Historiadora e integrante del Instituto LyD
«Las ideas que transformaron el país, y que fueron legitimadas y consolidadas por la Concertación, nacieron de un grupo pequeñísimo de personas que se propusieron modernizar la economía y produjeron un cambio radical en la sociedad chilena», asegura.
Lucía Santa Cruz, historiadora e integrante el consejo del Instituto Libertad y Desarrollo y de la junta directiva de la Universidad Adolfo Ibáñez, está empeñada en poner contenido a la llamada centroderecha.
Para tales fines, elaboró dos documentos que tienen como fin «responder al sentido más profundo de por qué y para qué debe existir un proyecto de centroderecha basado en libertad».
En entrevista con El Mercurio, Santa Cruz advierte sobre las consecuencias del “sistema igualitarista que está instalando la Nueva Mayoría”.
Desde este mundo -dice- provienen eslóganes sin fundamentos, como que “Chile es el país más desigual es cada vez mayor, que los responsables son ‘los poderosos de siempre’ y que todo ello es el resultado de la economía de mercado ha sido muy nociva”.
En esa línea, asegura que «para sobrevivir en el tiempo las ideas deben tener una plataforma de legitimación moral en la justicia, que va mucho más allá de la eficiencia».
La historiadora convocó con la ayuda del abogado Hernán Larraín Matte, director ejecutivo del Think Tank Horizontal, a un grupo de intelectuales: Guillermo Ramírez, Claudio Arqueros, de la Fundación Jaime Guzmán; José Francisco García; Francisco Javier Urbina, de la Universidad Católica; Luis Larraín y Jorge Ramírez, de Libertad y Desarrollo; Daniel Mansuy, de la U. de Los Andes; Gonzalo Blumel, de Avanzada Chile; Jorge Gómez, de la Fundación para el Progreso; Aldo Cassinelli, del Instituto Libertad; Pablo Ortúzar, del Instituto de la Sociedad; e Ignacio Briones, de la U. Adolfo Ibáñez.
De esas conversaciones surgió el documento: «Para una sociedad más justa». Texto que hace un análisis de cómo el mercado y el bienestar cambiaron radicalmente las formas de organización social en Chile, “dando paso a mucho mayores grados de meritocracia y movilidad social”.
Para Lucía Santa Cruz: Esa transformación marcó también el fin de la élite tradicional chilena, donde la cuna, la pertinencia o el favor del Estado eran determinantes.
“Un estudio que hicimos con Adimark arrojó que en 1950 cerca del 70% de las personas con cargos dirigentes pertenecía a la élite tradicional y 30% eran producto de una cierta movilidad social impulsada principalmente por el Estado o la política, a través de instituciones como la U. de Chile o el Instituto Nacional. En el 2000 eso había cambiado radicalmente, y la élite estaba compuesta en un 70% de personas que no provenían bajo ningún concepto de lo que había sido esa élite tradicional», consigna.
«El punto central que diferencia a la izquierda de la derecha se refiere a cómo deben distribuirse las recompensas de forma justa. Para la izquierda deben ser iguales para todos en virtud de su pertinencia a una ciudadanía, mientras las democracias liberales han optado por retribuir el talento, el esfuerzo, el merito de acuerdo a su contribución porque genera los incentivos correctos, es más justo y beneficioso para la sociedad en su conjunto», agrega.
«La esencia de una sociedad justa es que todas las personas puedan desarrollar la totalidad de sus talentos y ocupar el lugar que corresponde. Es moralmente legítimo que en Chile todavía haya una enorme cantidad de talento desperdiciado por la mala calidad de la educación estatal», acota.
«(Los empresarios) tiene una gran responsabilidad en esta caricatura, porque no le interesan las ideas y prescinde de los asuntos políticos. La derecha ha tenido la errada convicción de que la economía y las empresas no tienen nada que ver con la política y, por lo tanto, se la puede dejar de lado. Los empresarios no saben de política y no les interesa; eso ha quedado en evidencia cuando hemos conocido cómo las empresas financiaron a los políticos de la Nueva Mayoría. Resulta paradójico que indirectamente apoyaran las reformas tributaria y laboral que hoy critican», declara.
Finalmente, sentencia: “La derecha ha producido los grandes cambios en este país y no está para defender el statu quo. Las ideas que transformaron el país, y que fueron legitimadas y consolidadas por la Concertación, nacieron de un grupo pequeñísimo de personas que se propusieron modernizar la economía y produjeron un cambio radical en la sociedad chilena”.
