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Columna publicada en sitio web de Lagos trata de fascista rutina de Edo Caroe y acusa al humorista de «ignorancia política imperdonable» Izquierda solemne no perdona chiste sobre Camila Vallejo

Columna publicada en sitio web de Lagos trata de fascista rutina de Edo Caroe y acusa al humorista de «ignorancia política imperdonable»

«Reafirmó el discurso del neoliberalismo, donde el Estado y los políticos son responsables de todas las desgracias del pueblo que, en base a ese argumento, es también culpable de todo lo que le sucede. Solo le faltó ese viejo e impresentable adagio fascista de ‘los pueblos tienen a los políticos (y artistas) que se merecen’. En ningún momento me reí», dice el artículo publicado este miércoles en la página de El Quinto Poder.


El ex presidente Ricardo Lagos aparece, en su calidad de presidente de la Fundación Democracia y Desarrollo, como parte del equipo a cargo de asegurar que el sitio web El Quinto Poder, que funciona al alero de la institución, «esté disponible para el encuentro y diálogo ciudadano».

Y es precisamente en ese espacio de opinión donde este miércoles fue publicada una columna que dispara contra la rutina que presentó el lunes el humorista Edo Caroe en la primera jornada del Festival de la Canción de Viña del Mar, que ha marcado la agenda de esta semana luego de barrer contra la clase política.

«Tu risa me indigna», lleva por título el texto cuya autoría es del periodista Pablo Ibarra Cofré, y en donde defiende las acusaciones de «sexista» contra Caroe que surgieron desde las Juventudes Comunistas (JJCC) por el chiste en el que mencionó a la diputada de esa tienda Camila Vallejo.

«Hace años no veía el festival de Viña. Es un evento que me causa mucha vergüenza y me incomoda. Pero ante el revuelo causado por la rutina del humorista Edo Caroe, hoy vi su presentación. Efectivamente, como se quejaron algunos militantes comunistas, parte de su rutina fue sexista. Hizo un chiste muy aburrido sobre mujeres gordas (o de vagina amplia, no entendí bien) y una innecesaria analogía entre Camila Vallejo y Macaulay Culkin», escribió.

Sobre el comediante, quien no defraudó en la Quinta Vergara a quienes esperaban un presentación cargada de ironía y de humor negro sobre los casos de corrupción que más impacto y malestar han generado en la opinión pública, el columnista no dudó en tildarlo de «ignorante» y de «fascista».

«Respecto al humorista, demostró una ignorancia política imperdonable; reafirmó el discurso del neoliberalismo, donde el Estado y los políticos son responsables de todas las desgracias del pueblo que, en base a ese argumento, es también culpable de todo lo que le sucede. Solo le faltó ese viejo e impresentable adagio fascista de ‘los pueblos tienen a los políticos (y artistas) que se merecen’. En ningún momento me reí, valoro el intento de crítica, evidentemente hay inteligencia ahí, pero puesta, una vez más, al servicio de los dueños de Chile».

Ibarra también cuestionó los abucheos que recibió Vallejo, en contraste con el silencio que se produjo frente a otros nombres como los del ex dictador Augusto Pinochet y el ex senador de la UDI Jovino Novoa.

«Lo que me causó pena (Twitter ya me había advertido), es que el público asistente abucheara a la diputada Comunista; o sea, quien tenga una imagen negativa de Camila Vallejo, es, como dijo Copano, un tarado que se tragó todo lo que cuenta la prensa chilena. La cosa se pone patética, cuando los mismos que atacan, con cobardes silbidos entre la masa, a Vallejo, guardan silencio ante nombres como Orpis, Novoa, Girardi, Contreras, Pinochet, Matte».

Finalmente, dijo que «esta radiografía de un segmento de la población de Chile, es demoledora contra mis sueños. Simplemente veo cualquier esperanza de cambio cultural como otro de mis imposibles deseos. Porque esta sociedad de mercado (que muy bien definió Caroe en su rutina), fue impuesta a sangre y fuego, por ende no podemos pretender espabilar cerebros con cuatro o cinco legisladores bien intencionados y una pequeña cantidad de ciudadanos conscientes que luchan a diario contra sus propios hermanos, que, cual novela de Orwell, persiguen, acusan y condenan a quien intente cambiar el sistema o tan solo cuestionarlo».

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