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[Opinión] La historia de Erika y el círciulo siniestro de la violencia contra la mujer

[Opinión] La historia de Erika y el círciulo siniestro de la violencia contra la mujer

Erika Romina Rivera Tagle de 27 años, quien ya se encontraba sin vida, había sido asesinada a golpes por su conviviente y abandonada en la posta. La noticia de femicidio circuló en internet unos días, pero allí quedó, como un link de un hecho macabro que a los pocos días nadie recordaría.


* El 29 de mayo de 2013 Sergio Tranamil llegó a la posta 4 de Ñuñoa con el cuerpo de su pareja afirmando que habían sido asaltados mientras trotaban. Una vez que ella ingresó, él dijo que iría a buscar ropa y volvería, pero eso jamás ocurrió. Erika Romina Rivera Tagle de 27 años, quien ya se encontraba sin vida, había sido asesinada a golpes por su conviviente y abandonada en la posta. La noticia de femicidio circuló en internet unos días, pero allí quedó, como un link de un hecho macabro que a los pocos días nadie recordaría.

Este año fui invitada a un conversatorio sobre violencia de género y entre varias personas que se encontraban allí, conocí una señora mayor, de pelo corto, rojo y lentes oscuros. Estaba sentada y sujetaba entre sus manos una fotografía enmarcada, grande, con el rostro de una mujer que me era familiar. Se presentó como Otilia Tagle, madre de Erika Rivera, víctima número 14 de femicidio del año 2013.

Su hija llevaba 9 años de pololeo, vivía con su pareja en la casa de sus suegros y visitaba a su madre de vez en cuando. Otilia comenzó a detectar cosas extrañas, tales como celos extremos de parte de Sergio que impidieron que Erika continuara sus estudios universitarios, lo que la llevó a abandonar la carrera de medicina en cuarto año. Él la alejó completamente de sus amigos y comenzó a restringir sus salidas y horarios. El control era absoluto, ella no podía hablar con ningún hombre y no podía “pasarse del tiempo” que le daban, aunque se tratara de visitar a su madre. Si alguna de estas normas no se cumplía, ella era castigada por Sergio.

 

Otilia contaba cómo su hija se iba apagando con el paso de los años y cómo la violencia se hacía más explícita. Las agresiones físicas eran escondidas por Erika “Me caí de la escalera”, “Me pegué con la muralla”, “Me arañó el gato”. Luego de 7 años de pololeo confesó a su madre que era víctima de violencia física, sin embargo, ella jamás denunció.

La madre de la víctima de femicidio en su desesperación realizó múltiples denuncias, pero la respuesta era siempre la misma “Si Erika no constataba lesiones y realizaba la denuncia, nada se podía hacer”. Los últimos meses fueron de secuestro absoluto, la víctima no podía salir de la casa de sus suegros y era golpeada constantemente por su pareja. Otilia llamaba e iba a la casa a buscar a su hija, pero le negaban que estuviera en el lugar e incluso le decían por teléfono “No llame más, señora”.

Dos semanas antes que Erika muriera, su madre fue a pedir ayuda a la justicia para que su hija pudiera salir del domicilio, ya que incluso había puesto una denuncia por presunta desgracia al no tener noticias de ella. La respuesta fue “¿Otra vez aquí señora? Ya le dijimos que no se puede hacer nada”. Finalizaba mayo del año 2013 cuando Otilia se entera por las noticias que su hija, Erika Romina Rivera Tagle, era el femicidio número 14 y que su pareja Sergio Tranamil, la había abandonado en la posta 4 de Ñuñoa. Otilia se desmayó, nadie había sido capaz de avisarle nada.

La autopsia había revelado que su hija había muerto por “asfixia por alimento” y al femicida le darían en total 10 años de prisión, pero el fiscal le dijo con total tranquilidad “No se alegre tanto, lo más probable es que salga a los 6”. Otilia decidida a todo, siguió luchando y meses después se le asigna una nueva fiscal, quien incrédula a la resolución, pidió exhumar el cuerpo de Erika.

Su hija presentaba múltiples golpes y fracturas que reflejaban años de maltrato, sumado a un embarazo del que nadie había dado cuenta. Su muerte fue debido a una gran golpiza, anemia y septicemia generada por un embrión sin vida. El cuerpo de Erika estaba agotado, por lo que en un estado final de agonía expulsó fluidos corporales que fueron confundidos con comida en la primera autopsia.

La lucha de Otilia continuó, ella misma recogía pruebas que iba a dejar a fiscalía, realizando su propia investigación. Así, Sergio Tranamil fue condenado a la primera cadena perpetua por femicidio en Chile. Ella entre suspiros decía “Recién, luego de 25 años podrá acceder a un domingo libre”. Actualmente se investiga a la familia del femicida por su complicidad en el caso, ya que incluso fueron encontradas pruebas en las que la víctima pedía ayuda.

Otilia es el reflejo de las familias y cercanos de víctimas de violencia que nada pueden hacer por ayudar. La justicia chilena deja las manos atadas a personas que son testigos del deterioro e incluso muerte que pueden dar agresores a sus víctimas. Hoy su lucha es por la modificación de la ley de femicidio, para que casos como el de su hija jamás se vuelvan a repetir en el país.

Actualmente el Estado de Chile deja la responsabilidad de denuncias exclusivamente en las víctimas, ignorando procesos de manipulación psicológica, temores, secuestros en el propio hogar y vulnerabilidad absoluta en la que muchas veces se encuentran las personas. Erika pedía auxilio ¿Cómo ella podría denunciar si estaba siendo secuestrada y torturada física y psicológicamente en su casa? ¿Si ni siquiera su madre podía verla? ¿Qué importaron las denuncias que hizo Otilia y los vecinos cuando escuchaban los alaridos de la mujer? El Estado la dejó morir, la justicia la dejó morir, el machismo y la ceguera de nuestras leyes la mataron.

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Hoy 25 de noviembre es el día internacional contra la violencia hacia las mujeres y niñas, por Erika, por todas las víctimas de alguna manifestación de violencia y femicidio, marchemos, eduquemos, sensibilicemos, hablemos, luchemos.

Nunca olvidaré las palabras de Otilia  “Erika tenía 27 años, toda una vida por delante. Ella fue un milagro, yo era mayor, fue un embarazo tubario y a pesar de todo nació, es de esos casos que pasan uno en muchos millones. Todo eso, para que un desgraciado la matara y yo no pudiera hacer nada”.

La reflexión es lo más importante, crecemos y se nos enseña que “Quien te quiere, te aporrea”, como si el cariño y afecto fueran sinónimo de agresiones. Erika guardó silencio por amor, no denunció por amor, renunció a su vida, familia y amigos por amor y temor. Murió teniendo un Facebook que se llamaba “RomySergio Por Siempre”. Es hora de cambiar la historia.

*»El día que conocí a Otilia Tagle», columna de María Francisca Valenzuela / Equipo Nosotrxs, publicada en Nostrxs.com

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