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Bruselas: la inteligencia a la hora señalada ANÁLISIS

Bruselas: la inteligencia a la hora señalada

Santiago Escobar
Por : Santiago Escobar Abogado, especialista en temas de defensa y seguridad
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La simplicidad de coordinación del nuevo terrorismo, y la búsqueda de un blanco cotidiano en espacios públicos abiertos, hace que las rutinas de funcionamiento de los barrios y los lugares públicos cobren un valor inusitado. No solo en los diseños materiales de habitualidad y transparencia, sino en la atención natural de cada individuo a su entorno. No es el refugio ni la velocidad privada de desplazamiento el punto de partida sino la ocupación y dominio de las rutinas, con una disciplina social que hace posible el control de los espacios públicos y la seguridad.


Los nuevos atentados terroristas confirman lo que dijimos en la columna “¿Cuál Seguridad? al analizar los atentados de París el año pasado. Principalmente que la tarea de seguridad en Europa ha cambiado porque ha variado la concepción y diseño de las acciones terroristas hacia inseguridad urbana intensa, por lo que la reacción de desplegar masiva fuerza militar y una política de vigilancia estrecha de los espacios públicos se hace inefectiva si no va acompañada de una inteligencia preventiva y nuevos diseños de control, que eventualmente deben incorporar a la población.

Expresamente señalamos que el atentado del viernes 13 de noviembre en París “se trató de una puesta en escena de una nueva manera de encarar la violencia terrorista, como un acto políticamente difuso, con blancos anónimos, de efectos psicosociales y culturales simples y brutales, como una pedagogía del terror para que nadie circule tranquilo en la ciudad. Se trata de un golpe al bienestar y la tranquilidad cotidiana de los franceses, que ha tensado al máximo las cuerdas de la incertidumbre y el desamparo.”

Dijimos también que “la reacción del Estado francés de bombardear Raqqat, el santuario territorial del califato, parece comprensible, pero sus efectos de seguridad son absolutamente limitados. Los hechos del viernes (13 de noviembre) no tienen respuesta militar, excepto para desahogar la impotencia que le producen al poder del Estado. Lo actuado por el ISIS ni siquiera es una expresión clásica de terrorismo, sino una innovación en la estrategia de la guerra sucia terrorista hacia una violencia social difusa, capaz de articularse con un mínimo de recursos y una organización muy básica.”

Un dato muy poco conocido y que confirma nuestra tesis es que el costo financiero directo para los terroristas del atentado a las Torres Gemelas se calcula en unos 500 mil dólares y el de los atentados de París en unos 20 mil.

La interrogante de cuánto se ha avanzado desde noviembre del año pasado hasta hoy en materia de prevención y despliegue de inteligencia capaz de detectar los nudos radicales del yihadismo en Europa, se mantiene. Fundamentalmente porque la reacción de los gobiernos parece insistir en solo un modelo de fuerza, lo que impide conocer la forma de articularse y operar del terrorismo, y determinar los operativos policiales más adecuados. Y terminar solo reaccionando y tratando de salvar una imagen de autoridad que ya no funciona.

Lo que puede deducirse de las noticias sobre el tema entre los dos fatídicos atentados, es que los puntos territoriales de asentamiento de la red a la que pertenece Salah Abdeslam son muy estrechos. Este es el único terrorista vivo de los atentados de París, capturado hace tres días y lo más seguro es que los autores de los atentados de hoy pertenezcan a dicha red.

Ello sería un indicio de un apoyo o cobertura civil del terrorismo no necesariamente extenso, pero sí muy denso socialmente, hasta permitirles moverse en un radio bastante estrecho con mucha seguridad.

Abdeslam fue detenido en Molenbeek, un barrio con mucha población inmigrante árabe, conjuntamente con un cómplice y tres miembros de la familia que lo escondía, hace solo tres días. Es el mismo barrio en que él y su hermano Ibrahim, muerto en la sala de conciertos Bataclan, vivían antes de los atentados del 13-N y donde habrían conocido a Abdelhamid Abaaoud, considerado el cerebro de los ataques de París.

[cita tipo=»destaque»]Lo que puede deducirse de las noticias sobre el tema entre los dos fatídicos atentados, es que los puntos territoriales de asentamiento de la red a la que pertenece Salah Abdeslam son muy estrechos. Este es el único terrorista vivo de los atentados de París, capturado hace tres días y lo más seguro es que los autores de los atentados de hoy pertenezcan a dicha red.[/cita]

Posiblemente los dos amigos de Bélgica, a quienes se sabe llamó para que lo sacaran de París luego de los atentados y le llevaran a Bruselas, provienen del mismo barrio. El coche en que viajaron fue interceptado en un control policial francés el sábado 14 de noviembre, pero los gendarmes lo dejaron pasar porque todavía no se había dado una alerta sobre él. A partir de ahí se perdió su pista hasta la detención este viernes en el mismo barrio del que salió y del que se sospecha, ahora, fue su escondite permanente.

Cuatro días antes de esa fecha, en otro distrito de Bruselas no muy distante de Molenbeek, un allanamiento y enfrentamiento arrojó como corolario dos terroristas muertos, dos fugados y algunos policías heridos. El hecho provocó que el Jefe de Gobierno belga suspendiera su participación en la cumbre europea que se celebraba en la ciudad y volviera raudo a la sede gubernamental. François Hollande, el presidente francés, quien también participaba de la cumbre, declaró a la prensa lo siguiente: «Hay un vínculo entre la operación (policial) en curso y los atentados de París», pero no dio más detalles. Hoy se sabe que la policía había encontrado las huellas dactilares de Abdeslam en un vaso de agua y que casi seguro era uno de los terroristas que escapó.

El apoyo social denso del terrorismo solo puede ser controlado con un apoyo social denso de la ciudadanía e inteligencia policial. Pero esto es un tema de extrema envergadura, pues toca directamente los derechos civiles de las personas. Lo peor que podría ocurrir sería el intento por transformar a los ciudadanos en informantes de la policía, confundiendo colaboración con información.

La simplicidad de coordinación del nuevo terrorismo, y la búsqueda de un blanco cotidiano en espacios públicos abiertos, hace que las rutinas de funcionamiento de los barrios y los lugares públicos cobren un valor inusitado. No solo en los diseños materiales de habitualidad y transparencia, sino en la atención natural de cada individuo a su entorno. No es el refugio ni la velocidad privada de desplazamiento el punto de partida sino la ocupación y dominio de las rutinas, con una disciplina social que hace posible el control de los espacios públicos y la seguridad.

Lo dijimos también en la columna citada y lo repetimos ahora: “El problema no es militar sino de inteligencia policial y hegemonía cultural de la sociedad. De una sociedad que en los últimos 30 o 40 años se ha transformado en pluriétnica y pluricultural, pero en la que han entrado en contradicción una enorme cantidad de variables religiosas, políticas y económicas en un ambiente de metrópolis globalizada”.

Y agregamos: “No parece posible entrever una solución de seguridad para la actual sociedad civil francesa y europea si las fuerzas de integración política y cultural no son capaces de generar una colaboración cultural de parte del mundo religioso musulmán. Es allí, en la palabra de los líderes religiosos, donde está el punto clave de la paz y la estabilidad”.

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