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Plomo en la sangre: la polémica de la planta recicladora de baterías de Calama Empresa es asesorada por Gescam, de propiedad del cuñado de Ricardo Lagos E.

Plomo en la sangre: la polémica de la planta recicladora de baterías de Calama

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Recimat Ltda. es la única empresa en Chile autorizada para procesar baterías. Aunque sus trabajadores son sometidos a exámenes médicos cada seis meses, distintas muestras han alertado sobre altas concentraciones de plomo riesgosas para la salud. La Seremi de Salud de la región decretó su prohibición de funcionamiento, sin embargo, levantó la decisión solo 15 días después. Mientras la empresa dice que trabajan con altos estándares, los trabajadores siguen preocupados por los niveles del metal en su sangre.


El 7 de enero de este año, la Seremi de Salud de Antofagasta decretó la prohibición de funcionamiento contra la empresa Recimat Ltda. Entonces, las declaraciones de la autoridad sanitaria de la región, Lila Vergara, fueron claras: “Se constató que los límites de plomo en términos ambientales fueron sobrepasados más allá de lo permitido (…). La empresa presenta deficiencias en materia de salud ocupacional y manejo de residuos peligrosos».

Recimat Ltda. opera hace 15 años y se encuentra en el sector Puerto Seco de Calama. Es la única empresa en Chile autorizada para procesar baterías de vehículos y estacionarias para extraer el plomo. “Es una empresa de reciclaje, almacenamiento y tratamiento adecuado de residuos peligrosos industriales, tales como borras plomadas, chatarra de plomo, baterías de plomo-ácido fuera de uso y drosses”, señalan en la misma compañía.

Desde la Seremi, explicaron a El Mostrador que la decisión de prohibición de funcionamiento de la planta se fundamentó “principalmente en los resultados de las evaluaciones de ambiente laboral para el agente plomo, el cual excedía varias veces el límite permitido en distintos puestos de trabajo; entre otras deficiencias”.

En la decisión de la autoridad sanitaria también pesaron las muestras de 29 trabajadores contaminados con plomo en la sangre, exámenes a cargo de la Mutual de Seguridad –vía servicio externalizado– que fueron realizados en el último trimestre de 2015 y que provocaron la preocupación de los trabajadores de la empresa. Algunos de ellos arrojaron 30 o 40 ug/100 ml, una concentración que alerta. “La norma para adultos es 10 y para los niños 5”, asegura el doctor Andrei Tchernitchin.

A pesar de estos números, mientras la titular del organismo, la ya mencionada Lila Vergara (PPD), se encontraba de vacaciones, la resolución de la Seremi de Salud –que había ordenado la prohibición de funcionamiento– se levantó el pasado 22 de enero. A solo 15 días de la primera decisión.

Plomo en la sangre

Los exámenes de sangre realizados a los trabajadores también han estado envueltos en una nebulosa. En un primer momento, si bien fueron encontrados 29 empleados sobre la norma, los exámenes se repitieron. La empresa asegura que las primeras muestras fueron mal tomadas. En una segunda toma, el número de trabajadores afectados bajó considerablemente.

La respuesta de la Mutual de Seguridad –dependiente de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC)– es que “los resultados de los exámenes encargados de Plumbemia (plomo en la sangre) entregados por el laboratorio, estaban en No Conformidad de acuerdo a los protocolos de vigilancia de la Mutual, es por ello que se volvieron a tomar en las mismas condiciones de exposición, observándose una disminución en la cantidad de exámenes alterados”.

De los 29 afectados, el número bajó a 8. Los trabajadores de Recimat Ltda. son examinados sistemáticamente cada seis meses desde el año 2009 y, cuando presentan un nivel fuera de la norma, son apartados de la fuente de contaminación y enviados a sus casas, según el protocolo de la empresa. Sin embargo, las suspicacias se presentan más fuerte entre los trabajadores luego del “error” de las muestras, razón por la que incluso la Seremi de Salud inició un sumario.

