es porque pusieron demasiadas expectativas en la llegada del DC al Ministerio del Interior, y remarcan que “esto siempre fue sin renuncia”.

“Yo creo que Burgos va a resistir, no soporta la Nueva Mayoría tres ministros del interior en un año. Esto es propio de un Gobierno en dificultades, y los ministros del Interior siempre se ven presionados. Burgos ha tenido un proceso de adaptación, estaba muy tranquilo en Defensa y acá llegó y hay temporal”, asegura otro presidente de partido del ala izquierda, el que agrega que el verdadero problema de fondo no es Burgos, sino que la convivencia DC-PC, la que no ha terminado de cuajar.

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