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Peña dice que impugnación del Servel a Revolución Democrática no es censura, sino que «una simple tontera» Analista ironiza con que institución mira la realidad a través del diccionario de la RAE

Peña dice que impugnación del Servel a Revolución Democrática no es censura, sino que «una simple tontera»

El rector de la UDP señala que si esta concepción se lleva al extremo obligaría a otros partidos a cambiar sus nombres, «llamar cristiano a un partido, por ejemplo, como ocurre con la Democracia Cristiana, también debiera prohibirse de acuerdo al criterio. Después de todo, no hay nada más contrario a la ley que el cristianismo».


El rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, salió a defender el nombre del movimiento que encabeza el diputado Giorgio Jackson, criticando de paso la decisión del Servicio Electoral de impugnar la palabra Revolución, indicando que lo adoptado por el Servel no es una censura, sino que «una simple tontera».

En su habitual columna en El Mercurio Peña explica que a primera vista es justificada la objeción establecida por el Servel contra Revolución Democrática, debido a que la ley electoral dispone que a la hora de designar un partido político no podrán emplearse términos contrarios a la Constitución y la ley.

«Y como la palabra revolución señalaría justamente el acto de contravenir o cambiar a una y a otra por medios distintos a los que ellas mismas prevén, entonces no debiera admitirse su uso a la hora de nombrar a un partido. En apoyo de esta decisión, arguye el Servel, se encuentran las distintas acepciones que el diccionario de la RAE confiere a la palabra», precisa.

Respecto a lo sostenido por Jackson, en el sentido que la argumentación del Servel esconde un acto de censura, el académico sostiene que esto «no es censura. Es simple tontera».

En ese sentido, señala que «es verdad que una de las formas de entender las palabras de la ley consiste en recurrir al diccionario de la RAE (de esa manera, se dice, todos los sometidos a la ley saben, a primera vista, a qué atenerse); pero en este caso se aplicó esa regla de interpretación no a las palabras de la ley, sino al nombre de un partido».

Agrega que el desplazamiento de la regla interpretativa, desde las palabras de la ley a las palabras que integran un nombre, fue «un grueso error».

Explica que lo acontecido, «llevada al extremo obligaría no solo a Revolución Democrática a cambiar su nombre. Llamar cristiano a un partido, por ejemplo, como ocurre con la Democracia Cristiana, también debiera prohibirse de acuerdo al criterio del Servel. Después de todo, no hay nada más contrario a la ley que el cristianismo. ¿No fue Cristo quien se opuso a quienes, como los fariseos, empujaban al cumplimiento escrupuloso de la ley mosaica? ¿Y qué decir del Partido Comunista? ¿Acaso la RAE no asigna también a esa palabra acepciones que apuntan incluso a la destrucción del mismo Estado? Como se ve, el criterio del Servel es una simple tontería».

Peña añade que «los exégetas del Servel, en vez de leer el diccionario de la RAE, debieran haber leído a Wittgenstein. No preguntes por el significado -aconsejaba él en sus «Investigaciones Filosóficas»-, pregunta por el uso. Las palabras, agregaba, son como herramientas cuyo significado depende de la forma de vida a la que pertenecen y del contexto al interior del que se emplean».

El rector de la UDP explica que T. Kuhn emplea la palabra revolución para aludir a un cambio de paradigma, añadiendo que «en Chile el último tiempo se ha recurrido a ese uso para designar la reforma educacional: ella sería un cambio de paradigma, es decir, una revolución ¿Debe concluirse entonces, siguiendo el criterio del Servel, que ese cambio de paradigma, esa revolución en los términos de Kuhn, es un acto contrario a la Constitución?»

«También se llamó «gloriosa revolución», en el siglo XVII, al comienzo de la soberanía popular en Inglaterra (luego del derrocamiento de James II y el sometimiento de los impuestos al Parlamento). En fin, Hobsbawm, en «La era de la revolución» (1962), designa con esa palabra desde el cambio en el modo de producción (la revolución industrial) a la sustitución de un régimen por otro (la revolución francesa)», precisa.

Explica que una revolución democrática puede significar el propósito de cambiar paradigmas mediante la democracia, «una ironía para subrayar el hecho de que todas las revoluciones vuelven al punto del que partieron; una forma de señalar que su propósito es cambiar usos sociales; una manera de subrayar la soberanía popular. Y así. Todo depende del contexto, del uso».

Peña concluye su columna afirmando que ahora el Servel mira la realidad mediante el diccionario de la RAE, «convertido desde ahora en el nuevo Index».

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