En octubre de 2012, el examen de Rodolfo Aldea (56) –ex jefe de planta en la procesadora de Residuos Industriales– arrojó un alto índice de plomo en la sangre: 71 ug/100 ml. Rodolfo trabajó en dos períodos en Recimat. “La primera vez era supervisor de traslados, montaje e instalaciones. La segunda vez era supervisor de producción. Cuando la empresa da las charlas siempre hacen mención al problema del plomo, pero siempre es muy por encimita. Claro que te hacen usar una mascarilla con un filtro de doble vía, fullface la llaman, para olores y polvo. Pero el plomo es grave y cuando permanece mucho en la sangre se te va a los huesos”, dice. Según la empresa, Rodolfo fue despedido; sin embargo, él dice que decidió irse en junio de 2013, justamente para alejarse de las fuentes contaminantes. “Es cierto que se gana bien, pero vendes salud. Ganaba casi dos millones de pesos mensuales, pero la vida no tiene precio”, dice.

[cita tipo= «destaque»] “Llevo seis meses trabajando en la empresa –dice Carlos–. A mí nadie me advirtió que esto del plomo iba a ser una complicación, solo necesitaba trabajar. Yo entré sano a esta empresa y la contaminación por plomo es algo grave. Si yo me enfermo, nadie va a responder por eso”.[/cita]

El doctor Tchernitchin explica que el rango presentado por Aldea es aún más peligroso: “Por encima de los 70 puede se pueden producir varios problemas severos para la salud, como encefalitis por plomo o hipertensión arterial, entre muchos otros estragos”.

Desde la Seremi de Salud, responden que el levantamiento tan rápido de la prohibición de funcionar se debe a que la empresa presentó las mejoras implementadas para subsanar las deficiencias. “Cabe hacer presente, que dado que no era posible evaluar la efectividad de las medidas implementadas para disminuir la exposición sin el funcionamiento normal de la planta, el alzamiento efectuado fue condicionado con exigencias en plazos acotados relacionadas con evaluaciones de higiene ocupacional y vigilancia bilógica de los trabajadores; con una periodicidad mayor a lo exigido con anterioridad”, señalan desde el organismo sanitario.

En la Seremi de Salud también dicen que, en el contexto de la reanudación del funcionamiento de la empresa –para verificar que las medidas implementadas serán lo suficientemente efectivas en condiciones de normal producción, en el procedimiento de alzamiento de la medida sanitaria– se estableció una serie de exigencias, las cuales dicen relación con la vigilancia de los trabajadores y control del riesgo, dentro de las cuales se puede señalar obligatoriedad de la empresa de informar inmediatamente a la autoridad sanitaria las medidas adoptadas en caso de exceder los límites permitidos en el ambiente laboral respecto a los niveles de plomo en sangre. “Deben demostrar la reubicación de los de ellos por un período de 30 días, plazo que se puede extender si no se demuestra que los niveles de plomo en sangre han descendido a niveles permitidos”, señalan desde el organismo.

A pesar de esto, la Seremi de Salud ofició a la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) para que fiscalice el funcionamiento de la empresa, evaluación que ya fue realizada. Los datos de las investigaciones de la SMA son reservados hasta el momento en que finalice la investigación. Tras ese primer paso, hay dos caminos: si no hay incumplimientos se publica en la web del organismo; si existen, el informe de fiscalización pasa a la División de Sanciones. Ellos analizan el mérito y ven si se inicia un procedimiento sancionatorio. Solo en este punto el proceso es público: cuando se formulan cargos.

“Desde hace 15 años se realiza periódicamente este análisis de plomo en sangre, el que a pesar de todas las medidas de ingeniería y de protección personal que se adoptan, nunca había superado los 4 trabajadores alterados (levemente) sobre el límite de plomo en sangre, casos en los cuales se había aplicado estrictamente un protocolo aprobado por la autoridad sanitaria”, señalan desde Recimat.

En la empresa también explican que el nivel de plomo en sangre de los trabajadores no debe superar el valor norma 40 ug/100 ml de sangre de acuerdo al DS 594: “Es un límite de alerta, que no implica que el trabajador se vaya a enfermar, ni esté enfermo (hace algunos años era de 80 ug/100 m). Existe en la empresa un protocolo autorizado por la Seremi para el caso de que a pesar de todas las medidas de ingeniería, de administración y del uso de elementos de protección personal, algún trabajador llegue a salir alterado. Sin embargo, la empresa trabaja para que ese límite no se sobrepase nunca”.

El negocio de las baterías

Las dudas de los trabajadores apuntan al privilegio monopólico que tiene la empresa en Chile y a las “redes políticas que posee”.

Recimat Ltda. es asesorada por Gescam, consultora ambiental de Hernán Durán de la Fuente, cuñado del ex Presidente Ricardo Lagos. Según Gescam, la consultora “ha asesorado a RAM hace varios años en distintos temas de gestión ambiental, por ejemplo, haciendo auditorías de cumplimiento de sus RCA y dando recomendaciones para mejorar la gestión. No ha asesorado a RAM en la parte de salud ocupacional, que es el tema del sumario. Por lo tanto no hay relación”.

La actual planta de Recimat cuenta con una superficie de 15.100 m² (1,51 ha), y está autorizada para tratar en total 2.680 ton/mes de componentes de baterías o residuos plomados. Esto quiere decir que se pueden recibir 4.123 ton/mes de baterías de plomo-ácido enteras. Por otro lado, se encuentra autorizada para procesar 100 ton/mes de borras anódicas, y 400 ton/mes de chatarra de ánodos (ánodos fuera de uso).

“Con esta capacidad, la empresa puede potencialmente reciclar todas las baterías de plomo que se desechan en el país. Es importante señalar que con esta planta de reciclaje limpiamos el país de pasivos ambientales; cubrimos la demanda de plomo metálico de Chile; y eliminamos este material peligroso en un lugar más cercano a su generación, evitando el movimiento transfronterizo de residuos peligrosos. A su vez, evitamos al máximo la exportación ilegal, las fundiciones clandestinas, el mal uso del ácido sulfúrico que es utilizado en el tráfico de drogas, o disposición directa en medio ambiente, como ríos o suelos naturales”, manifiestan en la empresa.

El negocio que tiene entre sus manos Recimat parece ser un suculento botín en la zona. Por eso, la empresa cree que hay quienes quieren verlos en el suelo: “Algunos de los trabajadores y otros ex trabajadores, han comentado que han sido contactados por gente que opera en el mercado informal, exportando plomo (procedente de fundiciones clandestinas) y baterías usadas (contraviniendo el decreto 2 que lo prohíbe), pidiéndoles sus exámenes de plomo en sangre para demandar a Recimat. También tenemos conocimiento de contactos que han tenido con algunos vecinos para alarmarlos sin ningún fundamento y con mentiras, como que fundimos de noche y echando mucho humo”, señalan en la empresa.

Sin embargo, Carlos González Bautista (24), asegura que nadie le ha pagado por dar este testimonio. Trabaja desde el 17 de agosto del año pasado en Recimat. Desde las 11 de la mañana hasta las 17:30 horas hace aseo industrial. También usa mascarilla fullface. El primer examen que le tomaron arrojó 46 ug/100 ml. Se lo repitieron –según dice– y el número subió a 54 ug/100 ml. Lo alejaron dos meses y medio de su trabajo para que descansara y pudiera eliminar o bajar los índices de plomo. Después de ese período la muestra fue de 32 ug/100 ml. Volvió a trabajar.

“Llevo seis meses trabajando en la empresa –dice Carlos–. A mí nadie me advirtió que esto del plomo iba a ser una complicación, solo necesitaba trabajar. Yo entré sano a esta empresa y la contaminación por plomo es algo grave. Si yo me enfermo, nadie va a responder por eso”.

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